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Página:Viaje maravilloso del Señor Nic-Nac - Eduardo L Holmberg.pdf/121

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CAPÍTULO XXIV
Un presente de valor psíquico

Durante algunos dias permanecíamos en aquel paraiso, sin pensar en otra cosa que en las delicias de nuestra nueva vida.

El señor de la casa era el mas amable de los hombres; su señora, la mas complaciente de las mujeres, y las tres hijas de esta feliz pareja, las niñas mas graciosas y agradables que sea posible hallar en este mundo—digo mal: en el otro.

—"Nic-Nac," me dijo el Doctor cierto dia que recorríamos solos la gran ciudad, "Nic-Nac, ¿no os sentis atraído espiritualmente por alguna de las hijas de nuestro generoso amigo?"

—"En verdad os digo," repuse, "que las tres me atraen igualmente. Pero vos, por vuestra parte, no sois insenlible respecto de una de ellas."

—"Es natural."

—"Sin duda; pero recuerdo que alguna vez me habeis dicho que pensabais ejercer aquí vuestra antigua profesion."

—"He estudiado durante estos dias las predisposiciones de los Sophopolitas, y he deducido que las enfermedades son desconocidas en este planeta."

—"Y sinembargo, las lluvias formidables que lo refrescan continuamente son los generadores mas eficaces de ciertas afecciones pulmonares."