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en el centro una graciosa isla con picos, aislados de forma cónica que, vistos de lejos, dan á ésta el aspecto de un gigantesco tigre de agua á flote. De ahí su nombre indígena.

Dos caminos había antiguamente para Nahuelhuapí: uno por las lagunas y otro por Buriloche, y por ellos salían indistintamente al otro lado de la cordillera los colonos de las ciudades australes de Chile. A orillas de la laguna, los franciscanos de Villarrica habían fundado una misión; pero con la ruina de las ciudades de Chiloé, esta misión quedó abandonada y olvidados los caminos. El boquete de Buriloche, por donde se podía salir á caballo á Nahuelhuapí, quedó convertido en guarida de antropófagos serranos, los buriloches: que montando ó desmontando sus canoas de tres tablas, según hubieran de pasar por las lagunas ó andar por la sierra, caían en el gran lago Llanquihue y sorprendían á los pacíficos chilotes y chonos, comiéndose á los cautivos.

La aspereza y fragosidad de la serranía donde los buriloches tenían su guarida, dejaban impunes sus "malosas" ó correrías; más cuando la dominación española se consolidó en Chiloé, se ocurrió á combatirlas. A este fin, el capitán Diego Flores de León, natural de Madrid y maestre de campo de la