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La Sagrada Biblia (XIII)/Mateo

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La Sagrada Biblia (Tomo XIII) (1836)
traducción de Félix Torres Amat
Mateo
Marcos
ADVERTENCIA
SOBRE
EL EVANGELIO DE SAN MATHEO.
San Matheo, llamado tambien Levi, era natural de Galilea. Elevado al apostolado desde el oficio de publicano ó cobrador de tributos, fue el primero que escribió el Evangelio, unos seis a ocho años despues de la muerte del Señor. Escribióle en Jerusalem en lengua hebrea, ó por mejor decir, syriaca, que era una mezcla de la hebrea con la caldea, que usaban entónces los judíos; y lo hizo á peticion de los discípulos, y de órden de los apóstoles, en beneficio de los judíos que se convertian. Así lo dicen san Gerónimo De Scr. eccl., san Ireneo Lib. III. c. 1., san Athanasio In Synopsi, etc.—San Matheo fue despues a Ethiopia á predicar el Evangelio.

EL SANTO EVANGELIO

DE

NUESTRO SEÑOR JESU-CHRISTO

SEGUN SAN MATHEO.

CAPÍTULO PRIMERO.
Genealogía de Jesu-Christo, su concepcion por obra del Espíritu santo, y su nacimiento.

1 Genealogía [1] de Jesu-Christo, hijo de David, hijo de Abraham.

2 Abraham engendró á Isaac. Isaac engendró á Jacob. Jacob engéndró á Júdas, y á sus hermanos.

3 Júdas engendró de Thamar á Pharés y á Zara. Pharés engendró á Esron. Esron engendró á Aram.

4 Aram engendró á Aminadab. Aminadab engendró á Naasson. Naasson engendró á Salmon.

5 Salmon engcedró de Rahab á Booz. Booz engendró de Ruth á Obed. Obed engendró á Jessé. Jessé engendró al rey David.

6 El rey David engendro á Salomon de la que fue muger de Urías.

7 Salomon engendró á Roboam. Roboam engendro á Abías. Abías engendró á Asá.

8 Asá engendró á Josaphat. Josaphat engendró á Joram. Joram engendro á Ozías.

9 Ozías engendró á Joatham. Joatham engendró á Acház. Acház engendro á Ezechîas.

10 Ezechîas engendró á Manassés. Manassés engendró á Amon. Amon engendró á Josias.

11 Josías engendro á Jechónias y á sus hermanos cerca del tiempo de la trasportacion de los judíos á Babylonia.

12 Y despues que fueron trasportados á Babylonia: Jechónias engendró á Salathiel. Salathiel engendro á Zorobabel.

13 Zorobabel engendro á Abiud. Abiud engendro á Eliacim. Eliacim engendró á Azor.

14 Azor engendro á Sadoc. Sadoc engendro á Achîm. Achîm engendró á Eliud.

15 Eliud engendro á Eleazar. Eleazar engendró á Mathan. Mathan engendró á Jacob.

16 Y Jacob engendro á Joseph, el esposo de María, de la cual nació Jesus, por sobrenombre Christo [2].

17 Así son catorce todas las generaciones desde Abraham hasta David; y las de David hasta la trasportacion de los judios á Babylonia catorce generaciones; y tambien catorce las generaciones desde la trasportacion á Babylonia hasta Christo [3].

18 Pero el nacimiento de Christo fue de esta manera: Estando desposada su madre María con Joseph, sin que antes hubiesen estado juntos, se halló que habia concebido en su seno por obra del Espíritu santo.

19 Mas Joseph su esposo, siendo, como era, justo, y no queriendo infamarla [4], deliberó dejarla secretamente.

20 Estando él en este pensamiento, hé aquí que un ángel del Señor le apareció en sueños, diciendo: Joseph hijo de David, no tengas recelo en recibir a María tu esposa en tu casa; porque lo que se ha engendrado en su vientre, es obra del Espíritu santo.

21 Así que parirá un hijo, á quien pondrás por nombre Jesus; pues él es el que ha de salvar á su pueblo ó librarle de sus pecados.

22 Todo lo cual se hizo en cumplimiento de lo que pronunció el Señor por el Profeta [5] que dice:

23 Sabed que una virgen concebirá y parirá un hijo, á quien pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros.

24 Con eso Joseph, al despertarse, hizo lo que le mandó el ángel del Señor, y recibió á su esposa.

25 Y sin haberla conocido ó tocado, dió á luz su hijo primogénito [6], y le puso el nombre de Jesus.


CAPÍTULO II.
Adoracion de los magos: huida de Jesus á Egypto: cruel muerte de los inocentes: Jesus, María y Joseph vuelven de Egypto.

1 Habiendo pues nacido Jesus en Bethlehem de Judá reinando Heródes, hé aquí que unos magos [7] vinieron del oriente á Jerusalem.

2 preguntando: ¿Dónde está el nacido rey de los judíos? porque nosostros vimos en Oriente [8] su estrella, y hemos venido con el fin de adorarle.

3 Oyendo esto el rey Heródes, turbóse, y con él toda Jerusalem.

4 Y convocando á todos los príncipes de los sacerdotes [9], y á los Escribas del pueblo, les preguntaba en donde habia de nacer el Christo ó Mesías.

5 A lo cual ellos respondieron: En Bethlehem de Judá: que así está escrito en el Profeta [10]:

6 Y tú Bethlehem tierra de Judá, no eres ciertamente la menor entre las principales ciudades de Judá; porque de tí es de donde ha de salir el caudillo, que rija mi pueblo de lsraél.

7 Entónces Heródes llamando en secreto ó á solas á los magos, averiguó cuidadosamente de ellos el tiempo en que la estrella les apareció;

8 y encaminándolos á Bethlehem, les dijo: Id, é informáos puntualmente de lo que hay de ese niño; y en habiéndole hallado, dadme aviso, para ir yo tambien á adorarle.

9 Luego que oyeron esto al rey, partieron; y hé aqui que la estrella, que habian visto en Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando sobre el sitio en que estaba el niño, se paró.

10 A la vista de la estrella se regocijaron por extremo.

11 Y entrando en la casa, hallaron al niño con María su madre, y postrándose le adoraron, y abiertos sus cofres, le ofrecieron presentes de oro, incienso y myrrha.

12 Y habiendo recibido en sueños un aviso del cielo para que no volviesen a Heródes, regresaron á su pais por otro camino.

13 Despues que ellos partieron, un ángel del Señor apareció en sueños á Joseph diciéndole: Levántate, toma al niño y á su madre, y huye á Egypto, y estáte allí hasta que yo te avise. Porque Heródes ha de buscar al niño para matarle.

14 Levantándose Joseph tomó al niño y á su madre de noche; y se retiró á Egypto,

15 donde se mantuvo hasta la muerte de Heródes; de suerte que se cumplió lo que dijo el Señor por boca del Profeta[11]: Yo llamé de Egypto á mi hijo.

16 Entre tanto Heródes viéndose burlado de los magos, se irritó sobremanera, y mandó matar á todos los niños, que habia en Bethlehem, y en toda su comarca, de dos años abajo, conforme al tiempo de la aparicion de la estrella que habia averiguado de los magos.

17 Vióse cumplido entonces lo que predijo el Profeta Jeremías [12] diciendo:

18 Hasta en Rama se oyeron las voces, muchos lloros y alaridos: Es Rachêl [13] que llora sus hijos, sin querer consolarse, porque ya no existen.

19 Luego despues de la muerte de Heródes, un ángel del Señor apareció en sueños á Joseph en Egypto,

20 diciéndole: Levántate, y toma al niño, y á su madre, y vete á la tierra de Israél; porque ya han muerto los que atentaban á la vida del niño.

21 Joseph levantándose, tomó al niño, y á su madre, y vino á tierra de Israel.

22 Mas oyendo que Archêlao reinaba en Judea en lugar de su padre Heródes, temió ir allá; y avisado entre sueños, retiróse á tierra de Galilea.

23 Y Vino á morar en una ciudad llamada Nazareth; cumpliéndose de este modo el dicho de los Profetas: Será llamado Nazareno [14].

CAPÍTULO III.
El precursor Juan predica penitencia y bautiza. Jesus quiso ser bautizado por Juan; y entónces es dado á conocer por Hijo unigénito de Dios.

1En aquella temporada se dejó ver Juan Bautista predicando en el desierto de Judea [15],

2 y diciendo: Haced penitencia; porque está cerca el reino de los cielos [16].

3 Este es aquel de quien se dijo por el Profeta Isaías [17]: Es la voz del que clama en el desierto, di- ciendo: Preparad el camino del Señor : haced derechas sus sendas.

4 Traia Juan un vestido de pelos de camello, y un cinto de cuero a sus lomos; y la comida suya eran langostas y miel silvestre [18].

5 Iban pues a encontrarle las gentes de Jerusalem, y de toda la Judea, y de toda la ribera del Jordan;

6 y recibían de él el bautismo en el Jordan, confesando sus pecados.

7 Pero como viese venir á su bautismo muchos de los Fariseos [19] y sadduceos, díjoles: ¡Oh raza de víboras! ¿quién os ha enseñado que con solas exterioridades podeis huir de la ira que os amenaza?

8 Haced pues frutos dignos de penitencia.

9 Y dejáos de decir interiormente: Tenemos por padre á Abraham; porque yo os digo, que poderoso es Dios para hacer que nazcan de estas mismas piedras hijos á Abraham.

10 Mirad que ya la segur está aplicada á la raiz de los árboles. Y todo arbol que no produce buen fruto, será cortado, y echado al fuego.

11 Yo á la verdad os bautizo con agua para moveros á la penitencia; pero el que ha de venir [20] despues de mí, es mas poderoso que yo, y no soy yo digno siquiera de llevarle las sandalias [21]: él es quien ha de bautizaros en el Espíritu santo, y en el fuego [22].

12 Él tiene en sus manos el bieldo; y limpiará perfectamente su era: y su trigo le meterá en el granero, mas las pajas quemarálas en un fuego inextinguible.

13 Por este tiempo vino Jesus de Galilea al Jordan en busca de Juan, para ser de él bautizado.

14 Juan empero se resistia á ello, diciendo: ¿Yo debo ser bautizado de tí, y tú vienes á mí?

15 A lo cual respondió Jesus, diciendo: Déjame hacer ahora; que así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia [23]. Juan entónces condescendió con él.

16 Bautizado pues Jesus, al instante que salió del agua, se le abrieron los cielos, y vió bajar al Espíritu de Dios á manera de paloma, y posar sobre él.

17 Y oyóse una voz del cielo que decia: Este es mi querido Hijo, en quien tengo puesta toda mi complacencia [24].


CAPÍTULO IV.
Ayuno y tentacion de Jesu-Christo: vuelve á Galilea, y establece su residencia en Capharnaum: empieza su predicacion y a juntar discípulos, y es seguido de mucha gente.
1 En aquella sazon Jesus fue conducido del Espíritu de Dios [25] al desierto, para que fuese tentado allí por el diablo.

2 Y despues de haber ayunado cuarenta dias con cuarenta noches, tuvo hambre.

3 Entónces acercándose el tentador le dijo: Si eres el Hijo de Dios, dí que esas piedras se conviertan en panes.

4 Mas Jesus le respondió: Escrito está [26]: No de solo pan vive el hombre, sino de toda palabra ó disposicion que sale de la boca de Dios.

5 Despues de esto le trasportó el diablo á la santa ciudad de Jerusalem, y le puso sobre lo alto del Templo.

6 y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo. Pues está escrito [27]: Que te ha encomendado á sus ángeles, los cuales te tomarán en las palmas de sus manos, para que tu pié no tropieze contra alguna piedra.

7 Replicóle Jesus: Tambien está escrito [28]: No tentarás al Señor tu Dios.

8 Todavía le subió el diablo á un monte muy encumbrado; y mostróle todos los reinos del mundo, y la gloria de ellos,

9y le dijo: Todas estas cosas te daré, si postrándote delante de mí me adorares.

10 Respondióle entónces Jésus: Apártate de ahí, Satanás; porque está escrito: Adorarás al Señor Dios tuyo, y á él solo servirás [29].

11 Con eso le dejó el diablo; y hé aquí que se acercaron los ángeles, y le servian.

12 Oyendo despues Jesus que Juan habia sido encarcelado, retiróse a Galilea;

13 dejando la ciudad de Nazareth, fue á morar en Capharnaum, ciudad marítima, en los confines de Zabulon y Nephthalim:

14 con que vino a cumplirse lo que dijo el Profeta Isaías [30]:

15 El pais de Zabulon, y et pais de Nephthalim, por donde se va al mar de Tiberiádes [31] á la otra parte del Jordan, la Gatitea de los gentiles,

16 este pueblo que yacia en tas tinieblas, ha visto una luz grande: luz que ha venido a iluminar á los que habitaban en la region de las sombras de la muerte.

17 Desde entonces empezó Jesus á predicar, y decir: Haced penitencia; porque está cerca el reino de los cielos.

18 Caminando un dia Jesus por la ribera del mar de Galilea, vio á dos hermanos, Simon, llamado Pedro, y Andres su hermano, echando la red en el mar, (pues eran pescadores)

19 y les digo: Seguidme á mí, y yo haré que vengais á ser pescadores de hombres.

20 Al instante los dos, dejadas las redes, le siguieron.

21 Pasando mas adelante, vió á otros dos hermanos, Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, recomponiendo sus redes en la barca con Zebedeo su padre; y los llamó.

22 Ellos tambien al punto, dejadas las redes y á su padre, le siguieron.

23 É iba Jesus recorriendo toda la Galilea, enseñando en sus synagogas, y predicando el Evangelio ó buena nueva del reino celestial; y sanando toda dolencia, y toda enfermedad en los del pueblo.

24 Con lo que corrió su fama por toda la Syria, y presentábanle todos los que estaban enfermos, y acosados de varios males y dolores agudos, los endemoniados, los lunáticos, los paralíticos; y los curaba:

25 é íbale siguiendo una gran muchedumbre de gentes de Galilea, y Decápoli, y Jerusalem, y Judea, y de la otra parte del Jordan.

CAPÍTULO V.
Sermon de Jesu-Christo en el monte: comienza con las ocho bienaventuranzas. Los apóstoles son la sal y la luz de la tierra. Dice que no vino á destruir la Ley, sino á cumplirla. Sobre las palabras injuriosas, la reconciliacion, adulterio del corazon, escándalos, indisolubiddad del matrimonio, juramento, paciencia, amor de los enemigos, perfeccion cristiana.
1 Mas viendo Jesus á todo este gentío, se subió á un monte, donde habiéndose sentado, se le acercaron sus discípulos,
2 y abriendo su boca divina [32], los adoctrinaba diciendo:

3 Bienaventurados los pobres de espíritu [33], porque de ellos es el reino de los cielos.

4 Bienaventurados los mansos y humildes; porque ellos poseerán la tierra [34].

5 Bienaventurados los que lloran [35]; porque ellos serán consolados.

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia [36]; porque ellos serán saciados.

7 Bienaventurados los misericordiosos; porque ellos alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los que tienen puro su corazon; porque ellos verán á Dios.

Bienaventurados los pacíficos [37]; porque ellos serán llamados [38] hijos de Dios.

10 Bienaventurados los que padecen persecucion por la justicia [39]; porque de ellos es el reino de los cielos.

11 Dichosos seréis cuando los hombres por mi causa os maldijeren, y os persiguieren, y dijeren con mentira toda suerte de mal contra vosotros.

12 Alegráos entónces y regocijáos, porque es muy grande:—la recompensa que os aguarda en los cielos: del mismo modo persiguieron á los Profetas que ha habido antes de vosotros.

15 Vosotros sois la sal de la tierra [40]. Y si la sal se hace insípida, ¿con qué se le volverá el sabor? para nada sirve ya, sino para ser arrojada y pisada de las gentes.

14 Vosotros sois la luz del mundo. No se puede encubrir una ciudad edificada sobre un monte:

15 ni se enciende la luz para ponerla debajo de un celemin, sino sobre un candelero, á fin de que alumbre á todos los de la casa.

16 Brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen á vuestro Padre que está en los cielos.

17 No penseis que yo he venido á destruir la doctrina de la Ley, ni de los Profetas: no he venido á destruirla, sino á darle su cumplimiento [41].

