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MEMORIAS

me ocurrió la primera noche que llegué al convento de la calle de Santa Rosa. Muerto de sed, me puse a recorrer la casa en busca de agua. Entré a una celda i en un cantarito de greda encontré un líquido que tomé por agua. Pero, en cuanto lo bebí, se me frunció el hocico. De seguro aquellas monjas eran tambien curtidoras...

Con el hocico fruncido i con la lengua mas áspera que la del gato, nos pasamos todo el santo dia.

Pero no se habló de sacarnos el cuero.

Por lo visto, en aquella fábrica no habia presbíteros ni beatas.

XIV

En la curtiembre habríamos pasado como en la Gloria, si no hubiera sido que un tapicero fué a hacer a la fábrica un encargo de marroquíes en grande i con urjencia.

El fabricante nos echó una mirada sospechosa i dijo a su socip:

—Les pauvres chiens! ils doivent, les trois, nos fournir de bon marroqui...

No echamos en saco roto la prevencion, i a las oraciones de un dia lúnes, tomamos las de Villadiego, hasta que topamos con un ciego i un lazarillo, que iban borrachos como la parra.

En cuanto me vió, el muchacho dijo al pordiosero:

Mire, ño Juan de Dios...

Pero el ciego no miró i preguntóle al rapazuelo:

—¿Qué hai?

—Un perro mui bonito, que poiria hacer mis veces cuando yo anduviera en otras dilijencias...