Las migraciones de los Kilmes y la historia de las mismas/Capítulo III

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¿Donde estaban los Indios Kilmes en ese año de 1556, fecha del "Itinerario" dicho de Matienzo?

La pregunta no tiene otra contestación que la propuesta como hipótesis por el Dr. Pablo Cabrera de Córdoba.[1] Veamos pues como se puede llegar a tal solución.

Lozano en su t. IV, p. 9 menciona que los Kilmes habían venido "de hacia la parte de Chile a esta de Calchakí, por no sujetarse a los Peruanos": esta razón es simplemente absurda, por que Calchakí está más cerca del Perú que Chile, y sus caminos más viables. El error nace de que Lozano creía que el Perú no había dominado la región andina que es hoy Argentina. Cieza de León en su "Guerra de Chupas"[2], sobre éste y muchos otros puntos más, ha desvanecido las dudas que aun cabían por la mala interpretación de esos mismos datos en las glosas de Herrera y su reproductor Lozano. La retirada de los Kilmes y otras naciones del Valle de Londres[3] fue ocasionada por los acontecimientos de los años entre el desastre de Castañeda (1562-3) y la refundación de la ciudad de San Juan Bautista de la Rivera de Londres por don Alonso de Rivera, Gobernador de Tucumán el año 1607.

Desde que Diego de Almagro en 1537 invadió la jurisdicción de don Pedro Mendoza y se apoderó de toda la parte andina de la misma, de Chile venía a ser Cuyo y todo lo cisandino de Tucumán, hasta incluir lo de Santiago del Estero que era de los Juries, como de los Diaguitas era toda Catamarca y lo que es de la Rioja hoy.

Fue de Chile y como de su jurisdicción que el año 1558 entró Juan Pérez de Zurita a tomar posesión del Tucumán y fundar allí sus 3 ciudades Londres, Cañete y Córdoba de Calchakí, todo ello en sana paz con el curaca Iuan - Titakin de la región [4]


Londres se fundó en el valle llamado de Kimivil o Kilmivil que hasta el día de hoy conserva su nombre, con una villa de Londres en sus inmediaciones.

Conocida es la suerte desgraciada que cupó a todas les fundaciones de ciudades realizadas por Zurita, al grado que la colonia española tuvo que, abandonar la región entera Diaguito-Calchakí.

No estará de más advertir que antes de abandonar Zurita su conquista y desde su nueva ciudad de Londres en Quimivil, había hecho una campaña pacificadora en la región de un "río Bermejo", este es el llamado ahora "Colorado", que divide Catamarca de la Rioja por ese lado, y que en parte cruza por los campos de Arauco. [5]

Léase con cuidado la relación de Lozano en sus pp. 220 y siguientes, cuando entra Francisco de Aguirre en su segunda gobernación del Tucumán (1564). Ya por cédula real de 1568 el Tucumán se independizaba de Chile. Cuenta Lozano que Aguirre entró a sangre y fuego contra los Diaguito–Calchakís, dice el autor que los que no se sujetaron al dominio de Aguirre se retiraban a donde los ecos de nuestra fortuna no les pudiesen asustar. De Londres, es decir, de Kinmivil y Famayfil irían a dar a Yocavil y Calchakí. En la p. 223, después de tanta gloria y tantas proezas se halla esto: "A no haber hecho esta retirada con tanta destreza hubieran perecido todos los nuestros, ni le fuera posible al Gobernador salir con vida".

Habiendo salido corrido de Calchakí, Aguirre les puso una valla con su fundación de San Miguel de Tucumán "en el asiento de Ibatín", pero ella era más bien un portón de defensa contra las salidas que una gloria de conquistador contra las huestes confederadas de esos Indios, dignos de mejor suerte por su amor a la libertad y a esas breñas que les querían quitar. ¿Quiénes podrían ser estos confederados? Sin duda Kilmes de Kilmevil.

Huelga que nos demoremos haciendo compás de espera con las gobernaciones de Jerónimo Luis de Cabrera y su trágica muerte, o con los desmanes de Abreu y Lerma; Cabrera nos legó la fundación de Córdoba la Llana (11) y Lerma la de Salta, las dos ciudades jalones permanentes en la conquista del país, que se arrancaba del poder de sus primitivos dueños entre los cuales brillaban nuestros Kilmes y Calianos (12).