18 Que con toda verdad os digo, que antes faltarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse perfectamente cuanto contiene la Ley, hasta una sola jota ó ápice de ella.

19 Y así el que violare uno de estos mandamientos, por mínimos que parezcan, y enseñare á los hombres á hacer lo mismo, será tenido por el mas pequeño, esto es, por nulo, en el reino de los cielos [42]; pero el que los guardare y enseñáre, ese será tenido por grande en el reino de los cielos.

20 Porque yo os digo, que si vuestra justicia no es mas llena y mayor que la de los Escribas y Fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

21 Habéis oido que se dijo á vuestros mayores: No matarás; y que quien matare, será condenado á muerte en juicio.

22 Yo os digo mas: quien quiera que tome ojeriza con su hermano, merecerá que el juez le condene. Y el que le llamare raca [43], merecerá que le condene el concilio. Mas quien le llamare fátuo [44], sera reo del fuego del infierno.

23 Por tanto, si al tiempo de presentar tu ofrenda en el altar, allí te acuerdas que tu hermano tiene alguna queja contra tí;

24 deja allí mismo tu ofrenda delante del altar, y vé primero á reconciliarte con tu hermano, y después volverás á presentar tu ofrenda.

25 Componte luego con tu contrario, mientras estás con él todavía en el camino; no sea que te ponga en manos del juez, y el juez te entregue en las del alguacil, y te metan en la cárcel.

26 Asegúrote de cierto, que de allí no saldrás, hasta que pagues el último maravedí.

27 Habeis oido que se dijo á vuestros mayores: No cometerás adulterio.

28 Yo os digo mas: cualquiera que miráre á una muger con mal deseo ácia ella, ya adulteró en su corazon.

29 Que si tu ojo derecho es para tí una ocasion de pecar [45], sácale y arrójale fuera de tí; pues mejor te está el perder uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

30 Y si es tu mano derecha la que te sirve de escándalo, ó incita á pecar, córlala, y tírala léjos de tí; pues mejor te está que perezca uno de tus miembros, que no el que vaya todo tu cuerpo al infierno.

31 Hase dicho: Cualquiera que despidiere á su muger, déle libelo de repudio.

32 Pero yo os digo: que cualquiera que despidiere á su muger, si no es por causa de adulterio, la expone á ser adúltera; y el que se casáre con la repudiada, es asimismo adúltero [46].

33 Tambien habeis oido que se dijo á vuestros mayores; No jurarás en falso; antes bien cumplirás los juramentos hechos al Señor.

34 Yo os digo mas, que de ningun modo jureis sin justo motivo: ni por el cielo, pues es el trono de Dios;

35 ni por la tierra, pues es la peana de sus pies; ni por Jerusalem, porque es la ciudad ó corte del gran rey:

36 ni tampoco juraréis por vuestra cabeza, pues no está en vuestra mano el hacer blanco ó negro un solo cabello.

37 Sea pues vuestro modo de hablar, sí, sí; ó, no, no: que lo que pasa de esto, de mal principio proviene [47].

38 Habeis oido que se dijo [48]: Ojo por ojo, y diente por diente.

39 Yo empero os digo, que no hagais resistencia al agravio; antes si alguno te hiriere en la mejilla derecha, vuélvele tambien la otra:

40 y al que quiere armarte pleito para quitarte la túnica, alárgale tambien la capa:

41 y á quien te forzáre á ir cargado mil pasos, vé con él otros dos mil.

42 Al que te pide, dale: y no tuerzas tu rostro al que pretende de tí algun préstamo [49].

43 Habeis oido que fue dicho: Amarás á tu prójimo [50], y (han añadido malamente) tendrás ódio á tu enemigo.

44 Yo os digo mas: Amad á vuestros enemigos: haced bien á los que os aborrecen, y orad por los que os persiguen y calumnian;

45 para que seais hijos imitadores de vuestro Padre celestial, el cual hace nacer su sol sobre buenos y malos, y llover sobre justos y pecadores.

46 Que si no amais sino á los que os aman, ¿qué premio habeis de tener? ¿no lo hacen así aun los publicanos?

47 Y si no saludais á otros que á vuestros hermanos, ¿qué tiene eso de particular? por ventura ¿no hacen tambien esto los paganos?

48 Sed pues vosotros perfectos, asi como vuestro Padre celestial es perfecto, imitándole en cuanto podais.
CAPÍTULO VI.
Prosigue Jesus enseñando; y trata de la limosna, de la oracion, del ayuno, Dice que no debemos atesorar para este mundo sino para el cielo: que nuestra intencion debe ser recta: que no se puede servir á Dios y al mundo, y hace ver la confianza que debemos tener en la providencia divina.

1 Guardáos bien de hacer vuestras obras buenas en presencia de los hombres, con el fin de que os vean: de otra manera no recibiréis su galardon de vuestro Padre, que está en los cielos. 2 Y así cuando das limosna, no quieras publicarla á son de trompeta, como hacen los hipócritas en las synagogas, y en las calles ó plazas, a fin de ser honrados de los hombres. En vendad os digo, que ya recibieron su recompensa.

3 Mas tú cuando des limosna, haz que tu mano izquierda no perciba lo que hace tu derecha;

4 para que tu limosna quede oculta, y tu Padre, que vé lo mas oculto, te recompensará en público [51].

5 Asimismo cuando orais, no habeis de ser como los hipócrilas, que de propósito se ponen á orar de pié en las synagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres: en verdad os digo, que ya recibieron su recompensa.

6 Tú, al contrario, cuando hubieres de orar, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora en secreto á tu Padre; y tu Padre, que vé lo mas secreto, te premiará en público.

7 En la oracion no afecteis hablar mucho, como hacen los gentiles, que se imaginan haber de ser oidos á fuerza de palabras.

8 No querais pues imitarlos; que bien sabe vuestro Padre lo que habeis menester, antes de pedirselo.

9 Ved pues como habeis de orar [52]: Padre nuestro, que estás en los cielos: santificado sea el tu nombre.

10 Venga el tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así tambien en la tierra.

11 El pan nuestro de cada dia [53] dánosle hoy.

12 Y perdónanos nuestras deudas, asl como nosotros perdonamos á nuestros deudores.

13 Y no nos dejes caer en la tentacion. Mas libranos de mal. Amen.

14 Porque si perdonais á los hombres las ofensas que cometen contra vosotros, tambien vuestro Padre celestial os pordonará vuestros pecados.

15 Pero si vosotros no perdonais á los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará los pecados.

16 Cuando ayuneis, no os pongais carilrisles como los hipócritas; que desfiguran sus rostros, para mostrar á los hombres que ayunan. En verdad os digo, que ya recibieron su galardon.

17 Tú, al contrario, cuando ayunes, perfuma tu cabeza, y lava bien tu cara [54],

18 para que no conozcan los hombres que ayunas, sino únicamente tu Padre, que está presente á todo, aun lo que hay de mas secreto: y tu Padre, que vé lo que pasa en secreto, te dará por ello la recompensa

19 No querais amontonar tesoros para vosotros en la tierra, donde el orin y la polilla los consumen; y donde los ladrones los desentierran, y roban.

20 Atesorad mas bien para vosotros tesoros en el cielo, donde no hay orin, ni polilla que los consuma; ni tampoco ladrones que los desentierren, y roben.

21 Porque donde está tu tesoro, allí está tambien tu corazon.

22 Antorcha de tu cuerpo son tus ojos. Si tu ojo fuere sencillo, ó estuviere limpio, lodo tu cuerpo estará iluminado.

23 Mas si tienes malicioso ó malo tu ojo, todo tu cuerpo estará oscurecido. Que si lo que debe ser luz en tí, es tinieblas, las mismas tinieblas ¿cuán grandes serán?

24 Ninguno puede servir á dos señores; porque ó tendrá aversion al uno, y amor al otro; ó si se sujeta al primero, mirará con desden al segundo. No podeis servir á Dios y á las riquezas.

25 En razon de esto os digo, no os acongojeis por el cuidado de hallar qué comer para sustentar vuestra vida, ó de dónde sacaréis vestidos para cubrir vuestro cuerpo. Qué ¿no vale mas la vida, ó el alma, que el alimento, y el cuerpo que el vestido?

26 Mirad las aves del cielo, cómo no siembran, ni siegan, ni tienen graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿Pues no valeis vosotros mucho mas sin comparacion que ellas?

27 Y ¿quién de vosotros á fuerza de discursos puede añadir un codo á su estatura?

28 Y acerca del vestido, ¿ á que propósito inquietaros? Contemplad los lirios del campo cómo crecen y florecen; ellos no labran, ni tampoco hilan.

29 Sin embargo yo os digo, que ni Salomon en medio de toda su gloria se vistió con tanto prímor como uno de estos lirios.

30 Pues si una yerba del campo, que hoy es ó florece, y mañana se echa en el horno, Dios así la viste; ¿cuánto mas á vosotros hombres de poca fé?

31 Así que no vayais diciendo acongojados: ¿Dónde hallarémos que comer y beber? ¿Dónde hallarémos con que vestirnos?

32 como hacen los paganos, los cuales andan ansiosos tras todas estas cosas; que bien sabe vuestro Padre la necesidad que de ellas teneis.

33 Así que, buscad primero el reino de Dios y su justicia; y todas las demas cosas se os darán por añadidura.

34 No andeis pues acongojados por el dia de mañana; que el dia de mañana harto cuidado traerá por sí: bástale ya á cada dia su propio afan ó tarea.

CAPÍTULO VII.
Concluye Jesus su sermon admirable: advierte que no se debe juzgar mal del prójimo; y que no deben darse á los indignos las cosas santas. Habla de la oracion y perseverancia en ella; de la caridad; de cuán estrecho es el camino del cielo; de los falsos profetas; de que por los frutos se conoce el árbol; y del edficio fundado sobre peña ó sobre arena.

1 No juzgueis á los demas, si quereis no ser juzgados.

2 Porque con el mismo juicio que juzgáreis, habeis de ser juzgados; y con la misma medida con que midiéreis, seréis medidos vosotros.

3 Mas tú ¿con qué cara te pones á mirar la mota en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que está dentro del tuyo?

4 O ¿cómo dices á tu hermano: Deja que yo saque esa pajita de tu ojo, mientras tú mismo tienes una viga en el tuyo?

5 Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entónces verás cómo has de sacar la mota del ojo de tu hermano.

6 No deis á los perros las cosas santas, ni echeis vuestras perlas á los cerdos, no sea que las huellen con sus pies, y se vuelvan contra vosotros y os despedazen.

7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os abrirán.

8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

9 ¿ Hay por ventura alguno entre vosotros que, pidiéndole pan un hijo suyo, le dé una piedra?

10 ¿O que si le pide un pez, le dé una culebra?

11 Pues si vosotros, siendo malos ó de mala ralea, sabeis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto mas vuestro Padre celestial dará cosas buenas á los que se las pidan?

12 Y así haced vosotros con los demas hombres todo lo que deseais que hagan ellos con vosotros. Porque esta es la suma de la Ley y de los Profetas.

13 Entrad por la puerta angosta; porque la puerta ancha, y el camino espacioso son los que conducen á la perdicion, y son muchos los que entran por él.

14 ¡Oh que angosta es la puerta, y cuán estrecha la senda que conduce á la vida eterna; y qué pocos son los que atinan con ella!

15 Guardáos de los falsos profetas, que vienen á vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son lobos voraces:

16 por sus frutos ú obras los conoceréis. ¿Acaso se cogen uvas de los espinos, ó higos de las zarzas?

17 Así es que todo árbol bueno produce buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos.

18 Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo darlos buenos.

19 Todo árbol, que no da buen fruto, será cortado, y echado al fuego.

20 Por sus frutos pues los podréis conocer.

21 No todo aquel que me dice: ¡Oh Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ese es el que entrará en el reino de los cielos.

22 Muchos me dirán en aquel dia del juicio: ¡Señor, Señor! ¿pues no hemos nosotros profetizado en tu nombre, y lanzado en tu nombre los demonios, y hecho milagros en tu nombre?

23 Mas entónces yo les protestaré: Jamás os he conocido por mios: apartáos de mí, operarios de la maldad.

24 Por tanto, cualquiera que escucha estas instrucciones, y las practica, será semejante á un hombre cuerdo que fundó su casa sobre piedra;

25 y cayeron las lluvias, y los rios salieron de madre, y soplaron los vientos, y dieron con ímpetu contra la tal casa, mas no fue destruida: porque estaba fundada sobre piedra.

26 Pero cualquiera que oye estas instrucciones que doy, y no las pone por obra, será semejante a un hombre loco que fabricó su casa sobre arena;

27 y cayeron las lluvias, y los rios salieron de madre, y soplaron los vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa, la cual se desplomó, y su ruina fue grande.

28 Al fin, habiendo Jesus concluido este razonamiento, los pueblos que le oian, no acababan de admirar su doctrina.

29 Porque su modo de instruirlos era con cierta autoridad soberana[55], y no a la manera de sus Escribas y Fariseos.


CAPÍTULO VIII.

1 Habiendo bajado Jesus del monte, le fue siguiendo una gran muchedumbre de gentes:

2 en esto, viniendo á él un Ieproso, le adoraba, diciendo: Señor, si tú quieres, puedes limpiarme.

3 Y Jesus extendiendo la mano, le tocó, diciendo: Quiero: queda limpio. Y al instante quedó curado de su lepra.

4 Y Jesus le dijo: Mira que no lo digas á nadie; pero vé á presentarte al sacerdote, y ofrece el don que Moysés ordenó [56], para que les sirva de testimonio.

5 Y al entrar en Capharnaum, le salió al encuentro un centurion, y le rogaba,

6 diciendo: Señor, un criado mío [57] esta postrado en mi casa paralítico, y padece muchísimo.

7 Dícele Jesus: Yo iré, y le curaré.

8 Y le replicó el centurion: Señor, no soy yo digno de que tú entres en mi casa; pero mándalo con tu palabra, y quedara curado mi criado.

9 Pues aun yo, que no soy mas que un hombre sujeto á otros, como tengo soldados á mi mando, digo al uno: Marcha, y él marcha; y al otro: Ven, y viene; y á mi criado: Haz esto, y lo hace.

10 Al oir esto Jesus mostró grande admiracion, y dijo á los que le seguían: En verdad os digo que ni aun en medio de Israél he hallado fé tan grande.

11 Así yo os declaro, que vendrán muchos gentiles del Oriente, y estarán á la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos;

12 mientras que los hijos del reino (los judios) serán echados fuera a las tinieblas [58]: allí será el llanto y el crujir de dientes.

13 Despues dijo Jesus al centurion: Véte, y sucédate conforme has creido. Y en aquella hora misma quedó sano el criado.

14 Habiendo despues Jesus ido á casa de Pedro, vió á la suegra de este en cama, con calentura:

15 y tocándole la mano, se le quitó la calentura: con eso se levantó luego de la cama, y se puso á servirles.

16 Venida la tarde, le trajeron muchos espirituados; y con su palabra echaba los espíritus malignos, y curó á todos los dolienles:

17 verificándose con eso lo que predijo el Profeta Isaias, diciendo [59]: Él mismo ha cargado con nuestras dolencias, y ha tomado sobre sí nuestras enfermedades.

18 Viéndose Jesus un dia cercado de mucha gente, dispuso pasar á la ribera opuesta del lago de Genezareth.

19 Y arrimándosele cierto Escriba, le dijo: Maestro, yo te seguiré, á donde quiera que fueres.

20 Y Jesus le respondió: Las raposas tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene sobre qué reclinar la cabeza.

21 Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíleme que antes de seguirte, vaya á dar sepultura á mi padre.

22 Mas Jesus le respondió: Sígueme tú, y deja que los muertos, ó gentes que no tienen la vida de la fé, entierren á sus muertos [60].

23 Entró pues en una barca acompañado de sus discípulos;

24 y hé aqui que se levantó una tempestad tan recia en el mar, que las ondas cubrían la barca, mas Jesus estaba durmiendo.

25 Y acercándose á él sus discípulos, le deSpertaron, diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos.

26 Díceles Jesus: ¿De qué temeis, oh hombres de poca fé? Entónces puesto en pié, mandó á los vientos y al mar que se apaciguáran, y siguióse una gran bonanza.

