Conferencias sobre higiene pública: 04

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
Conferencia N. º XXVII

Infección del subsuelo. Letrinas permeables. Letrinas-pozos.

El subsuelo de una ciudad se halla siempre amenazado por las basuras, por las excreciones animales, y por la humedad, que tienden á infectarle.

Cuando, por ejemplo, se levanta parte de nuestro mejor empedrado, como es el adoquín, con el objeto de colocar tubos para gas ó aguas corrientes, pueden, desde luego, observarse dos cosas, á saber: la humedad y los miasmas.

El agua, como se sabe, favorece la descomposición de las materias orgánicas. Por lo demás, la humedad del suelo es en sí misma nociva para la salud.

Las defecciones animales son las que principalmente tienden á infectar el suelo.

Desde la más remota antigüedad ha sido uso constante en todas las asociaciones de individuos, depositar las materias fecales en la profundidad de la tierra. Así, puede observarse que todas las casas de Buenos Aires tienen, según la riqueza, la educación y la cultura de sus dueños ó moradores, una letrina y un sumidero ó ambas cosas reunidas.[1]

Las letrinas de que hablamos son de dos clases: unas consisten en excavaciones del terreno practicadas hasta cierta profundidad, formando un cubo, cuyas paredes laterales y la inferior, siendo permeables, permiten á los terrenos adyacentes cargarse, hasta la saturación, de materias pútridas.

Para remediar estos inconvenientes se ideó la otra clase de letrinas de que vamos á hablar. Se dijo: si la excavación se hace hasta encontrar una napa de agua, las materias fecales serán, en su caída, arrastradas por la corriente de esta napa hacia parajes en donde su acción no se haga sentir.

Hé ahí un error, cuyas funestas consecuencias estamos aun palpando. El agua subterránea no corre con ligereza, pues va encontrando mil obstáculos y, además, porque su corriente es solo determinada por la capilaridad del terreno.

Cuando las materias fecales van cayendo á las aguas subterráneas, que, como hemos dicho, corren con lentitud, el terreno lateral determina, en virtud de la capilaridad, la absorción de las emanaciones mefíticas, que son así conducidas hasta la superficie terrestre...

Además de esto, dicho sistema de letrinas infecta el agua de las napas, es decir, el agua de los pozos; y es así como en Buenos Aires se han hecho inservibles para los usos domésticos dichas aguas, en las que el análisis químico y hasta el olfato descubren la presencia de materias orgánicas.

Habiendo hablado de la capilaridad del terreno, vamos á explicar dos fenómenos de fácil observación, que se refieren á la mayor ó menor cantidad de agua en los pozos.

Cuando sobreviene una lluvia copiosa, sucede que asciende el nivel del agua en los pozos. Esto, como pudiera pensarse, no es debido á una acción directa de la lluvia sobre la masa líquida del pozo. La razón de este fenómeno está en que, penetrando el agua meteórica por los poros superficiales de la tierra en la dirección de la gravedad, detiene la salida del líquido de la napa, que tiende á ascender por capilaridad. Entre tanto la capilaridad subterránea actúa sobre la napa en sentido horizontal, y el agua asciende en la cavidad del pozo.

Durante las grandes secas hay necesidad, sobre todo en la campaña, de profundizar los pozos, porque, en estos casos, la capilaridad obra enérgicamente y seca las napas.

Notas

  1. Creemos, como muchos, que de todas las causas de infección subsolar y atmosférica, la más temible es la constituida por las materias excrementicias.
    Por mucho tiempo se ha querido, sin embargo, conservar el tradicional sistema de letrinas permanentes, sin que se haya podido jamás evitar un hecho que es muy serio y muy fundamental: la contaminación del aire atmosférico por los gases emanados de las heces fecales.
    Multitud de sistemas ensayados en todas las ciudades del mundo, no han conseguido, tratándose de las letrinas permanentes como de las letrinas movibles, sino dejar bien probado el hecho que con caracteres itálicos hemos consignado en el párrafo anterior.
    Parecería que esta fuese una ley incontrastable de la naturaleza pues que ninguna tentativa ha dado éxito en el sentido de dejar á la atmósfera inmune de los gases deletéreos.
    Mas adelante hemos de ver como el drenaje impermeable es el mejor y, por consiguiente, el único sistema higiénico que resuelve satisfactoriamente el problema de la infección por las letrinas