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Sobre la poesía popular impresa de Santiago de Chile/Introducción

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INTRODUCCION

§ 1.—Chile se distingue de la mayor parte de los países hispano-americanos en que sus habitantes desde el último inquilino hasta el hacendado más pudiente constituyen una nación uniforme de lengua castellana que se ha formado por la mezcla de los conquistadores e inmigrantes españoles con la más orgullosa i valiente de las tribus indíjenas de América, los araucanos. Estos mismos, como tantos otros pueblos de baja cultura, se llaman simplemente «la jente del país» mapuche, i se conservan puros sólo en algunas provincias del sur, en las cuales la cultura va haciendo rápidos progresos, internándose en las selvas vírjenes con los ferrocarriles que ponen en comunicación las ciudades i aldeas, nacidas de antiguos fuertes españoles i al rededor de las colonias agrícolas. Allá siguen viviendo los indios o, más bien, vejetando i acabándose, esterminados por el alcohol i la rapiña del blanco civilizado que les quita sus tierras. Sólo una parte de ellos al aprender el castellano olvida su lengua primitiva i cambia el traje nacional del chiripá por el pantalón europeo, de modo que sus hijos se trasforman en chilenos netos; pues basta ver la mayoría de la población rural de Chile para convencerse de que está compuesta de una o dos partes de sangre europea, mezcladas con tres o cuatro partes de procedencia india.

Es la particularidad de Chile, comparándolo, por ejemplo, con el Ecuador o Bolivia, el que la lengua i la nacionalidad indíjenas hayan sido completamente absorbidas por la española, mientras en la mayoría de los países de la América Central i Meridional la población india vive todavía al lado de la criolla, como en Chile sucede sólo en la antigua «frontera». Cuándo i cómo se ha verificado esta absorción completa en cada una de las provincias del país, es difícil decirlo, por la falte de datos. El padre Luis de Valdivia declara en su Gramática Araucana del año 1606 que «desde la ciudad de Coquimbo i sus términos hasta las islas de Chiloé i más adelante» corría en todo el reino una sola lengua con pocas variaciones dialectales; el Padre Bernardo Havestadt, en 1765, menciona todavía el dialecto indio del arzobispado de Santiago. Desde comienzos del siglo XIX, en cuanto sepa, apenas si se habla de la existencia de indios al norte del Bío-Bío. Tan favorables circunstancias étnicas las debe Chile a la afluencia estraordinariamente numerosa de guerreros españoles requerida por la tenaz resistencia de los indios araucanos. El desarrollo de la nacionalidad chilena de nuestros días ha sido paulatino i parejo i, de consiguiente, sano. El elemento africano felizmente en la más pobre de las colonias, que no producía ni oro, ni azúcar, ni café, ni tabaco, nunca ha tenido mayor importancia, i aún en el último siglo ninguna inmigración europea ha sido tan fuerte que haya podido alterar el carácter de la nación chilena, como quizá sea el caso en la Arjentina por los elementos italianos. La inmigración más compacta en Chile, la alemana, era tal vez demasiado distinta para ejercer influencia sobre el pueblo chileno, i, además, a lo sumo pudiera haberse hecho notar en las provincias del sur donde en la primera mitad del siglo pasado dominaba todavía el indio, i que están fuera de cuestión para la materia de este trabajo.

El que una nación desarrollada sobre base tan sana, haya logrado formarse un carácter propio i peculiar, no podrá sorprender a nadie. Creo que Chile, que ha producido el dialecto vulgar más característico entre todos los hispano-americanos, también brindará la cosecha más rica en materia de folklore i literatura popular.

Sólo estudios que están por hacer podrán deslindar con mayor exactitud hasta qué estremos la literatura i las costumbres populares chilenas conservan restos de la época de los conquistadores i de los siglos XVII i XVIII; cuánto es debido a los antepasados indios i cuáles rasgos sólo se han desarrollado dentro de la vida propia de la nación. Por el momento faltan todos los trabajos preliminares i, careciendo de bibliotecas folklóricas, me he limitado a recojer de primera mano toda especie de poesías populares, refranes, proverbios, cuentos de hadas i de brujos i otros materiales de folklore. El caudal que he conseguido en los cuatro años corridos de mi permanencia en Chile es ya considerable, pero todavía no he pensado en elaborarlo. Por hoi me limito a estudiar solamente la poesía popular impresa de los «poetas populares» i su presentación por los «cantores».