27 De lo cual asombrados todos los que estaban allí, se decian: ¿Quién es este, que los vientos y el mar le obedecen?

28 Desembarcado en la otra ribera del lago en el pais de los gerasenos [61], fueron al encuentro de él, saliendo de los sepulcros [62] en que habitaban, dos endemoniados tan furiosos que nadie osaba transitar por aquel camino.

29 Y luego empezaron á gritar, diciendo: ¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, oh Jesus Hijo de Dios? ¿Has venido acá con el fin de atormentarnos antes de tiempo?

30 Estaba no léjos de allí una gran piara de cerdos paciendo.

31 Y los demonios le rogaban de esta manera: Si nos echas de aquí, envíanos á esa piara de cerdos [63].

32 Y él los dijo: ld. Y habiendo ellos salido, entraron en los cerdos; y hé aquí que toda la piara corrió impetuosamente á despeñarse por un derrumbadero en el mar de Genezareth; y quedaron ahogados en las aguas.

33 Los porqueros echaron a huir; y llegados á la ciudad, lo contaron todo, y en particular lo de los endemoniados.

34 Al punto toda la ciudad salió en busca de Jesus; y al verle, le suplicaron que se retirase de su país.
CAPÍTULO IX.
Confirma Jesus su doctrina con nuevos milagros: curacion de un paralítico: vocacion de S. Malheo: libra de un flujo de sangre á una muger: resucita á la hija de Jairo: cura, á dos ciegos y á un endemoniado mudo. Blasfemias de los Fariseos: parábola de la mies y de los trabajadores.

1 Y subiendo en la barca, repaso el lago, y vino á la ciudad de su residencia ó á Capharnaum.

2 Cuando hé aquí que le presentaron un paralítico postrado en un lecho. Y al ver Jesus su fé [64], dijo al tullido: Ten confianza, hijo mio, que perdonados te son tus pecados.

3 A lo que ciertos Escribas dijeron luego para consigo: Este blasfema.

4 Mas Jesus viendo sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensais mal en vuestros corazones?

5 ¿Qué cosa es mas fácil, el decir: Se te perdonan tus pecados; ó el decir: Levántate y anda?

6 Pues para que sepais que el Hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar pecados, Levántate, dijo al mismo tiempo al paralítico: toma tu lecho, y vete á tu casa.

7 Y levantóse, y fuese á su casa.

8 Lo cual viendo las gentes, quedaron poseidas de un santo temor, y dieron gloria á Dios, por haber dado tal potestad á los hombres.

9 Partido de aquí Jesus, vió á un hombre sentado al banco ó mesa de las alcabalas, llamado Matheo. Y le dijo: Sígueme. Y él levántandose luego, le siguió.

10 Y sucedió que estando Jesus á la mesa en la casa de Matheo, vinieron muchos publicanos y gentes de mala vida, que se pusieron á la mesa á comer con él, y con sus discípulos.

11 Y al verlo los Fariseos, decian á sus discípulos: ¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?

12 Mas Jesus oyéndolo, les dijo: No son los que están sanos, sino los enfermos, los que necesitan de médico.

13 Id pues á aprender lo que significa: Mas estimo la misericordia, que el sacrificio [65]. Porque los pecadores son, y no los justos, á quienes he venido yo á llamar á penitencia.

14 Entonces se presentaron á Jesus los discípulos de Juan, y le dijeron: ¿Cuál es el motivo por que, ayunando frecuentemente nosotros y los Fariseos, tus discípulos no ayunan?

15 Respondióles Jesus: ¿Acaso los amigos del esposo pueden andar afligidos ó llorosos, mientras el esposo esta con ellos? Ya vendrá el tiempo en que les será arrebatado el esposo; y entónces ayunarán.

16 Nadie echa un remiendo de paño nuevo á un vestido viejo: de otra suerte rasga lo nuevo parte de lo viejo, y se hace mayor la rotura.

17 Ni tampoco echan el vino nuevo en pellejos viejos, porque si esto se hace, revienta el pellejo, y el vino se derrama, y piérdense los cueros. Pero el vino nuevo échanlo en pellejos nuevos, y así se conserva lo uno y lo otro.

18 En esta conversacion estaba, cuando llegó un hombre principal ó gefe de synagoga, y adorándole, le dijo: Señor, una hija mia está á punto de morir [66]; pero ven, impon tu mano sobre ella, y vivirá.

19 Levantándose Jesus, le iba siguiendo con sus discípulos,

20 cuando hé aquí que una muger, que hacia ya doce años que padecía un flujo de sangre, vino por detrás, y tocó el ruedo de su vestido.

21 Porque decia ella entre sí: Con que pueda solamente tocar su vestido, me, veré curada.

22 Mas volviéndose Jesus, y mirándola, dijo: Hija, ten confianza; tu fé te ha curado. En efecto, desde aquel punto quedó curada la muger.

23 Venido Jesus a la casa de aquel hombre principal, y viendo a los tañedores de flautas ó música fúnebre, y el alboroto de la gente, decia:

24 Retiráos, pues no está muerta la niña, sino dormida. Y hacian burla de él.

25 Mas echada fuera la gente, entró, y la tomó de la mano. Y la niña se levantó.

26 Y divulgóse el suceso por todo aquel pais.

27 Partiendo Jesus de aquel lugar, le siguieron dos ciegos, gritando, y diciendo: Hijo de David, ten compasion de nosotros.

28 Luego que llegó a casa, se le presentaron los ciegos. Y Jesus les dijo: ¿Creeis que yo puedo hacer eso que me pedis? Dícenle: Sí, Señor.

29 Entónces les tocó los ojos, diciendo: Segun vuestra fé así os sea hecho.

30 Y se les abrieron los ojos; mas Jesus los conminó, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.

31 Ellos sin embargo al salir de allí, lo publicaron por toda la comarca.

32 Salidos estos, le presentaron un mudo [67], endemoniado.

Y arrojado el demonio, habló el mudo, y las gentes se llenaron de admiracion, y decian: Jamás se ha visto cosa semejante en Israel.

34 Los Fariseos al contrario decian: Por arte del príncipe de los demonios expele los demonios.

35 Y Jesus iba recorriendo todas las ciudades y villas, enseñando en sus synagogas, y predicando el Evangelio del reino de Dios, y curando toda dolencia, y toda enfermedad.

36 Y al ver aquellas gentes, se compadecia entrañablemente [68] de ellas, porque estaban mal paradas, y tendidas aquí y allá como ovejas sin pastor.

37 Sobre lo cual dijo á sus discípulos: La mies es verdaderamente mucha; mas los obreros pocos.

38 Rogad pues al dueño de la mies, que envíe á su mies operarios.


CAPÍTULO X.
Mision de los doce apóstoles: potestad de hacer milagros, y las instrucciones que les dió Jesus.

1 Despues de esto, habiendo convocado á sus doce discípulos, les dió potestad para lanzar los espíritus inmundos, y curar toda especie de dolencias, y enfermedades.

2 Los nombres de los doce apóstoles son estos. El primero, Simon, por sobrenombre Pedro, y Andres su hermano,

3 Santiago hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, Phelipe y Bartholomé, Thomás y Matheo el publicano, Santiago hijo de Alpheo, y Thadeo,

4 Simon el chananeo, y Júdas Iscariote, el mismo que le vendió.

5 A estos doce envió Jesus, dándoles las siguientes instrucciones: No vayais ahora á tierra de gentiles, ni tampoco entreis en poblaciones de samaritanos;

6 mas id antes en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel.

7 y predicad, diciendo: Que se acerca el reino de los cielos.

8 Y, en prueba de vuestra doctrina, curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, lanzad demonios: dad graciosamente lo que graciosamente habeis recibido.

9 No lleveis oro, ni plata, ni dinero alguno en vuestros bolsillos,

10 ni alforja para el viage, ni mas de una túnica y un calzado, ni tampoco palo ú otra arma para defenderos; porque el que trabaja, merece que le sustenten.

11 En cualquiera ciudad ó aldea en que entráreis, informáos quién hay en ella hombre de bien ó que sea digno de alojaros; y permaneced en su casa hasta vuestra partida.

12 Al entrar en la casa, la salutacion ha de ser: La paz [69] sea en esta casa.

13 Que si la casa la merece, vendrá vuestra paz á ella; mas si no la merece, vuestra paz se volverá con vosotros.

14 Caso que no quieran recibiros, ni escuchar vuestras palabras, saliendo fuera de la tal casa ó ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies.

15 En verdad os digo que Sodoma y Gomorrha seran tratadas con ménos rigor en el dia del juicio, que no la tal ciudad.

16 Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto habeis de ser prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.

17 Recatáos empero de los tales hombres. Pues os delatarán á los tribunales, y os azotarán en sus synagogas:

18 y por mi causa seréis conducidos ante los gobernadores y los reyes, para dar testimonio de mi á ellos, y á las naciones.

19 Si bien cuando os hicieren comparecer, no os dé cuidado el cómo ó lo que habeis de hablar; porque os será dado en aquella misma hora lo que hayais de decir:

20 puesto que no sois vosotros quien habla entónces, sino el Espíritu de vuestro Padre, el cual habla por vosotros.

21 Entónces un hermano entregará á su hermano á la muerte, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir;

22 y vosotros vendréis á ser odiados de todos por causa de mi nombre: pero quien perseveráre hasta el fin, este se salvará.

23 Entre tanto, cuando en una ciudad os persigan, huid á otra. En verdad os digo, que no acabaréis de convertir á las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del hombre.

24 No es el discípulo mas que su maestro, ni el siervo mas que su amo:

25 baste al discípulo, el ser tratado como su maestro; y al criado, como su amo. Si al padre de familias le han llamado Beelzebúb, ¿cuanto mas á sus domésticos?

26 Pero por eso no les tengais miedo [70]. Porque nada está encubierto, que no se haya de descubrir; ni oculto, que no se haya de saber.

27 Lo que os digo de noche, decidlo á la luz del dia; y lo que os digo al oido, predicadlo desde los terrados.

28 Nada temais á los que matan al cuerpo, y no pueden matar al alma: temed antes al que puede arrojar alma y cuerpo en el infierno.

29 ¿No es así que dos pájaros se venden por un cuarto; y no obstante ni uno de ellos caerá en tierra sin que lo disponga vuestro Padre?

30 Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.

31 No teneis pues que temer: valeis vosotros mas que muchos pájaros.

32 En suma, á todo aquel que me reconociere y confesáre por Mesías delante de los hombres, yo tambien le reconoceré y me declararé por él delante de mi Padre, que está en los cielos;

33 mas á quien me negáre delante de los hombres, yo tambien le negaré delante de mi Padre, que está en los cielos.

34 No teneis que pensar que yo haya venido á traer la paz [71] á la tierra: no he venido á traer la paz, sino la guerra;

35 pues he venido á separar al hijo de su padre, y á la hija de su madre, y á la nuera de su suegra:

36 y los enemigos del hombre serán las personas de su misma casa.

37 Quien ama al padre ó á la madre mas que á mí, no merece ser mio; y quien ama al hijo ó á la hija mas que á mí, tampoco merece ser mio.

38 Y quien no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí.

39 Quien á costa de su alma conserva su vida, la perderá; quien perdiere su vida por amor mio, la volverá á hallar.

40 Quien á vosotros recibe, á mí me recibe; y quien á mí me recibe, recibe á aquel que me ha enviado á mí.

41 El que hospeda á un Profeta en atencion á que es Profeta, recibirá premio de Profeta; y el que hospeda á un justo en atencion á que es justo, tendrá galardon de justo.

Y cualquiera que diere de beber á uno de estos pequeñuelos un vaso de agua fresca [72] solamente por razon de ser discípulo mio, os doy mi palabra, que no perderá su recompensa.

CAPÍTULO XI.
Juan Bautistaa envía dos de sus discípulos á Jesus: lo que con esta ocasion dijo Jesus sobre Juan á sus oyentes: ciudades incrédulas: el yugo del Señor es suave.

1 Como hubiese Jesus acabado de dar estas instrucciones á sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en las ciudades de ellos.

2 Pero Juan habiendo en la prision oido las obras maravillosas de Christo, envió dos de sus discípulos á preguntarle:

3 ¿Eres tú el Mesías que ha de venir, ó debemos esperar á otro?

4 A lo que Jesus les respondió: Id y contad á Juan lo que habeis oido, y visto.

5 Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia el Evangelio á los pobres;

6 y bienaventurado aquel que no tomáre de mí ocasion de escándalo.

Luego que se fueron estos, empezó Jesus á hablar de Juan, y dijo al pueblo: ¿Qué es lo que salísteis á ver en el desierto? ¿alguna caña que á todo viento se mueve?

8 Decidme si no, ¿qué salisteis á ver? ¿á un hombre vestido con lujo y afeminacion? Ya sabeis que los que visten así, en palacios de reyes están.

9 En fin, ¿qué salísteis á ver? ¿á algun Profeta? Eso sí, yo os lo aseguro, y aun mucho mas que Profeta.

10 Pues él es de quien está escrito [73]: Mira que yo envío mi ángel ante tu presencia, el cual irá delante de tí disponiéndote el camino.

11 En verdad os digo, que no ha salido á luz entre los hijos de mugeres alguno mayor que Juan Bautista: si bien el que es menor en el reino de los cielos, es superior á el [74].

12 Y desde el tiempo de Juan Bautista hasta el presente, el reino de los cielos se alcanza á viva fuerza, y los que se la hacen á sí mismos, son los que le arrebatan [75].

13 Porque todos los Profetas, y la Ley hasta Juan, pronunciaron lo porvenir;

14 y si quereis entenderdo, el mismo es aquel Elías que debia venir.

15 El que tiene oidos para entender, entiéndalo.

16 Mas ¿á quién compararé yo esta raza de hombres? Es semejante á los muchachos sentados en la plaza, que dando voces á otros de sus compañeros,

17 les dicen: Os hemos entonado cantares alegres, y no habeis bailado; cantares lúgubres, y no habeis llorado.

18 Así es que vino Juan, que casi no come, ni bebe, y dicen: Está poseído del demonio.

19 Ha venido el Hijo del hombre, que come, y bebe, y dicen: Hé aquí un gloton, y un vinoso, amigo de publicanos, y gentes de mala vida [76]. Pero queda la divina sabiduría justificada para con sus hijos.

20 Entonces comenzó á reconvenir á las ciudades donde se habian hecho muchísimos de sus milagros, porque no habian hecho penitencia.

21 ¡Ay de tí, Corozain! ¡ay de tí, Bethsaida! que si en Tyro y en Sidon se hubiesen hecho los milagros que se han obrado en vosotras, tiempo há que habrian hecho penitencia, cubiertas de ceniza y de cilicio [77].

22 Por tanto os digo, que Tyro y Sidon serán ménos rigorosamente tratadas en el dia del juicio, que vosotras.

23 Y tú, Capharnaum, ¿piensas acaso levantarte hasta el cielo? seras, sí, abatida hasta el infierno; porque, si en Sodoma se hubiesen hecho los milagros que en tí, Sodoma quizá subsistiera aun hoy dia.

24 Por eso te digo, que el pais de Sodoma en el dia del juicio será con ménos rigor que tú castigado.

25 Por aquel tiempo exclamó Jesus diciendo: Yo te glorifico, Padre mio, señor de cielo y tierra, porque has tenido encubiertas estas cosas á los sabios y prudentes del siglo y las has revelado los pequeñuelos.

26 Si, Padre mio, alabado seas, por haber sido de tu agrado que fuese así.

27Todas las cosas las ha puesto mi Padre en mis manos. Pero nadie conoce al Hijo, sino el Padre; ni conoce ninguno al Padre, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo habrá querido revelarlo.

28 Venid á mí todos los que andais agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré.

29 Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazon; y hallaréis el reposo para vuestras almas.

30 Porque suave es mi yugo, y ligero el peso mio.
CAPÍTULO XII.
Defiende Jesu-Christo á sus discípulos de la murmuracion de los Fariseos con motivo de la observancia del sábado: cura á uno que tenia seca la mano, y á un endemoniado mudo y ciego. Habla del pecado contra el Espíritu santo. Milagro de Jonás: ninivitas: reina del Mediodia

1 Por aquel tiempo [78] pasando Jesus en el dia de sábado por junto á unos sembrados, sus discípulos teniendo hambre, empezaron á coger espigas, y comer los granos.

