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Para completar lo que he dicho de las chinas, dare algunos detalles sobre sus vestidos i vida.

Se ha hablado mucho de la condicion desgraciada de las mujeres indias. Creo que hai alguna exajeracion en esto. Es cierto que una bloomerista yankee, con sus ideas avanzadas sobre la perfecta igualdad de los dos sexos, veria sus teorias mal recibidas por mis amigos los Pehuenches i Pampas, pero debo decir en honor de estos últimos que nunca maltratan a sus mujeres. Con lo que he observado no puedo creer en todas las falsedades que se cuentan sobre este asunto i atiéndase bien que yo hablo de lo que se pasa entre los Pehuenches i Tehuelches i no de los Araucanos a quienes no he visitado. Si se cree a algunas personas, la china tiene a su cargo los trabajos mas penosos: debe ensillar el caballo de su señor i dueño cuando se le antoja a este montarlo, desensillarle a la vuelta etc., etc. Error profundo, en cuanto a lo que pertenece a los caballos. El indio nace jinete; no recurre a nadie en lo que concierne a sus caballos, sino a él mismo; cuando quiere ir a pasear va en busca de su caballo lo lacea i ensilla. Cuando una mujer quiere ir a pasear sucede lo mismo, su marido o uno de sus parientes u otro cualquiera a ruego de ella va a lacearlo, le trae al frente del toldo i entonces la mujer lo ensilla i lo hace porque la montura de las indias tiene una forma particular i es complicado el aparejo. En cuanto a ir a rodear los animales, nunca he visto hacerlo a ninguna china, sino a la segunda mujer de Huincahual que no teniendo hijos, se ocupaba en eso por diversion, como me lo dijo un dia al cuidar las ovejas, ocupacion de que participaba montada a sus ancas, la traviesa Llancuhuel.

Las mujeres en la toldería del Caleufu i otras que hemos visitado, no tenian otros trabajos que los própios de su sexo entre jente civilizada. Cuidan sus hijos, hacen la comida, tejen ponchos i preparan cueros de guanacos. Todo esto es trabajo de mujer. Iré mas lejos en eso, porque todo lo que digo, puedo probarlo por ejemplos que he visto con mis propios ojos. Las mujeres tienen influencia en el menaje, ademas, poseen como los hombres, i tienen sus propiedades particulares. Dos o tres hechos que he presenciado bastarán para probarlo.

Despues del naufrajio, cuando hice algunos regalos de charqui i de harina al viejo Paillacan, me dijo que sentia no poder retornarme algo porque las ovejas que veia en el corral todas pertenecian a su mujer, la Pascuala, pero que iba a pedirle una prestada, en lo que no consintió la Tehuelche, sino mediante algunas chaquiras i cuentas, i el poco de café que habiamos salvado.