Esta página ha sido validada
IV.
Si alguna mujer ha escuchado con arrobamiento las palabras de un hombre que jura amarla eternamente; si ha sentido agitarse entre su pecho su corazón hasta entonces mudo; si todas sus fibras se han estremecido extrañamente al oir el eco de una voz, y al sentir la presión de una mano en su cintura, entre las vertiginosas vueltas de un vals; si, olvidada de todo, con una nube en los ojos, no ha visto ya las gentes que la rodean, no ha oido los compases de la orquesta, y se ha sentido trasladada á otras épocas y á otros lugares; si á su rostro pálido han afluido raudales de sangre, mientras sen-