2 Y viéndolo los Fariseos, le dijeron: Mira que tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.

3 Pero él les respondió: ¿No habeis leido lo que hizo David, cuando él y los que le acompañaban, se vieron acosados de la hambre;

4 cómo entró en la Casa de Dios, y comió los panes de la proposicion [79], que no era lícito comer ni á él ni á los suyos, sino á solos los sacerdotes?

5 ¿O no habeis leido en la Ley, cómo los sacerdotes en el Templo trabajan en el sábado, y con todo eso no pecan?

6 Pues yo os digo, que aquí está uno que es mayor que el Templo.

7 Que si vosotros supiéseis bien lo que significa: Mas quiero la misericordia, que no el sacrificio [80]; jamás hubiérais condenado á los inocentes.

8 Porque el hijo del hombre es dueño aun del sábado.

9 Habiendo partido de allí, entró en la synagoga de ellos,

10 donde se hallaba un hombre que tenia seca una mano; y preguntaron á Jesus, para hallar motivo de acusarle: ¿Si era lícito curar en dia de sábado?

11 Mas él les dijo: ¿Qué hombre habrá entre vosotros, que tenga una oveja, y si esta cae en una fosa en dia de sábado, no la levante y saque fuera?

12 ¿Pues cuánto mas vale un hombre que una oveja? Luego es lícito el hacer bien en dia de sábado.

13 Entonces dijo al hombre: Extiende esa mano. Estiróla, y quedó tan sana como la otra.

14 Mas los Fariseos, en saliendo, se juntaron para urdir tramas contra él, y perderle.

15 Pero Jesus entendiendo esto, se retiró; y muchos enfermos le siguieron, y á todos ellos los curó,

16 previniéndoles fuertemente que no le descubriesen.

17 Con lo cual se cumplió la profecía de Isaias, que dice [81]:

18 Ved ahí el siervo mio, á quien yo tengo elegido; el amado mio, en quien mi alma se ha complacido plenamente. Pondré sobre él mi espíritu, y anunciará la justicia a las naciones.

19 No contenderá con nadie, no voceará, ni oirá ninguno su voz ó gritar en las plazas:

20 no quebrara la caña cascada, ni acabara de apagar la mecha que aun humea, hasta que haga triunfar la justicia de su causa:

21 y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.

22 Fuele á la sazon traido un endemoniado [82], ciego y mudo, y le curó, de modo que desde luego comenzó a hablar y ver.

23 Con lo que todo el pueblo quedó asombrado, y decia: ¿Es este tal vez el Hijo de David, el Mesías?

24 Pero los Fariseos oyéndolo, decian: Este no lanza los demonios sino por obra de Beelzebúb, príncipe de los demonios.

25 Entonces Jesus penetrando sus pensamientos, díjoles: Todo reino dividido en facciones contrarias, será desolado; y cualquiera ciudad, ó casa dividida en bandos, no subsistirá.

26 Y si Satanás echa fuera á Satanás, es contrario á sí mismo: ¿cómo pues ha de subsistir su reino?

27 Que si yo lanzo los demonios en nombre de Beelzebúb, vuestros [83] hijos ¿en que nombre los echan? Por tanto esos mismos serán vuestros jueces.

28 Mas si yo echo los demonios en virtud del espíritu de Dios, síguese por cierto, que ya el reino de Dios ó el Mesías ha llegado á vosotros.

29 O si no, decidme: ¿como es posible que uno éntre en casa de algun hombre valiente, y le robe sus bienes, si primero no ata bien al valiente? entónces podrá saquearle la casa.

30 El que no está por mí, contra mi está; y el que conmigo no recoge, desparrama.

31 Por lo cual os declaro: Que cualquier pecado y qualquier blasfemia se perdonará á los hombres; pero la blasfemia contra el Espíritu de Dios no se perdonará tan fácilmente.

32 Asimismo á cualquiera que habláre contra el Hijo del hombre [84], se le perdonará; pero á quien habláre contra el Espíritu santo, despreciando su gracia, no se le perdonará ni en esta vida, ni en la otra [85].

33 O bien decid que el árbol es bueno, y bueno su fruto; ó si teneis el árbol por malo, tened tambien por malo su fruto: ya que por el fruto se conoce la calidad del árbol.

34 ¡Oh raza de víboras! ¿cómo es posible que vosotros hableis cosa buena, siendo, como sois, malos? puesto que de la abundancia del corazon habla la boca.

35 El hombre de bien del buen fondo de su corazon saca buenas cosas; y el hombre malo de su mal fondo saca cosas malas.

36 Yo os digo, que hasta de cualquiera palabra ociosa, que hablaren los hombres, han de dar cuenta en el dia del juicio.

37Porque por tus palabras habrás de ser justificado, y por tus palabras condenado.

38 Entónces algunos de los Escribas y Fariseos le hablaron, diciendo: Maestro, quisiéramos verte hacer algun milagro.

39 Mas él les respondió: Esta raza mala y adúltera pide un prodigio; pero no se le dará el que pide, sino el prodigio de Jonás Profeta.

40 Porque así como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres dias y tres noches; así el Hijo del hombre estará tres dias y tres noches en el seno de la tierra.

41 Los naturales de Nínive se levantarán en el dia del juicio contra esta raza de hombres, y la condenaran; por cuanto ellos hicieron penitencia á la predicacion de Jonás. Y con todo, el que está aquí, es mas que Jonás.

42 La reina del Mediodia hará de acusadora en el dia del juicio contra esta raza de hombres, y la condenará; por cuanto vino de los extremos de la tierra [86] para escuchar la sabiduría de Salomon; y con todo, aquí teneis quien es mas que Salomon.

43 Cuando el espíritu inmundo ha salido de algun hombre, anda vaguendo por lugares áridos, buscando hacer asiento, sin que lo consiga.

44 Entonces dice: Tornaréme á mi casa de donde he salido. Y volviendo á ella la encuentra desocupada, bien barrida y alhajada.

45 Con eso va, y toma consigo otros siete [87] espíritus peores que él, y entrando habitan allí: con que viene á ser el postrer estado de aquel hombre mas lastimoso que el primero [88]. Así ha de acontecer a esta raza de hombres perversísima.

46 Todavia estaba él platicando al pueblo, y hé aquí su madre y sus hermanos [89] estaban fuera, que le querian hablar.

47 Por lo que uno le dijo: Mira que tu madre y tus hermanos están allí fuera preguntando por tí.

48 Pero él respondiendo al que se lo decia, replicó: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?

49 Y mostrando con la mano á sus discípulos: Estos, dijo, son mi madre y mis hermanos.

50 Porque cualquiera que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

CAPÍTULO XIII.
Predtica Jesus en parábolas, y descífraselas á los apóstoles: parábola del sembrador, del grano de mostaza, de la levadura, del tesoro escondido, de la perla preciosa, de la red llena de peces. El Profeta sin honor en su patria.

1 En aquel dia saliendo Jesus de casa, fue y sentóse á la orilla del mar.

2 Y se juntó al rededor de él un concurso tan grande de gentes, que le fue preciso entrar en una barca y tomar asiento en ella: y todo el pueblo estaba en la ribera;

3 al cual habló de muchas cosas por medio de parábolas, diciendo: Salió una vez cierto sembrador á sembrar.

4 Y al esparcir los granos, algunos cayeron cerca del camino, y vinieron las aves del cielo, y se los comieron.

5 Otros cayeron en pedregales, donde habia poca tierra, y luego brotaron, por estar muy someros en la tierra;

6 mas nacido el sol se quemaron, y se secaron, porque casi no tenian raíces.

7 Otros granos cayeron entre espinas, y crecieron las espinas, y los sofocaron.

8 Otros en fin cayeron en buena tierra, y dieron fruto, dónde ciento por uno, dónde sesenta, y dónde treinta.

9 Quien tenga oidos para entender, entienda.

10 Acercándose despues sus discípulos le preguntaban: Por que causa les hablas por parábolas?

11 El cual les respondió: Porque á vosotros se os ha dado el privilegio de conocer los misterios del reino de los cielos; mas á ellos no se les ha dado.

12 Siendo cierto que al que tiene lo que debe tener, dársele ha aun mas, y estará sobrado; mas al que no tiene lo que debe tener, le quitarán aun lo que tiene [90].

13 Por eso les hablo con parábolas; porque ellos viendo, no miran (no consideran), y oyendo, no escuchan, ni entienden [91].

14 Con que viene á cumplirse en ellos la profecía de Isaias [92] que dice: Oiréis con vuestros oidos, y no entenderéis; y por mas que mireis con vuestros ojos, no veréis.

15 Porque ha endurecido este pueblo su corazon, y ha cerrado sus oidos, y tapado sus ojos; á fin de no ver con ellos, ni oir con los oidos, ni comprender con el corazon, por miedo de que, convirtiéndose, yo le dé la salud.

16 Dichosos vuestros ojos, porque ven, y dichosos, vuestros oidos, porque oyen.

17 Pues en verdad os digo, que muchos Profetas y justos ansiaron ver lo que vosotros estais viendo, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron.

18 Escuchad ahora la parábola del sembrador.

19 Cualquiera que oye la palabra del reino de Dios ó del Evangelio, y no pára en ella su atencion, viene el mal espíritu y le arrebata aquello que se habia sembrado en su corazon: este es el sembrado junto al camino.

20 El sembrado en tierra pedregosa, es aquel que oye la palabra de Dios, y por el pronto la recibe con gozo;

21 mas no tiene interiormente raiz, sino que dura poco; y en sobreviniendo la tribulacion y persecucion por causa de la palabra ó del Evangelio, luego le sirve esta de escándalo.

22 El sembrado entre espinas, es el que oye la palabra de Dios; mas los cuidados de este siglo y el embeleso de las riquezas, la sofocan, y queda infructuosa.

23 Al contrario, el sembrado en buena tierra, es el que oye la palabra de Dios, y la medita, y produce fruto, parte ciento por uno, parte sesenta, y parte treinta.

24 Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante á un hombre, que sembró buena simiente en su campo;

25 pero al tiempo de dormir los hombres, vino cierto enemigo suyo, y sembró zizaña en medio del trigo, y se fue.

26 Estando ya el trigo en yerba, y apuntando la espiga, descubrióse asimismo la zizaña.

27 Entonces los criados del padre de familias acudieron á él, y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu campo? Pues ¿cómo tiene zizaña?

28 Respondióles: Algun enemigo mio la habrá sembrado. Replicaron los criados: ¿Quieres que vayamos a cogerla?

29 A lo que respondió: No, porque no suceda que arrancando la zizaña, arranqueis juntamente con ella el trigo.

30 Dejad crecer uno y otro hasta la siega, que al tiempo de la siega yo diré á los segadores: Coged primero la zizaña, y haced gavillas de ella para el fuego, y meted despues el trigo en mi granero.

31 Propúsoles otra parábola diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que tomó en su mano un hombre, y le sembró en su campo,

32 el cual es á la vista menudísimo entre todas las semillas; mas en creciendo, viene á ser mayor que todas las legumbres, y hácese árbol, de forma que las aves del cielo bajan, y posan en sus ramas.

33 Y añadió esta otra parábola. El reino de los cielos es semejante á la levadura, que cogió una muger y mezclóla con tres satos ó celemínes de harina, hasta que toda la masa quedó fermentada.

34 Todas estas cosas dijo Jesus al pueblo por parábolas, sin las cuales no solia predicarles;

35 cumpliéndose lo que habia dicho el Profeta [93]: Abriré mi boca para hablar con parábolas, publicaré cosas misteriosas que han estado ocultas desde la creacion del mundo.

36 Entonces Jesus, despedido el auditorio, volvió á casa; y rodeándole sus discípulos, le dijeron: Esplícanos la parábola de la zizaña sembrada en el campo.

37 El cual les respondió: El que siembra la buena simiente, es el Hijo del hombre.

38 El campo es el mundo: la buena simiente son los hijos del reino: la zizaña los hijos del maligno espíritu.

39 El enemigo que la sembró, es el diablo: la siega es el fin del mundo: los segadores son los ángeles.

40 Y así como se recoge la zizaña y se quema en el fuego, asi sucederá al fin del mundo:

41 enviará el Hijo del hombre á sus ángeles, y quitaran de su reino a todos los escandalosos, y á cuantos obran la maldad;

42 y los arrojarán en el horno del fuego. Allí será el llanto y el crujir de dientes.

43 Al mismo tiempo los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oidos para entenderlo, entiéndalo.

44 Es tambien semejante el reino de los cielos á un tesoro escondido en el campo, que si lo halla un hombre, lo encubre de nuevo, y gozoso del hallazgo va, y vende todo cuanto tiene, y compra aquel campo.

45 El reino de los cielos es asimismo semejante á un mercader, que trata en perlas finas.

46 Y viniéndole a las manos una de gran valor, va, y vende todo cuanto tiene, y la compra.

47 Tambien es semejante el reino de los cielos á una red barredera, que echada en el mar allega todo género de peces:

48 la cual, en estando llena, sácanla los pescadores y sentados en la orilla, van escogiendo los buenos y los meten en sus cestos, y arrojan los de mala calidad.

49 Así sucederá al fin del siglo: saldrán los ángeles, y separarán á los malos de entre los justos,

50 y arrojarlos han en el homo de fuego: allí será el llanto y el crujir de dientes.

51 ¿Habeis entendido bien todas estas cosas? Sí, Señor, le respondieron.

52 Y él añadió: Por eso todo doctor, bien instruido en lo que mira al reino de los cielos, es semejante á un padre de familias, que va sacando de su repuesto cosas nuevas y cosas antiguas, segun conviene.

53 Concluido que hubo Jesus estas parábolas, partió de allí [94].

54 Y pasando á su patria, se puso á enseñar en las synagogas de sus naturales, de tal manera que no cesaban de maravillarse, y se decian: ¿De donde le ha venido á este tal sabiduría, y tales milagros?

55 Por ventura ¿no es el hijo del artesano [95] ó carpintero? ¿Su madre no es la que se llama María? ¿No son sus primos hermanos Santiago, Joseph, Simon y Júdas?

56 ¿y sus primas hermanas [96] no viven todas entre nosotros? Pues ¿de donde le vendrán á este todas estas cosas?

57 Y estaban como escandalizados de él. Jesus empero les dijo: No hay Profeta sin honra, sino en su patria, y en la propia casa.

58 En consecuencia hizo aquí muy pocos milagros, á causa de su incredulidad.

CAPÍTULO XIV.
Muerte de Juan Bautista: milagro de los cinco panes: Jesus camina y hace caminar á San Pedro sobre las olas del mar; y sana á todos los enfermos que se le presentan ó tocan su vestido.
1 Por aquel tiempo Heródes el tetrarchà [97] oyó lo que la fama publicaba de Jesus,

2 y dijo á sus cortesanos: Este es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso resplandece tanto en él la virtud de hacer milagros.

3 Es de saber que Heródes prendió áJuan, y atado con cadenas le metió en la cárcel por causa de Herodías muger de su hermano.

4 Porque Juan le decia: No te es lícito tenerla por muger.

5 Y Heródes bien queria hacerle morir, pero no se atrevia por temor del pueblo; porque todos tenian á Juan por un Profeta.

6 Mas en la celebridad del cumpleáños de Heródes, salió á bailar la hija de Herodías en medio de la corte; y gustó tanto á Heródes,

7 que la prometió con juramento darla cualquiera cosa que le pidiese.

8 Con eso ella, prevenida antes por su madre, Dame aquí, dijo, en una fuente ó plato la cabeza de Juan Bautista.

9 Contristóse el rey: sin embargo en atencion al juramento [98], y á los convidados, mandó dársela.

10 Y así envió á degollar á Juan en la cárcel.

11 En seguida fue traída su cabeza en una fuente,

13 Jesus pues habiendo oido aquello que Heródes decia de él, retiróse de allí por mar á un lugar desierto, fuera de poblado; mas entendiéndolo las gentes, salieron de sus ciudades, siguiéndole á pié por tierra.

14 Y Jesus al salir del barco, viendo tan gran gentío, se movió á lástima, y curó á sus enfermos.

15 Al caer de la tarde, sus discípulos se llegaron á él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora es ya pasada: despacha esas gentes para que vayan á las poblaciones á comprar que comer.

