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El té y la salvia

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FÁBULA XLI.
El Té y la Salvia.

El Té, viniendo del Imperio Chino,
Se encontró con la Salvia en el camino.
Ella le dixo: ¿Adonde vas, compadre?—
A Europa voi, comadre,
Donde sé que me compran á buen precio.
Yo (respondió la Salvia) voi á China;
Que allá con sumo aprecio
Me reciben por gusto y medicina.[1]
En Europa me tratan de salvage,
Y jamas he podido hacer fortuna.
Anda con Dios. No perderás el viage;
Pues no hai Nacion alguna

Que á todo lo estrangero
No dé con gusto aplausos y dinero.
La Salvia me perdone;
Que al comercio su máxîma se opone.
Si hablase del comercio literario,
Yo no defendería lo contrario;
Porque en él para algúnos es un vicio
Lo que es en general un beneficio:
Y Español que tal vez recitaría
Quinientos versos de Boileau y el Taso,
Puede ser que no sepa todavía
En qué lengua los hizo Garcilaso.


  1. Los Chinos estiman tanto la Salvia, que por una caxa de esta hierba suelen dar dos, y á veces tres, de Té verde. Véase el Dicc. de Hist. Nat. de M. Valmont de Bomare en el artículo Sauge.