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Página:Leonidas Andreiev - El misterio y otros cuentos.djvu/142

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El colegial (con triste escepticismo).—¡No caerá hoy, papá!

El turista gordo.—¡Qué tontería! ¿Quién te lo ha dicho?

La segunda muchacha.—Papá: Macha cierra los ojos.

El colegial.—Déjeme usted sentarme un poco, papá. Le aseguro que no caerá hoy. Me lo ha dicho el portero del hotel... Estoy cansadísimo: nos pasamos el día entero recorriendo museos, armerías...

El turista gordo.—¡Lo hago por vosotros, imbécil! ¿Crees que a mí me divierte eso?

La segunda muchacha.—¡Papá: Macha cierra los ojos!

El segundo colegial.—¡Yo también estoy molido! Ni de noche descanso ya: me la paso soñando que soy el Judío Errante.

El turista gordo.—¡Cállate, Petka!

El primer colegial.—¡Me he quedado en los huesos! ¡No puedo más, papá! Prefiero ser zapatero o porquero a ser turista.

El turista gordo.¡Cállate, Sacha!

El primer colegial.—¡No caerá hoy, papá, no caerá hoy, no se haga usted ilusiones!

La primera muchacha (melancólica).—¡Ya va a caer, papá!

El desconocido grita algo que no se entiende.

Expectación.

Voces.—¡Mirad! ¡Ya va a caer!

Los concurrentes miran con los gemelos al desconocido. Los portakodaks aperciben sus máquinas.