16 Pero Jesus les dijo: No tienen necesidad de irse: dadles vosotros de comer.

17 A lo que respondieron: no tenemos aquí mas de cinco panes y dos peces.

18 Díjoles él: Traédmelos acá.

19 Y habiendo mandado sentar á todos sobre la yerba, tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, los bendijo, y partió, y dió los panes á los discípulos, y los discípulos los dieron [99] á la gente.

20 Y todos comieron, y se saciaron; y de lo que sobró, recogieron doce canastos llenos de pedazos.

21 El número de los que comieron, fue de cinco mil hombres, sin contar mugeres y niños.

22 Inmediatamente despues Jesus obligó a sus disciípulos á embarcarse, é ir á esperarle al otro lado del lago, mientras que despedia á los pueblos.

23 Y despedidos estos, se subió solo á orar en un monte, y entrada la noche se mantuvo allí solo:

24 entre tanto la barca estaba en medio del mar batida reciamente de las olas, por tener el viento contrario.

25 Cuando ya era la cuarta vela [100] de la noche, vino Jesus ácia ellos caminando sobre el mar.

26 Y viéndole los discípulos caminar sobre el mar, se conturbaron, y dijeron: Es una fantasma; y llenos de miedo comenzaron á gritar.

27 Al instante Jesus les habló, diciendo: Cobrad ánimo: soy yo, no tengais miedo.

28 Y Pedro respondió: Señor, si eres tu, mándame ir ácia tí sobre las aguas.

29 Y él le dijo: Ven. Y Pedro bajando de la barca, iba caminando sobre el agua para llegar á Jesus.

30 Pero viendo la fuerza del viento, se atemorizó; y empezando luego á hundirse, dió voces diciendo: Señor, sálvame.

31 Al punto Jesus, extendiendo la mano, le cogió del brazo, y le dijo: Hombre de poca fé, ¿por que, has titubeado?

32 Y luego que subieron á la barca, calmo el viento.

33 Mas los que dentro estaban, se acercaron á el y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres tú el Hijo de Dios [101].

34 Atravesado luego el lago, arribaron á tierra de Gennesaret.

35 Y habiéndole conocido los moradores de ella, luego enviaron aviso por todo aquel territorio, y le trajeron todos los enfermos;

36 y le pedian por gracia el tocar solamente la orla de su vestido. Y todos cuantos la tocaron, quedaron sanos.

CAPÍTULO XV.
Condena Jesus las tradiciones humanas opuestas á los preceptos divinos. Cura á la hija de la chânanea que da muestras de grande fé; y da de comer en el desierto á una gran muchedumbre de gente con siete panes y algunos peces.

1 En esta sazon ciertos Escribas y Fariseos que habian llegado de Jerusalem, le dijeron:

2 ¿Por qué motivo tus discípulos traspasan la tradi- cion de los antiguos, no lavándose las manos cuando comen?

3 Y el les respondió: ¿Y por que vosotros mismos traspasais el mandamiento de Dios por seguir vuestra tradicion? Pues que Dios tiene dicho:

4 Honra al padre, y á la madre; y tambien quien maldijere á padre, o á madre, sea condenado á muerte.

5 Mas vosotros decís: Cualquiera que dijere al padre, ó á la madre: La ofrenda que yo por mi parte ofreciere, redundará en bien tuyo;

6 ya no tiene obligacion de honrar ó asistir á su padre, ó á su madre: con lo que habeis echado por tierra el mandamiento de Dios por vuestra tradicion.

7 ¡Hipócritas! con razon profetizó de vosotros Isaías, diciendo [102]:

8 Este pueblo me honra con los labios; pero su corazon lejos está de mí.

9 En vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres [103].

10 Y habiendo llamado á sí al pueblo, les dijo. Escuchadme, y atended bien á esto.

11 No lo que entra por la boca, es lo que mancha al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que le mancha.

12 Entonces arrimándose mas sus discípulos, le dijeron: ¿No sabes que los Fariseos se han escandalizado de esto que acaban de oir?

13 Mas Jesus respondió: Toda planta que mi Padre celestial no ha plantado, arrancada será de raiz.

14 Dejadlos: ellos son unos ciegos que guian á otros ciegos; y si un ciego se mete á guiar á otro, entrambos caen en la hoya.

15 Aquí Pedro tomando la palabra le dijo: Explícanos esa parábola.

16 A que Jesus respondió: ¡Cómo! ¿tambien vosotros estais aun con tan poco conocimiento?

17 ¿Pues no conoceis que todo cuanto entra en la boca, pasa de alli al vientre, y se echa en lugares secretos?

18 Mas lo que sale de la boca, del corazon sale; y eso es lo que mancha al hombre:

19 porque del corazon es de donde salen los malos pensamientos, los homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias:

20 estas cosas sí que manchan al hombre. Mas el comer sin lavarse las manos, eso no le mancha.

21 Partido de aquí Jesus, retiróse ácia el pais de Tyro y de Sidon.

22 Cuando he aquí que una muger chânanea venida de aquel territorio empezó á dar voces, diciendo: Señor, hijo de David, ten lástima de mí: mi hija es cruelmente atormentada del demonio [104]. 23 Jesus no le respondió palabra. Y sus discípulos acercándose intercedian diciéndole: Concédele lo que pide á fin de que se vaya: porque viene gritando tras nosotros.

24 A lo que Jesus respondiendo dijo: Yo no soy enviado sino á las ovejas perdidas de la casa de Israél.

25 No obstante ella se llegó y le adoró, diciendo: Señor, socórreme:

26 El cual le dió por respuesta: No es justo tomar el pan de los hijos, y echarle á los perros [105].

27 Mas ella dijo: Es verdad, Señor; pero los perritos comen á lo ménos de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

28 Entonces Jesus respondiendo, le dice: ¡Oh muger! grande es tu fé: hágase conforme tú lo deseas. Y en la hora misma su hija quedó curada.

29 De allí pasó Jesus á la ribera del mar de Galilea; y subiendo á un monte, sentóse en él.

30 Y se llegaron á él muchas gentes, trayendo consigo mudos, ciegos, cojos, baldados y otros muchos dolientes, y los pusieron á sus pies, y curólos;

31 por manera que las gentes estaban asombradas, viendo hablar á los mudos, andar á los cojos, y ver á los ciegos; y glorificaban al Dios de Israél.

32 Mas Jesus, convocados sus discípulos, dijo: Me causan compasion estos pueblos, porque tres dias hace ya que perseveran en mi compañía, y no tienen que comer; y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino.

33 Pero sus discípulos le respondieron: ¿Cómo podrémos hallar en este lugar desierto bastantes panes para saciar á tanta gente?

34 Jesus les dijo: ¿Cuántos panes teneis? Respondieron: Siete, con algunos pececillos.

35 Entonces mandó a la gente que se sentase en tierra.

36 Y él cogiendo los siete panes, y los peces, dadas las gracias, ó hecha oracion, los partió y dió á sus discípulos, y los discípulos los repartieron al pueblo.

37 Y comieron todos, y quedaron satisfechos. Y de los pedazos que sobraron, llenaron siete espuertas.

38 Los que comieron, eran cuatro mil hombres, sin contar los niños y mugeres.

39 Con eso, despidiéndose de ellos, entró en la barca; y pasó al territorio de Magedan.
CAPÍTULO XVI.
Fariseos y sadduceos confundidos: corrupcion de su doctrina: confesion y primacía de san Pedro, que poco despues es justamente reprendido.

1 Aquí vinieron á encontrarle los Fariseos y sadduceos; y para tentarle, le pidieron que les hiciese ver algun prodigio del cielo [106].

2 Mas él les respondió: Cuando va llegando la noche, decís á veces: Hará buen tiempo, porque está el cielo arrebolado.

3 Y por la mañana: Tempestad habrá hoy, porque el cielo está cubierto y encendido.

4 ¿Con que sabeis adivinar por el aspecto del cielo, y no podeis conocer las señales claras de estos tiempos de la venida del Mesías? Esta raza ó generacion mala y adúltera pide un prodigio; mas no se le dará ese que pide, sino el prodigio del Profeta Jonás. Y dejándolos se fue.

5 Sus discípulos, habiendo venido de la otra parte del lago, se olvidaron de tomar pan.

6 Y Jesus les dijo: Estad alerta y guardáos de la levadura de los Fariseos y sadduceos.

7 Mas ellos pensativos decian para consigo: Esto lo dice porque no hemos traido pan.

8 Lo que conociendo Jesus, dijo: Hombres de poca fé, ¿qué andais discurriendo dentro de vosotros, porque no teneis pan?

9 ¿Todavía estais sin conocimiento, ni os acordais de los cinco panes repartidos entre cinco mil hombres, y cuántos cestos de pedazos os quedaron?

10 ¿ni de los siete panes para cuatro mil hombres, y cuántas espuertas recogisteis de lo que sobró?

11 ¿ Cómo no conoceis que no por el pan os he dicho: Guardáos de la levadura de los Fariseos y sadduceos?

12 Entónces entendieron que no quiso decir, que se guardasen de la levadura que se pone en el pan, sino de la doctrina de los Fariseos y sadduceos.

13 Viniendo despues Jesus al territorio de Cesarea de Philippo, preguntó á sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?

14 Respondieron ellos: Unos dicen que Juan Bautista, otros Elías, otros, en fin, Jeremías, ó alguno de los Profetas.

15 Díceles Jesus: ¿Y vosotros quién decís que soy yo?

16 Tomando la palabra Simon Pedro, dijo: Tú eres el Christo ó Mesías, el Hijo de Dios vivo.

17 Y Jesus respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres Simon hijo de Joná, porque no te ha revelado eso la carne y sangre, ú hombre alguno, sino mi Padre, que está en los cielos.

18 Y yo te digo, que tú eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas ó poder del infierno no prevalecerán contra ella.

19 Y á tí te daré las llaves del reino de los cielos. Y todo lo que atares sobre la tierra, será tambien atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será tambien desatado en los cielos.

20 Entonces mandó á sus discípulos que á nadie dijesen que él era Jesus el Christo ó Mesías [107].

21 Y desde luego comenzó á manifestar a sus discípulos que convenía que fuese él á Jerusalem, y que allí padeciese mucho de parte de los Ancianos [108], y de los Escribas, y de los príncipes de los sacerdotes, y que fuese muerto, y que resucitase al tercer día.

22 Tomándole á parte Pedro, trataba de disuadirselo diciendo: ¡Ah Señor! de ningun modo: no, no ha de verificarse eso en tí.

23 Pero Jesus vuelto á él, le dijo: Quítateme de delante, Satanás, que me escandalizas [109]; porque no tienes conocimiento ni gusto de las cosas que son de Dios, sino de las de los hombres.

24 Entonces dijo Jesus á sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y cargue con su cruz, y sígame.

25 Pues quien quisiere salvar su vida obrando contra mí, la perderá; mas quien perdiere su vida por amor de mí, la encontrará.

26 Porque ¿de que le sirve al hombre el ganar todo el mundo, si pierde su alma? O ¿con qué cambio podrá el hombre rescatarla una vez perdida?

27 Ello es que el Hijo del hombre ha de venir revestido de la gloria de su Padre, acompañado de sus ángeles, á juzgar los hombres; y entónces dará el pago á cada cual conforme á sus obras.

28 En verdad os digo, que hay aquí algunos que no han de morir antes que vean al Hijo del hombre aparecer en el esplendor de su reino [110].

CAPÍTULO XVII.
Trasfiguracion de Jesus: curacion de lunático endemoniado: Jesus paga el tributo por sí y por Pedro con una moneda milagrosamente hallada.

1 Seis dias [111] despues tomó Jesus consigo á Pedro, y á Santiago, y a Juan su hermano, y subiendo con ellos solos á un alto monte,

2 se trasfiguró en su presencia. De modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestidos blancos como la nieve.

3 Y al mismo tiempo les aparecieron Moysés y Elías, conversando con él de lo que debia padecer en Jerusalem.

4 Entonces Pedro tomando la palabra, digo á Jesus: Señor, bueno es estarnos aquí: si te parece, formemos aquí tres pabellones, uno para tí, otro para Moysés, y otro para Elías.

5 Todavía estaba Pedro hablando, cuando una nube resplandeciente vino á cubrirlos. Y al mismo instante resonó desde la nube una voz que decia: Este es mi querido Hijo, en quien tengo todas mis complacencias: á el habeis de escuchar.

6 A cuya voz los discípulos cayeron sobre su rostro en tierra, y quedaron poseidos de un grande espanto.

7 Mas Jesus se llegó á ellos, los tocó, y les dijo: Levantáos, y no tengais miedo.

8 Y alzando los ojos, no vieron á nadie sino á solo Jesus.

9 Y al bajar del monte, les puso Jesus precepto, diciendo: No digais á nadie lo que habeis visto, hasta tanto que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.

10 Sobre lo cual le preguntaron los discípulos: ¿Pues cómo dicen los Escribas que debe venir primero Elías?

11 A esto Jesus les respondió: En efecto, Elías ha de venir [112] antes de mi segunda venida, y entónces restablecerá todas las cosas [113];

12 pero yo os declaro que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo cuanto quisieron. Así tambien harán ellos padecer al Hijo del hombre.

13 Entonces entendieron los discípulos que les habia hablado de Juan Bautista.

14 Llegado al lugar donde le aguardaban las gentes, vino un hombre, é hincadas las rodillas delante de él, le dijo: Señor, ten compasion de mi hijo, porque es lunático, y padece mucho; pues muy á menudo cae en el fuego, y frecuentemente en el agua:

15 y le he presentado á tus discípulos, y no han podido curarle.

16 Jesus en respuesta dijo: ¡Oh raza incrédula y perversa! ¿hasta cuando he de vivir con vosotros? ¿hasta cuando habré de sufriros? Traédmele acá.

17 Y Jesus amenazó al demonio, y salió del muchacho, el cual quedó curado desde aquel momento.

18 Entonces los discípulos hablaron á parte á Jesus, y le dijeron: ¿Por qué causa no hemos podido nosotros echarle?

19 Respondióles Jesus: Porque teneis poca fé. Pues ciertamente os aseguro que si tuviereis fé, tan grande como un granito de mostaza, podréis decir á ese monte: Trasládate de aquí á allá; y se trasladará, y nada os será imposible.

20 Y ademas que esta casta de demonios no se lanza sino mediante la oracion y el ayuno.

21 Mientras estaban ellos en Galilea, dijoles nuevamente Jesus: El Hijo del hombre ha de ser entregado en manos de los hombres.

22 Y le matarán, y resucitará al tercer dia. Con lo cual los discípulos se afligieron sobremanera.

23 Habiendo llegado á Capharnaum, se acercaron á Pedro los recaudadores del tributo de las dos dracmas [114], y le dijeron: ¿Qué, no paga vuestro Maestro las dos dracmas?

24 Sí por cierto, respondió. Y habiendo entrado en casa, se le anticipó Jesus diciendo: ¿Qué te parece, Simon? Los reyes de la tierra ¿de quién cobran tributo ó censo? ¿de sus mismos hijos, ó de los extraños?

25 De los extraños, dijo él. Replicó Jesus: Luego los hijos están exentos.

26 Con todo eso, por no escandalizarlos, vé al mar y tira el anzuelo, y coge el primer pez que saliere, y abriéndole la boca, hallarás una pieza de plata de cuatro dracmas: tómala, y dásela por mí, y por tí.
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CAPÍTULO XVIII.
Doctrina de Jesus sobre la humildad, sobre el pecado de escándalo, y sobre la correccion fraterna. Parábola del buen pastor. Sobre la potestad de perdonar pecados: compasion con los pecadores, y perdon de los enemigos. Parábola de los diez mil talentos.

1 En esta misma ocasion se acercaron los discípulos á Jesus, y le hicieron esta pregunta: ¿Quién será el mayor en el reino de los cielos?

2 Y Jesus, llamando á sí á un niño, le colocó en medio de ellos,

3 y dijo: En verdad os digo, que si no os volveis y haceis semejantes á los niños en la sencillez é inocencia, no entraréis en el reino de los cielos.

