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Y no lejos del nido en que las aves,
Las dos aves de Cipris, sus arrullos
Cual tiernas rimas a los aires dieran,
Fuí más feliz que el luminoso cisne
Que vió de Lada la inmortal blancura,
Y Eunice pudo al templo de la diosa
Purpúrea ofrenda y tórtolas amables
Llevar el día en que mi regio triunfo
Vió el Dios viril en mármol cincelado
Cabe la fresca viña de Corinto.
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