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(10) (11) Dicha así para distinguirla de la Córdoba en Calchakí, de infeliz memoria. (12) A veces llamados Acalianos, compañeros en su trasplante a Buenos Aires, un siglo más tarde con los heroicos Kilmes. _________________


Al fin si llega al período de Juan Ramírez de Velasco, el gran gobernador y fundador de ciudades, la Rioja en 1691, Jujuy y Madrid de las Juntas en 1593, cerrando así el cerco que ponía a toda la región andina de Tucumán Diaguitas y Calchakís.

Encanta leer la carta de Ramírez al Padre Juan Fonte, superior de los Jesuitas en el Tucumán, escrita en Santiago "de vuelta de la población de Londres la cual se ha hecho con tan próspero suceso... porque además de los Indios que estaban ya descubiertos en la provincia de Londres, descubrí más de otros diez mil en uno de los más lindos asientos que se pueden desear, donde poblé la ciudad de Todos Santos de la Nueva Rioja, etc". En la página siguiente nombra muchos pueblos que quedaban encomendados en cabeza de varios y entre otros estos: "Quinmibil en el valle de Famayfil.... Guaymoco, Aymohil, Quilmiquischa en el valle de Guaymoco o Aymocaj." Este es un jalón de importancia, desde que establece que estos Quinmi y Quilmi aun no se habían movido del todo de sus asientos en el valle de Londres.

El año 1593 entró al Tucumán don Fernando de Zárate como sucesor de Ramírez de Velasco en el gobierno de aquella provincia, y en seguida juntó y condujo un buen socorro de gente desde el Tucumán a Buenos Ayres contra los Ingleses que amenazaban atacar la ciudad por mar. La expedición inglesa naufragó cerca de Santa Catalina, pero la gente del interior se aprovechó para fortificar el puerto contra el peligro de futuras invasiones, y es muy probable que a esas gentes "del interior" se deban los montones de piedras de honda halladas en los bajos pisos de construcciones (pp. 409 y 410) en Buenos Ayres.

El año 1595 le sucedió en el mando de la provincia del Tucumán don Pedro de Mercado Peñalosa, del que dice Lozano, era "caballero de gran valor, que le fue forzoso tener en ejercicio contra los barbarísimos Calchakíes, los cuales en su tiempo se tornaron a revelar, amenazando la existencia de Salta y San Miguel de Tucumán". Fueron héroes de la defensa Alonso de Vera y Aragón, Luis y García de Medina, y sin duda fue en esta ocasión y por esta causa se fundó el presidio o fuerte de San Pedro de Mercado en el valle de los Andalgalás, nombre que ha conservado hasta el día de hoy. "Fuerte" se llamó y "Fuerte" se llama, punto estratégico de la mayor importancia por hallarse en el mismo riñón de la región Diaguito-Calchakí, al pie del majestuoso Aconkija y como llave de la Puerta, que conducía al inmenso Pucára o Pucará, en el "campo" o planicie del mismo nombre, nacimiento de los ríos y riachos que desaguan en el Escaba o Marapa, de Eldetes o Medinas, de Guaycombó o Concepción.

En su tiempo también se dominaron los "rebeldes Omahuacas" capitaneados por Piltipico y Telui, y también los "Diaguistas de la jurisdicción de La Rioja"; he aquí, pues, el instante preciso en que los fogosos y valientes Kilmes o Kimmes, que en 1563 habían expulsado a los conquistadores de la Nueva Londres, Córdoba de Kalchakí y Cañete en el valle de Hualán, todos ellos o en mucha parte, abandonaron el valle de Famayfil (13), jurisdicción del gran valle de Londres (14) y se asentaron en el de Yocavil (15) hermanado con el de Calchakí por ese lusus naturae, las juntas de los dos ríos que unidos en uno sólo, después de romper "pasage" a través de dos inmensas cordilleras, siglos más tarde presenciaron la Jura de la Bandera Nacional por Belgrano y sus compatriotas llevando con sus aguas el mensaje hasta el mismo Paraná.

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(13) Fama-y-fil hoy de Belén. (14) Región no "Valle". Es inmenso. (15) Yocavil, hoy de Santa María.

Notas al pie[editar]

  1. Que Kilmes eran los indios del río llamado "Kimivil" o "Kimmivil" donde en 1558 Juan Pérez de Zurita fundó su ciudad de la Nueva Londres, capital de la Nueva Inglaterra.
  2. (8) T. 2º, p. 319
  3. T. 2º, p. 319
  4. Lozano, ibid., pp. 163 y siguiente
  5. "Arauco" nombre de río y región citados por Cieza de León.
Las migraciones de los Kilmes. La historia de las mismas: Capítulo III