4 Cualquiera pues que se humilláre como este niño, ese será el mayor en el reino de los cielos.

5 Y el que acogiere á un niño tal cual acabo de decir, en nombre mio, á mi me acoge;

6 mas quien escandalizáre á uno de estos parvulillos, que creen en mí, mejor le sería que le colgasen del cuello una de esas piedras de molino que mueve un asno, y así fuese sumergido en el profundo del mar.

7 ¡Ay del mundo por razon de los escándalos! Porque si bien es forzoso [115] que haya escándalos, sin embargo ¡ay de aquel hombre que causa el escándalo!

8 Que si tu mano ó tu pié te es ocasion de escándalo [116] ó pecado, córtalos y arrójalos léjos de tí; pues mas te vale entrar en la vida eterna manco ó cojo, que con dos manos ó dos pies ser precipitado al fuego eterno.

9 Y si tu ojo es para tí ocasion de escándalo, sácale y tírale lejos de tí: mejor te es entrar en la vida eterna con un solo ojo, que tener dos ojos y ser arrojado al fuego del infierno.

10 Mirad que no desprecieis á alguno de estos pequeñitos: porque os hago saber que sus ángeles de guarda en los cielos están siempre viendo la cara de mi Padre celestial.

11 Y ademas el Hijo del hombre ha venido á salvar lo que se habia perdido.

12 Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se hubiere descarriado, ¿qué os parece que hará entonces? ¿no dejará las noventa y nueve en los montes, y se irá en busca de la que se ha descarriado?

13 y si por dicha la encuentra, en verdad os digo que ella sola le causa mayor complacencia que las noventa y nueve que no se le han perdido.

14 Así que no es la voluntad de vuestro Padre, que está en los cielos, el que perezca uno solo de estos pequeñitos.

15 Que si tu hermano pecáre contra tí, ó cayere en alguna culpa, vé y corrígele estando á solas con el [117]: si te escucha, habrás ganado á tu hermano:

16 si no hiciere caso de tí, todavía válete de una ó dos personas, á fin de que todo sea confirmado con la autoridad de dos ó tres testigos.

17 Y si no los escucháre, díselo á la iglesia; pero si ni á la misma iglesia oyere, tenle como por gentil y publicano [118].

18 Os empeño mi palabra, que todo lo que atáreis sobre la tierra, será eso mismo atado en el cielo; y todo lo que desatáreis sobre la tierra, será eso mismo desatado en el cielo.

19 Os digo mas: que si dos de vosotros se unieren entre sí sobre la tierra para pedir algo, sea lo que se fuere, les será otorgado por mi Padre que está en los cielos.

20 Porque donde dos ó tres [119] se hallan congregados en mi nombre, allí me hallo yo en medio de ellos.

21 En esta sazon, arrimándosele Pedro, le dijo: Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar á mi hermano, cuando pecáre contra mi? ¿hasta siete veces?

22 Respondióle Jesus: No te digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete, ó cuantas te ofendiere.

23 Por esto el reino de los cielos viene á ser semejante á un rey que quiso tomar cuentas á sus criados.

24 Y habiendo empezado á tomarlas, le fue presentado uno que le debia diez mil talentos.

25 Y como este no tuviese con que pagar, mandó su Señor que fuesen vendidos él, y su muger, y sus hijos con toda su hacienda, y se pagase así la deuda [120].

26 Entónces el criado, arrojándose á sus pies, le rogaba diciendo: Ten un poco de paciencia, que yo te lo pagaré todo.

27 Movido el Señor á compasion de aquel criado, le dió por libre, y aun le perdonó la deuda.

28 Mas apenas salio este criado de su presencia, encontró á uno de sus compañeros que le debia cien denarios [121]; y agarrándole por la garganta le ahogaba, diciéndole: Paga lo que me debes.

29 El compañero, arrojándose á sus pies, le rogaba diciendo: Ten un poco de paciencia conmigo, que yo te lo pagaré todo.

30 Él empero no quiso escucharle, sino que fue y le hizo meter en la cárcel hasta que le pagase lo que le debia.

31 Al ver los otros criados sus compañeros lo que pasaba, se contristaron por extremo; y fueron á contar á su Señor todo lo sucedido.

32 Entónces le llamó su Señor, y le dijo: ¡Oh criado inicuo! yo te perdoné toda la deuda, porque me lo suplicaste:

33 ¿no era pues justo que tú tambien tuvieses compasion de tu compañero, como yo la tuve de tí?

34 É irritado el Señor le entregó en manos de los verdugos, para ser atormentado hasta tanto que satisfaciera la deuda toda por entero.

35 Asi de esta manera se portará mi Padre celeslial con vosotros, si cada uno no perdonare de corazon á su hermano.

CAPÍTULO XIX.
Enseña Jesus que el matrimonio es indisoluble; y aconseja la virginidad: habla de la dificultad de salvarse los ricos; y del premio de los que renuncian por amor de él á todas las cosas.

1 Habiendo concluido Jesus estos discursos, partió de Galilea, y vino á los términos de Judea, del otro lado del Jordan,

2 á donde le siguieron gran muchedumbre de gentes, y curó allí a sus enfermos.

3 Y se llegaron á él los Faríseos para tentarle, y le dijeron: ¿Es lícito á un hombre repudiar a su muger por cualquier motivo?

4 Jesus en repuesta les dijo: ¿No habeis leido que aquel que al principio crió al linage humano, crió un solo hombre y una sola muger; y que se dijo:

5 Por tanto dejará el hombre á su padre y á su madre, y unirse ha [122] con su muger, y serán dos en una sola carne.

6 Así que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios pues ha unido, no lo desuna el hombre.

7 Pero ¿por qué, replicaron ellos, mandó Moysés dar libelo de repudio y despedirla?

8 Díjoles Jesus: A causa de la dureza de vuestro corazon os permitió Moysés repudiar á vuestras mugeres; mas desde el principio no fue así.

9 Así pues os declaro, que cualquiera que despidiere á su muger, sino en caso de adulterio [123], y aun en este caso se casáre con otra, este tal comete adulterio; y que quien se casáre con la divorciada, tambien lo comete.

10 Dicenle sus discípulos: Si tal es la condicion del hombre con respecto á su muger, no tiene cuenta el casarse.

11 Jesus les respondió: No todos son capaces de esta resolucion, sino aquellos á quienes se les ha concedido de lo alto.

12 Porque hay unos eunucos que nacieron tales del vientre de sus madres; hay eunucos que fueron castrados por los hombres; y eunucos hay que se castraron en cierta manera á sí mismos por amor del reino de los cielos con el voto de castidad. Aquel que puede ser capaz de eso, séalo [124].

13 En esta sazon le presentaron unos niños para que pusiese sobre ellos las manos [125], y orase. Mas los discípulos creyendo que le importunaban, les reñian.

14 Jesus por el contrario les dijo: Dejad en paz á los niños, y no les estorbeis de venir á mí, porque de los que son como ellos, es el reino de los cielos.

15 Y habiéndoles impuesto las manos, ó dado la bendicion, partió de allí.

16 Acercósele entónces un hombre jóven que le dijo: Maestro bueno, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la vida eterna?

17 El cual le respondió [126]: ¿Por qué me llamas bueno? Dios solo es el bueno. Por lo demas, si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos.

18 Díjole él, ¿qué mandamientos? Respondió Jesus: No matarás; No cometerás adulterio; No hurtarás; No levantarás falso testimonio;

19 Honra á tu padre y á tu madre; y, Ama á tu prójimo como á tí mismo.

20 Dícele el jóven: Todos esos los he guardado desde mi juventud, ¿que mas me falta?

21 Respondióle Jesus: Si quieres ser perfecto, anda, y vende cuanto tienes, y dáselo á los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo: ven despues, y sígueme.

22 Habiendo oido el jóven estas palabras, se retiró entristecido; y era que tenia muchas posesiones.

23 Jesus dijo entonces á sus discípulos: En verdad os digo, que difícilmente un rico entrará en el reino de los cielos.

24 Y aun os digo mas: Es mas fácil el pasar un camello [127] por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino delos cielos.

25 Oidas estas proposiciones, los discípulos estaban muy maravillados, diciendo entre sí: Segun esto ¿quién podrá salvarse?

26 Pero Jesus mirándolos blandamente, les dijo: Para los hombres es esto imposible; que para Dios todas las cosas son posibles [128].

27 Tomando entónces Pedro la palabra, díjole: Bien ves que nosotros hemos abandonado todas las cosas, y te hemos seguido: ¿cuál será pues nuestra recompensa?

28 Mas Jesus les respondió: En verdad os digo, que vosotros que me habeis seguido, en el dia de la resurreccion universal, cuando el Hijo del hombre se sentará en el solio de su magestad, vosotros tambien os sentaréis sobre doce sillas, y juzgareis [129] á las doce tribus de Israél.

29 Y cualquiera que habrá dejado casa, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó esposa, hijos, ó heredades por causa de mi nombre, recibirá cien veces mas en bienes mas sólidos, y poseerá despues la vida eterna.

30 Y muchos que eran los primeros en este mundo; serán los últimos, y muchos que eran los últimos, serán los primeros.
CAPÍTULO XX.
Parábola de los obreros llamados á trabajar en la viña. Jesus predice su muerte y resurreccion. Responde á la pretension de la madre de los hijos de Zebedeo. Da vista á dos ciegos.

1 Porque el reino de los cielos se parece á un padre de familias, que al romper el dia salió á alquilar jornaleros para su viña,

2 y ajustándose con ellos en un denario por dia, enviólos á su viña [130].

3 Saliendo despues cerca de la hora de tercia [131], se encontró con otros que estaban mano sobre mano en la plaza,

4 y díjoles: Andad tambien vosotros á mi viña, y os daré lo que sea justo.

5 Y ellos fueron. Otras dos veces salió á eso de la hora de sexta y de la hora de nona, é hizo lo mismo.

6 Finalemente salió cerca dela hora undécima, y vió á otros que estaban todavía sin hacer nada, y les dijo: ¿Cómo os estais aquí ociosos todo el dia?.

7 Respondiéronle: Es que nadie nos ha alquilado. Díjoles: Pues id tambien vosotros á mi viña.

8 Puesto el sol, dijo el dueño de la viña á su mayordomo: Llama á los trabajadores, y págales el jornal, empezando desde los postreros y acabando en los primeros.

9 Venidos pues los que habian ido cerca de la hora undécima, recibieron un denario cada uno.

10 Cuando al fin llegaron los primeros, se imaginaron que les darian mas; pero no obstante, estos recibieron igualmente cada uno su denario.

11 Y al recibirle, murmuraban contra el padre de familias,

12 diciendo: Estos últimos no han trabajado mas que una hora, y los has igualado con nosotros, que hemos soportado el peso del dia, y del calor.

13 Mas el por respuesta dijo á uno de ellos: Amigo, yo no te hago agravio: ¿no te ajustaste conmigo en un denario?

14 Toma pues lo que es tuyo, y véte: yo quiero dar á este, bien que sea el ultimo, tanto como á tí.

15 ¿Acaso no puedo yo hacer de lo mio lo que quiero? ¿ó ha de ser tu ojo malo ó envidioso, porque yo soy bueno?

16 De esta suerte los postreros en este mundo serán primeros en el reino de los cielos, y los primeros postreros: muchos empero son los llamados, mas pocos los escogidos [132].

17 Poniéndose Jesus en camino para Jerusalem, tomó á parte á sus doce discípulos, y les dijo:

18 Mirad que vamos á Jerusalem, donde el Hijo del hombre ha de ser entregado á los príncipes de los sacerdotes y á los Escribas, y le condenarán á muerte,

19 y le entregarán á los gentiles para que sea escarnecido, y azotado, y crucificado; mas él resucitará al tercer dia [133].

20 Entónces la madre de los hijos de Zebedeo se le acerca con sus dos hijos, y le adora, manifestando querer pedirle alguna gracia.

21 Jesus le dijo: ¿Qué quieres? Y ella le respondió: Dispon que estos dos hijos mios tengan su asiento en tu reino, uno á tu derecha, y otro á tu izquierda.

22 Mas Jesus les dió por respuesta: No sabeis lo que os pedís. ¿Podeis beber el cáliz de la pasion que yo tengo de beber? Dícenle: Bien podemos.

23 Replicóles: Mi cáliz si que le beberéis; pero, el asiento á mi diestra ó siniestra no me toca concederle á vosotros, sino que será para aquellos á quienes le ha destinado mi Padre.

24 Entendiendo esto los otros diez apóstoles, se indignaron contra los dos hermanos.

25 Mas Jesus los convocó á si, y les dijo: No ignorais que los príncipes de las naciones avasallan á sus pueblos, y que sus magnates los dominan con imperio.

26 No ha de ser así entre vosotros; sino que quien aspiráre á ser mayor entre vosotros, debe ser vuestro criado;

27 y el que quiera ser entre vosotros el primero, ha de ser vuestro siervo:

28 al modo que el Hijo del hombre no ha venido á ser servido, sino á servir, y á dar su vida para redencion de muchos [134].

29 Al salir de Jerichó, le fue siguiendo gran multitud de gentes,

30 y hé aqui que dos ciegos sentados á la orilla del camino, habiendo oido decir que pasaba Jesus, comenzaron á gritar, diciendo: ¡Señor! ¡hijo de David! ten lástima de nosotros.

31 Mas las gentes los reñian para que callasen. Ellos no obstante alzaban mas el grito, diciendo: ¡Señor! ¡hijo de David [135]! apiádate de nosotros.

32 Paróse a esto Jesus, y llamándolos, les dijo: ¿Qué quereis que os haga?

33 Señor, le respondieron ellos, que se abran nuestros ojos.

34 Movido Jesus á compasion, tocó sus ojos. Y en el mismo instante vieron, y se fueron en pos de él.

CAPÍTULO XXI.
Jesus entra en Jerusalem aclamado por Mesías: echa del Templo á los que estaban allí vendiendo: maldice á una higuera; y confunde á sus émulos con parábolas y razones.

1 Acercándose á Jerusalem, luego que llegaron á la vista de Bethphage, al pié del Monte de los olivos [136], despachó Jesus á dos discípulos,

2 diciéndoles: Id á esa aldea, que se vé en frente de vosotros, y sin mas diligencia encontraréis una asna atada, y su pollino con ella: desatadlos, y traédmelos:

3 que si alguno os dijere algo, respondedle que los ha menester el Señor; y al punto os los dejará llevar.

4 Todo esto sucedió en cumplimiento de lo que dijo el Profeta [137]:

5 Decid á la hija de Sion: Mira que viene á tí tu rey lleno de mansedumbre, sentado sobre una asna y su pollino, hijo de la que esta acostumbrada al yugo.

6 Idos los discípulos, hicieron lo que Jesus les mandó,

7 y trajeron el asna, y el pollino; y los aparejaron con sus vestidos, y le hicieron sentar encima [138].

8 Y una gran muchedumbre de gentes tendian por el camino sus vestidos; otros cortaban ramos ú hojas de los árboles, y los ponian por donde habia de pasar;

9 y tanto las gentes que iban delante, como las que venian detras, clamaban, diciendo: Hosanna, salud y gloria al hijo de David: bendito sea el que viene en nombre del Señor: hosanna en lo mas alto de los cielos.

10 Entrado que hubo así en Jerusalem, se conmovió toda la ciudad, diciendo muchos: ¿Quién es este?

11 A lo que respondian las gentes: Este es Jesus, el Profeta de Nazareth de Galilea.

12 Habiendo entrado Jesus en el Templo de Dios [139], echó fuera de él á todos los que vendian allí y compraban; y derribó las mesas de los banqueros ó cambiantes, y las sillas de los que vendian las palomas para los sacrificios;

13 y les dijo: Escrito está [140]: Mí casa será llamada casa de oracion; mas vosotros la teneis hecha una cueva de ladrones.

14 Al mismo tiempo se llegaron á él en el Templo varios ciegos y cojos; y los curó.

15 Pero los príncipes de los sacerdotes y los Escribas, al ver las maravillas que hacia, y á los niños que le aclamaban en el Templo, diciendo: Hosanna al Hijo de David; se índignaron,

16 y le dijeron: ¿Oyes tú lo que dicen estos? Jesus les respondió: Sí por cierto: ¿pues qué no habeis leido jamás la profecía [141]: De la boca de los infantes y niños de pecho es de donde sacaste la mas perfecta alabanza?

