A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa

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​"A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa"​ de Bartolomé Leonardo de Argensola

Yo os quiero confesar, don Juan, primero, 
que aquel blanco y color de doña Elvira 
no tiene de ella más, si bien se mira, 
que el haberle costado su dinero. 

Pero tras eso confesaros quiero 
que es tanta la beldad de su mentira, 
que en vano a competir con ella aspira 
belleza igual de rostro verdadero. 

Mas ¿qué mucho que yo perdido ande 
por un engaño tal, pues que sabemos 
que nos engaña así Naturaleza? 

Porque ese cielo azul que todos vemos, 
ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande 
que no sea verdad tanta belleza!