—"Acabo de ver pasar por mi mano un reflejo inexplicable."
—"Estamos alhacinados."
—"Nó, porque yo he visto lo mismo."
Al decir estas palabras, huyen despavoridos los unos, y permanecen inmóviles, atónitos, los otros.
Y en tanto que aquellos desparraman la alarma en la poblacion, y el silencio hunde á los segundos, me elevo lentamente con mi aureola deslumbrante, y voy á cernirme, cual águila Marcial, sobre el centro mismo de la ciudad sorprendida.
Al principio el terror cunde con velocidad proporcionalmente aumentada. Psique vacila sobre su pedestal de arena, y Seele que anima á la muchedumbre curiosa y despreocupada, me envía un rayo que aumenta mi fuerza de suspension, de descenso y de ascenso.
Un momento despues, las calles y los balcones se llenan de gente y todos contemplan la nube luminosa que traza en el aire caprichosas curvas.
Por no sé que rasgo de buen humor aéreo, comienzo á descender, y viendo á Psique en un balcon aislado, como no he perdido mis fuerzas materiales le tomo de las manos y lo elevo en los aires, con gran satisfaccion de sus próselitos, que ven corroborada la alta opinion que sobre él se han formado, y comienzo á trazar con él vertiginosas órbitas.
Psique, inundado con destellos prestados, experimenta el vértigo de la gloria infinita, y yo, que he