17 Y dejándolos, se salió fuera de la ciudad á Bethania, y se quedó allí.

18 La mañana siguiente, volviendo á la ciudad, tuvo hambre.

19 Y viendo una higuera junto al camino, se acerco á ella; en la cual no hallando sino solamente hojas, la dijo: Nunca jamás nazca de tí fruto. Y la higuera quedó luego seca [142].

20 Lo que viendo los discípulos, se maravillaron, y decian: ¿Cómo se ha secado en un instante?

21 Y respondiendo Jesus, les dijo: En verdad os digo, que si teneis fé, y no andais vacilando, no solamente haréis esto de la higuera, sino que aun cuando digais á ese monte: Arráncate, y arrójate al mar; así lo hará.

22 Y todo cuanto pidiéreis en la oracion, como tengais fé, lo alcanzaréis.

23 Llegado al Templo, se acercaron á él, cuando estaba ya enseñando, los príncipes de los sacerdotes, y los Ancianos ó senadores del pueblo, y le preguntaron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quien te ha dado tal potestad?

24 Respondióles Jesus: Yo tambien quiero haceros una pregunta; y si me respondeis á ella, os diré luego con qué autoridad hago estas cosas.

25 ¿El bautismo de Juan de dónde era? ¿del cielo, ó de los hombres? Mas ellos discurrian para consigo, diciendo:

26 Si respondemos, del cielo, nos dirá: ¿Pues por qué no habeis creido en él? Si respondemos, de los hombres, tenemos que temer al pueblo; porque todos miraban á Juan como un Profeta.

27 Por tanto contestaron á Jesus, diciendo: No lo sabemos. Replicóles él en seguida: Pues ni yo tampoco os diré a vosotros con qué autoridad hago estas cosas.

28 ¿Y qué os parece de lo que voy á decir? Un hombre tenia dos hijos, y llamando al primero, le dijo: Hijo, vé hoy á trabajar en mi viña.

29 Y él respondió: No quiero. Pero despues, arrepentido fue.

30 Llamando al segundo, le dijo lo mismo, y aunque él respondió: Voy, señor; no fue:

31 ¿cuál de los dos hizo la voluntad del padre? El primero, dijeron ellos. Y Jesus prosiguió: En verdad os digo, que los publicanos, y las rameras os precederán y entrarán en el reino de Dios.

32 Por cuanto vino Juan á vosotros por las sendas de la justicia, y no le creísteis; al mismo tiempo que los publicanos y las rameras le creyeron: mas vosotros, ni con ver esto, os movísteis despues á penitencia para creer en él.

33 Escuchad otra parábola: Érase un padre de familias, que plantó una viña, y la cercó de vallado, y cavando hizo en ella un lagar, edificó una torre, arrendóla despues á ciertos labradores, y se ausentó á un pais lejano.

34 Venida ya la sazon de los frutos, envió sus criados á los renteros, para que percibiesen el fruto de ella.

35 Mas los renteros, acometiendo á los criados, apalearon al uno, mataron al otro, y al otro le apedrearon.

36 Segunda vez envió nuevos criados en mayor número que los primeros, y los trataron de la misma manera.

37 Por último les envió su hijo, diciendo para consigo: A mi hijo por lo ménos le respetarán.

38 Pero los renteros al ver al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero, venid, matémosle, y nos alzarémos con su herencia.

39 Y agarrándole le echaron fuera de la viña, y le mataron.

40 Ahora bien, en volviendo el dueño de la riña, ¿ qué hará á aquellos labradores?

41 Hará, dijeron ellos, que esta gente tan mala perezca miserablemente [143]; y arrendará su viña á otros labradores que le paguen los frutos á sus tiempos.

42 ¿Pues no habeis jamas leido en las Escrituras, les añadió Jesus: La piedra que desecharon los fabricantes, esa misma vino á ser la clave del ángulo? El Señor es el que ha hecho esto en nuestros dias, y es una cosa admirable á nuestros ojos [144].

43 Por lo cual os digo, que os será quitado á vosotros el reino de Dios, y dado á gentes que rindan frutos de buenas obras.

44 Ello es, que quien se escandalizáre ó cayere sobre esta piedra, se hará pedazos; y ella hará añicos á aquel sobre quien cayere en el dia del juicio.

45 Oidas estas parábolas de Jesus, los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos entendieron que hablaba por ellos.

46 Y queriendo prenderle, tuvieron miedo al pueblo; porque era mirado como un Profeta,

CAPÍTULO XXII.
Parábola del rey que convidó á las bodas de su hijo. Si debe pagarse el tributo al César. Doctrina sobre la resurreccion. Amor de Dios y del prójimo. Christo hijo y señor de David.

1 Entre tanto Jesus, prosiguiendo la plática, les habló de nuevo por parábolas, diciendo:

2 En el reino de los cielos acontece lo que á cierto rey, que celebró las bodas de su hijo.

3 Y envió sus criados a llamar los convidados á las bodas, mas estos no quisieron venir.

4 Segunda vez despachó nuevos criados, con órden de decir de su parte á los convidados: Tengo dispuesto el banquete, he hecho matar mis terneros y demas animales cebados, y todo está á punto: venid pues á las bodas.

5 Mas ellos no hicieron caso; antes bien se marcharon, quién á su granja, y quién a su tráfico ordinario:

6 los demas cogieron á los criados, y despues de haberlos llenado de ultrajes, los mataron.

7 Lo cual oido por el rey, montó en cólera: y enviando sus tropas, acabó con aquellos homicidas, y abrasó su ciudad.

8 Entonces dijo á sus criados: Las prevenciones para las bodas están hechas; mas los convidados no eran dignos de asistir á ellas;

9 id pues á las salidas de los caminos, y á todos cuantos encontreis, convidadlos á las bodas.

10 Al punto los criados saliendo á los caminos reunieron á cuantos hallaron, malos y buenos; de suerte que la sala de las bodas se llenó de gentes que se pusieron a la mesa.

11 Entrando despues el rey á ver los convidados, reparo allí en un hombre que no iba con vestido de boda.

12 Y díjole: Amigo, ¿cómo has entrado tú aquí sin vestido de boda? Pero él enmudeció.

13 Entonces dijo el rey á sus ministros de justicia: Atado de pies y manos, arrojadle fuera á las tinieblas; donde no habrá sino llanto, y crujir de dientes.

14 Tan cierto es que muchos son los llamados, y pocos los escogidos.

15 Entonces los Fariseos se retiraron á tratar entre sí, cómo podrian sorprenderle en lo que hablase.

16 Y para esta le enviaron sus discípulos con algunos herodianos [145], que le dijeron: Maestro, sabemos que eres veraz, y que enseñas el camino ó la Ley de Dios conforme á la pura verdad, sin respeto á nadie, porque no miras á la calidad de las personas:

17 esto supuesto, dinos que te parece de esto: ¿es ó no es lícito á los judíos, pueblo de Dios, pagar tributo á César [146]?

18 A lo cual Jesus, conociendo su refinada malicia, respondió: ¿Por qué me tentais, hipócritas?

19 enseñadme la moneda con que se paga el tributo. Y ellos le mostraron un denario.

20 Y Jesus les dijo: ¿De quién es esta imágen, y esta inscripcion?

21 Respóndenle: De César. Entonces les replicó: Pues dad á César lo que es de César, y á Dios lo que es de Dios.

22 Con cuya respuesta quedaron admirados, y dejándole, se fueron.

23 Aquel mismo dia vinieron los sadduceos, que niegan la resurreccion, á proponerle este caso:

24 Maestro, Moysés ordenó que si alguno muere sin hijos, el hermano se case con su muger, para dar succesion á su hermano.

25 Es el caso que habia entre nosotros siete hermanos: casado el primero, vino á morir, y no teniendo succesion, dejó su muger á su hermano.

26 Lo mismo acaeció al segundo, y al tercero, hasta el séptimo.

27 Y despues de todos ellos murió la muger.

28 Ahora pues, así que llegue la resurreccion, ¿de cuál de los siete ha de ser muger, supuesto que lo fue de todos?

29 A lo que Jesus les respondió: Muy errados andais, por no entender las Escrituras, ni el poder de Dios,

30 Porque despues de la resurreccion ni los hombres tomarán mugeres, ni las mugeres tomarán maridos; sino que serán como los ángeles de Dios en el cielo.

31 Mas tocante á la resurreccion de los muertos, ¿no habeis leido las palabras que Dios os tiene dichas:

32 Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Ahora pues, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.

33 Lo que habiendo oido el pueblo, estaba asombrado de su doctrina.

34 Pero los Fariseos, informados de que habia tapado la boca á los sadduceos, se mancomunaron;

35 y uno de ellos, doctor de la ley, le preguntó para tentarle:

36 Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?

37 Respondióle Jesus: Amarás al Señor Dios tuyo de todo tu corazon, y con toda tu alma, y con toda tu mente.

38 Este es el máximo y primer mandamiento.

39 El segundo es semejante á este, y es: Amarás á tu prójimo como á tí mismo.

40 En estos dos mandamientos está cifrada toda la Ley y los Profetas.

41 Estando aquí juntos los Fariseos, Jesus les hizo esta pregunta:

42 ¿Que os parece á vosotros del Christo ó Mesías? ¿de quién es hijo? Décenle: De David.

43 Replicóles: ¿Pues como David en espíritu profético le llama su Señor, cuando dice:

44 Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra, mientras tanto que yo pongo á tus enemigos por peana de tus pies?

45 Pues si David le llama su Señor, ¿como cabe que sea hijo suyo?

46 A lo cual nadie pudo responderle una palabra; ni hubo ya quien desde aquel dia osase hacerle mas preguntas.

CAPÍTULO XXIII.
Condena Jesus el rigor extremado de los Fariseos en la doctrina que enseñan al pueblo: habla de su hipocresía y soberbia; de las falsas explicaciones que dan á la Ley: de la muerte violenta de los Profetas, y de la ruina de Jerusalem.

1 Entonces dirigiendo Jesus su palabra al pueblo, y á sus discípulos,

2 les dijo: Los Escribas, ó doctores de la Ley, y los Fariseos están sentados en la cátedra de Moysés.

3 Practicad pues, y haced todo lo que os dijeren; pero no arregleis vuestra conducta por la suya: porque ellos dicen lo que se debe hacer, y no lo hacen.

4 El hecho es que van liando cargas pesadas é insoportables, y las ponen sobre los hombros de los demas, cuando ellos no quieren ni aplicar la punta de el dedo para moverlas.

5 Todas sus obras las hacen con el fin de ser vistos de los hombres: por lo mismo llevan las palabras de la Ley en filacterias mas anchas, y mas largas las franjas ú orlas de su vestido.

6 Aman tambien los primeros asientos en los banquetes, y las primeras sillas en las synagogas,

7 y el ser saludados en la plaza, y que los hombres les den el título de maestros ó doctores.

8 Vosotros por el contrario no habeis de querer ser saludados maestros; porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.

9 Tampoco habeis de aficionaros á llamar á nadie sobre la tierra padre [147] vuestro, pues uno solo es vuestro verdadero Padre, el cual está en los cielos.

10 Ni debeis preciaros de ser llamados maestros; porque el Christo es vuestro único maestro.

11 En fin, el mayor entre vosotros ha de ser ministro ó criado vuestro.

12 Que quien se ensalzáre, será humillado, y quien se humilláre, será ensalzado.

13 Pero ¡ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! que cerrais el reino de los cielos á los hombres; porque ni vosotros entrais, ni dejais entrar á los que entrarian, impidiéndoles que crean en mí.

14 ¡Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! que devorais las casas de las viudas, con el pretexto de hacer largas oraciones: por eso recibiréis sentencia mucho mas rigorosa [148].

15 ¡Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! porque andais girando por mar y tierra, á trueque de convertir un gentil; y despues de convertido, le haceis con vuestro ejemplo y doctrina digno del infierno dos veces mas que vosotros.

16 ¡Ay de vosotros, guias ó conductores ciegos! que decís: El jurar uno por el Templo, no es nada, no obliga; mas quien jura por el oro del Templo, está obligado.

17 ¡Necios y ciegos! ¿qué vale mas, el oro, ó el Templo, que santifica al oro?

18 Y si alguno (decís) jura por el altar, no importa; mas quien juráre por la ofrenda puesta sobre él, se hace deudor.

19 ¡Ciegos! ¿qué vale mas, la ofrenda, ó; el altar que santifica la ofrenda?

20 Cualquiera pues que jura por el altar, jura por él, y por todas las cosas que se ponen sobre él.

21 Y quien jura por el Templo, jura por él, y por aquel Señor que le habita.

22 Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está en él sentado.

23 ¡Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! que pagais diezmo hasta de la yerbabuena, y del eneldo, y del comino, y habeis abandonado las cosas mas esenciales de la Ley, la justicia, la misericordia y la buena fé. Estas debiérais observar, sin omitir aquellas.

24 ¡O guias ciegos! que colais cuanto bebeis, por si hay un mosquito, y os tragais un camello.

25 ¿Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! que limpiais por defuera la copa y el plato; y por dentro en el corazon' estais llenos de rapacidad é inmundicia.

26 ¡Fariseo ciego! limpia primero por dentro la copa y el plato, si quieres que lo de afuera sea limpio [149].

27 ¡Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! porque sois semejantes á los sepulcros blanqueados, los cuales por afuera parecen hermosos á los hombres; mas por dentro están llenos de huesos de muertos, y de todo género de podredumbre.

28 Así tambien vosotros en el exterior os mostrais justos á los hombres; mas en el interior estais llenos de hipocresía y de iniquidad.

29 ¡Ay de vosotros, Escribas y Fariseos hipócritas! que fabricais los sepulcros de los Profetas, y adornais los monumentos de los justos,

30 y decís: Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la muerte de los Profetas.

31 Con lo que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de los que mataron á los Profetas.

32 Acabad pues de llenar la medida de vuestros padres haciendo morir al Mesías.

33 ¡Serpientes, raza de víboras! ¿como será posible que eviteis el ser condenados al fuego del infierno [150]?

34 Porque he aquí que yo voy á enviaros Profetas, y sabios, y Escribas, y de ellos degollaréis á unos, crucificareis á otros, á otros azotaréis en vuestras synagogas, y los andaréis persiguiendo de ciudad en ciudad [151]:

35 para que recaiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre: del justo Abel hasta la sangre de Zacharías [152], hijo de Barachîas, á quien matásteis entre el Templo el altar.

36 En verdad os digo, que todas estas cosas vendrán á caer sobre la generacion presente [153].{

37 ¡Jerusalem! ¡Jerusalem! que matas á los Profetas, y apedreas á los que á tí son enviados, ¿cuántas veces quise recoger á tus hijos, como la gallina recoge a sus pollitos bajo las alas, y tú no lo has querido?

38 He aquí que vuestra casa va á quedar desierta [154].

39 Y así os digo: en breve ya no me veréis mas, hasta tanto que reconociéndome por Mesías, digais: Bendito sea el que viene en nombre del Señor.

CAPÍTULO XXIV.
Predice Jesus la ruina de Jerusalem y del Templo, y anuncia á sus discípulos lo que sucedería durante la promulgacion del Evangelio, y en su segunda venida. Les encarga que este a siempre en vela, para que la segunda venida no los coja desprevenidos.

1 Salido Jesus del Templo, iba ya andando, cuando se llegaron á él sus discípulos, á fin de hacerle reparar en la fábrica del Templo.

2 Pero el les dijo: ¿Veis toda esa gran fábrica? Pues yo os digo de cierto, que no quedará de ella piedra sobre piedra.

3 Y estando despues sentado en el Monte del olivar, se llegaron algunos de los discípulos y le preguntaron en secreto: Dínos, ¿cuándo sucederá eso? ¿y cuál será la señal de tu venida, y del fin del mundo?

4 A lo que Jesus les respondió: Mirad que nadie os engañe.

5 Porque muchos han de venir en mi nombre, diciendo: Yo soy el Christo ó Mesías [155]; y seducirán á mucha gente.

6 Oiréis asimismo noticias de batallas, y rumores de guerra. No hay que turbaros por eso: que si bien han de preceder estas cosas, no es todavía esto el término.

7 Es verdad que se armará nacion contra nacion, y un reino contra otro reino, y habrá pestes, y hambres, y terremotos en varios lugares.

8 Empero todo esto aun no es mas que el principio de los males.

9 En aquel tiempo seréis entregados á los magistrados para ser puestos en los tormentos, y os darán la muerte; y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre (por ser discípulos mios).

10 Con lo que muchos padecerán entonces escándalo, y se harán traicion unos á otros, y se odiarán recíprocamente.

11 Y aparecerá un gran número de falsos profetas que pervertirán á mucha gente.

12 Y por la inundacion de los vicios, se resfriará la caridad de muchos.

13 Mas el que perseveráre hasta el fin, ese se salvará.

14 Entre tanto se predicará este Evangelio del reino de Dios en todo el mundo, en testimonio para lodas las naciones: y entónces vendrá el fin.

15 Segun esto, cuando veréis que está establecida en el lugar santo la abominacion desoladora que predijo el Profeta Daniel (quien lea esto, nótelo bien):

16 en aquel trance los que moran en Judea, huyan á los montes;

17 y el que está en el terrado, no baje ó éntre á sacar cosa de su casa;

18 y el que se halle en el campo, no vuelva á coger su túnica ó ropa.

19 ¡Pero ay de las que estén en cinta ó criando, y no puedan huir aprisa en aquellos dias!

20 Rogad pues á Dios que Vuestra huida no sea en invierno ó en sábado, en que se puede caminar poco:

21 porque será tan terrible la tribulacion entonces, que no la hubo semejante desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás,

22 Y á no acortarse aquellos dias, ninguno se salvaria; mas abreviarse han por amor de los escogidos.

23 En tal tiempo, si alguno os dice: El Christo ó Mesías está aquí ó allí; no le creais.

24 Porque aparecerán falsos christos y falsos profetas, y harán alarde de grandes maravillas y prodigios; por manera que aun los escogidos (si posible fuera) caerian en error.

25 Ya veis que yo os lo he predicho.

26 Así aunque os digan: Hé aqui al Mesías que está en el desierto; no vayais allá; ó bien: Mirad que está en la parte mas interior de la casa; no lo creais.

27 Porque como el relámpago sale del Oriente, y se deja ver en un instante hasta el Occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre.

28 Y donde quiera que se halláre el cuerpo, allí se juntarán las águilas [156].

29 Pero luego despues de la tribulacion de aquellos dias, el sol se oscurecerá, la luna no alumbrará, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes ó los ángeles de los cielos temblarán [157]:

30 Entónces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, á cuya vista todos los pueblos de la tierra prorumpirán en llantos: y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes resplandecientes del cielo con gran poder y magestad.

31 El cual enviará sus ángeles, que á voz de trompeta sonora congregarán á sus escogidos de las cuatro partes del mundo, desde un horizonte de cielo hasta el otro.

32 Tomad esta comparacion sacada del árbol de la higuera: cuando sus ramas están ya tiernas, y brotan las hojas, conoceis que el verano está cerca:

33 pues así tambien, cuando vosotros viéreis todas estas cosas, tened por cierto que ya el Hijo del hombre está para llegar, que está ya' á la puerta.

34 Lo que os aseguro es que no se acabará esta generacion, hasta que se cumpla todo eso [158].

35 El cielo y la tierra pasarán; pero mis palabras no fallarán.

36 Mas en órden al dia y á la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, sino solo mi Padre.

37 Lo que sucedió en los dias de Noé, eso mismo sucederá en la venida del Hijo del hombre:

38 porque así como en los dias anteriores al diluvio proseguian los hombres comiendo y bebiendo [159], casándose y casando á sus hijos, hasta el dia mismo de la entrada de Noé en el arca,

39 y no pensaron jamás en el diluvio hasta que le vieron comenzado, y los arrebató á todos; así sucederá en la venida del Hijo del hombre.

40 Entonces de dos hombres que se hallarán juntos en el campo, uno será tomado ó libertado, y el otro dejado ó abandonado:

41 estarán dos mugeres moliendo en un molino; y la una será tomada ó se salvará, y la otra dejada, y perecerá.

42 Velad pues vosotros, ya que no sabeis á qué hora ha de venir vuestro Señor.

43 Estad ciertos, que si un padre de familias supiera á que hora le habia de asaltar el ladron, estaria seguramente en vela, y no dejaria minar su casa.

44 Pues asimismo estad vosotros igualmente apercibidos; porque á la hora que ménos penseis, ha de venir el Hijo del hombre.

45 ¿Quién pensais que es el siervo fiel, y prudente, constituido por su señor mayordomo sobre su familia, para repartir á cada uno el alimento á su tiempo?

46 Bienaventurado el tal siervo, á quien, cuando venga su Señor, le halláre cumpliendo así con su obligacion:

47 en verdad os digo, que le encomendará el gobierno de toda su hacienda.

48 Pero si este siervo fuere malo, y dijere en su corazon: Mi amo no viene tan presto;

49 y con esto empezáre á maltratar á sus consiervos, y á comer y beber con los borrachos:

50 vendrá el amo del tal siervo en el dia que no espera, y á la hora que ménos piensa,

51 y le echará en hora mala [160], y le dará la pena que á los hipócritas ó siervos infieles: allí será el llorar y el crujir de dientes.

CAPÍTULO XXV.
Parábolas de las diez vírgenes, y de los talentos; en las que Jesus manda estar en vela y ejercitar las buenas obras, para que no seamos condenados en su segunda venida y último juicio.

1 Entonces el reino de los cielos será semejante á diez vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron á recibir al esposo y á la esposa.

2 De las cuales cinco eran necias, y cinco prudentes;

3 pero las cinco necias, al coger sus lámparas, no se proveyeron de aceite.

4 Al contrario, las prudentes junto con las lámparas llevaron aceite en sus vasijas.

5 Como el esposo tardase en venir, se adormecieron todas, y al fin se quedaron dormidas.

6 Mas llegada la media noche se oyó una voz que gritaba: Mirad que viene el esposo, salidie al encuentro.

7 Al punto se levantaron todas aquellas vírgenes, y aderezaron sus lámparas.

8 Entonces las necias dijeron á las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.

9 Respondieron las prudentes, diciendo: No sea que este que tenemos, no baste para nosotras y para vosotras: mejor es que vayais á los que le venden, y compreis el que os falta.

10 Mientras iban estas á comprarle, vino el esposo, y las que estaban preparadas, entraron con él á las bodas, y se cerró la puerta.

11 Al cabo vinieron tambien las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor! ábrenos.

12 Pero él respondió, y dijo: En verdad os digo que yo no os conozco.

13 Así que, velad vosotros, ya que no sabeis ni el dia, ni la hora.

14 Porque el Señor obrará como un hombre que yéndose á lejas tierras, convocó á sus criados, y les entregó sus bienes,

15 dando al uno cinco talentos, á otro dos, y uno solo á otro, á cada uno segun su capacidad, y marchóse immediatamente.

16 El que recibió cinco talentos, fue, y negociando con ellos, sacó de ganancia otros cinco.

17 De la misma suerte, aquel que habia recibido dos, ganó otros dos.

18 Mas el que recibió uno, fue é hizo un hoyo en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

19 Pasado mucho tiempo volvió el amo de dichos criados, y llamólos á cuentas.

20 Llegando el que habia recibido cinco talentos, presentóle otros cinco diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste, hé aquí otros cinco mas que he ganado con ellos.

21 Respondióle su amo: Muy bien, siervo bueno, siervo diligente y leal; ya que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho; ven a tomar parte en el gozo de tu señor.

22 Llegóse despues el que habia recibido dos talentos, y dijo: Señor, dos talentos me diste, aquí te traigo otros dos, que he granjeado con ellos.

23 Díjole su amo: Muy bien, siervo bueno y fiel: pues has sido fiel en pocas cosas, yo te confiaré muchas mas; ven a participar del gozo de tu señor.

24 Por último llegando el que habia recibido un talento, dijo: Señor, yo sé que eres un hombre de recia condicion, que siegas donde no has sembrado, y recoges donde no has esparcido;

25 y así, temeroso de perderte, me fuí y escondi tu talento en tierra; aquí tienes lo que es tuyo.

26 Pero su amo, cogiéndole la palabra, le replicó y dijo: ¡Oh siervo malo y perezoso! tú sabias que yo siego donde no siembro, y recojo donde nada he esparcido;

27 pues por eso mismo debias haber dado á los banqueros mi dinero, para que yo á la vuelta recobrase mi caudal con los intereses.

28 Ea pues, quitadle aquel talento, y dádselo al que tiene diez talentos:

29 porque á quien tiene, dársele ha, y estará abundante ó sobrado; mas á quien no tiene, quitarásele aun aquello que parece que tiene.

30 Ahora bien, á ese siervo inútil arrojadie á las tinieblas de á fuera: allí será el llorar y el crujir de dientes.

31 Cuando venga pues el Hijo del hombre con toda su magestad, y acompañado de todos sus ángeles, sentarse ha entónces en el trono de su gloria;

32 y hará comparecer delante de el á todas las naciones, y separará á los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,

33 poniendo las ovejas á su derecha y los cabritos a la izquierda [161].

34 Entonces el rey dirá a los que estarán a su derecha: Venid benditos de mi Padre, á tomar posesion del reino celestial, que os está preparado desde el principio del mundo.

35 Porque yo tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era peregrino, y me hospedásteis:

36 estando desnudo, me cubrísteis; enfermo, y me visitásteis; encarcelado, y vinísteis a verme y consolarme.

37 A lo cual los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos nosotros hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?

38 ¿Cuándo te hallamos de peregrino, y te hospedamos; desnudo, y te vestimos?

39 O ¿cuando te vimos enfermo, ó en la cárcel, y fuimos á visitarte?

40 Y el rey en respuesta les dirá: En verdad os digo, siempre que lo hicisteis con alguno de estos mis mas pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis.

41 Al mismo tiempo dirá á los que estarán en la izquierda: Apartáos de mí malditos, id al fuego eterno, que fue destinado para el diablo, y sus ángeles ó ministros;

42 porque tuve hambre, y no me disteis de comer; sed, y no mé disteis de beber:

43 era peregrino, y no me recogisteis; desnudo, y no me vestísteis; enfermo y encarcelado, y no me visitásteis.

44 A lo que replicarán tambien los malos: ¡Señor! ¿cuándo te vimos hambriento, ó sediento, ó peregrino, ó desnudo, ó enfermo, ó encarcelado, y dejamos de asistirte?

45 Entónces les responderá: Os digo en verdad: siempre que dejásteis de hacerlo con alguno de estos mis pequeños hermanos, dejásteis de hacerlo conmigo.

46 Y en consecuencia irán estos al eterno suplicio, y los justos á la vida eterna.

CAPÍTULO XXVI.
Cena de Jesus en Bethania, donde una muger derrama sobre él bálsamo. Cena del cordero pascual en Jerusalem, en la cual habla de la traicion de Judas. Institucion de la Eucharistía. Prision de Jesus, y sentencia contra él del synedrio. Negaciones, y penitencia de san Pedro.
1 Y sucedió [162] que despues de haber concluido Jesus todos estos razonamientos, dijo á sus discípulos:

2 Bien sabeis que de aquí á dos dias debe celebrarse la Pascua, y que el Hijo del hombre será entregado á muerte de cruz.

3 Al mismo tiempo se juntaron los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados del pueblo, en el palacio del sumo pontífice, que se llamaba Caiphás;

4 y tuvieron consejo para hallar medio cómo apoderarse con maña de Jesus, y hacerle morir.

5 Y de miedo de que se alborotára el pueblo, decian: No conviene que se haga esto durante la fiesta.

6 Estando Jesus en Bethania, en casa de Simon el leproso,

7 se llegó á el una muger con un vaso de alabastro, lleno de perfume ó ungüento de gran precio, y derramólo sobre la cabeza de Jesus, el cual estaba á la mesa.

8 Algunos de los discípulos al ver esto, lo llevaron muy á mal diciendo: ¿A qué fin ese desperdicio,

9 cuando se pudo vender esto en mucho precio, y darse á los pobres?

10 Lo cual entendiendo Jesus, les dijo: ¿Por qué molestais á esta muger, y reprobais lo que hace, siendo buena, como es, la obra que ha hecho conmigo?

11 pues á los pobres [163] los teneis siempre á mano; mas á mí no me teneis siempre.

12 Y derramando ella sobre mi cuerpo este bálsamo, lo ha hecho como para disponer de antemano mi sepultura.

13 En verdad os digo, que do quiera que se predique este Evangelio, que lo será en todo el mundo, se celebrará tambien en memoria suya lo que acaba de hacer.

14 Entónces Judas Iscariote, uno de los doce, fue á verse con los príncipes de los sacerdotes, y les dijo:

15 ¿Qué quereis darme, y yo le pondré en vuestras manos? Y se convinieron con él en treinta monedas de plata [164].

16 Y desde entónces andaba buscando coyuntura favorable para hacer la traicion.

17 Instando el primer dia de los ázimos, acudieron los discípulos á Jesus y le preguntaron: ¿Dónde quieres que te dispongamos la cena de la Pascua?

18 Jesus les respondió: Id á la ciudad en casa de tal persona, y dadle este recado: El Maestro dice: Mi tiempo se acerca, voy á celebrar en tu casa la Pascua con mis discípulos.

19 Hicieron pues los discípulos lo que Jesus les ordenó, y prepararon lo necesario para la Pascua.

20 Al caer de la tarde, púsose á la mesa con sus doce discípulos.

21 Y estando ya comiendo, dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me hará traicion.

212 Y ellos, afligidos sobremanera, empezaron cada uno de por sí á preguntar: ¡Señor! soy acaso yo?

23 Y él en respuesta dijo: El que mete conmigo su mano en el plato [165] para mojar el pan, ese es el traidor.

24 En cuanto al Hijo del hombre, él se marcha, conforme está escrito de él; pero ¡ay de aquel hombre, por quien el Hijo del hombre será entregado! mejor le fuera al tal si no hubiese jamás nacido.

25 Y tomando la palabra Júdas, que era el que le entregaba, dijo: ¿Soy quizá yo, maestro? Y respondióle Jesus [166]: Tú lo has dicho, tú eres.

26 Mientras estaban cenando, tomó Jesus el pan, y le bendijo y partió, y diósele á sus discípulos, diciendo: Tomad, y comed: este es mi cuerpo.

27 Y tomando el cáliz dió gracias (le bendijo), y diósele, diciendo: Bebed todos de él.

28 Porque esta es mi sangre que será el sello del nuevo Testamento, la cual será derramada por muchos [167] para remision de los pecados.

29 Y os declaro que no beberé ya mas desde ahora de este fruto de la vid, hasta el dia en que beba con vosotros de el nuevo cáliz de delicias en el reino de mi Padre.

30 Y dicho el himno de accion de gracias, salieron ácia el Monte de los olivos.

31 Entónces dìceles Jesus: Todos vosotros padeceréis escándalo por ocasion de mì esta noche y me abandonaréis. Por cuanto está escrito: Heriré al pastor, y se descarriarán las ovejas del rebaño.

32 Mas en resucitando yo iré delante de vosotros á Galilea, donde volveré á reuniros.

33 Pedro respondiendo, le dijo: Aun cuando todos se escandalizaren por tu causa, nunca jamás me escandalizaré yo, ni te abandonaré.

34 Replicóle Jesus: Pues yo te aseguro con toda verdad, que esta misma noche antes que cante el gallo, me has de negar [168] tres veces.

35 A lo que dijo Pedro: Aunque me sea forzoso el morir contigo, yo no te negaré. Eso mismo protestaron todos los discípulos..

36 Entre tanto llegó Jesus con ellos á una granja llamada Gethsemaní, y les dijo: Sentáos aquí, mientras yo voy mas allá, y hago oracion.

37 Y llevándose consigo a Pedro y á los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, empezó á entristecerse y angustiarse [169].

38 Y les dijo entonces: Mi alma siente angustias mortales: aguardad aquí, y velad conmigo.

39 Y adelantándose algunos pasos, se postró en tierra caido sobre su rostro, orando, y diciendo: Padre mio, si es posible, no me hagas beber este cáliz; pero no obstante no se haga lo que yo quiero [170], sino lo que tú.

40 Volvió despues á sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo á Pedro: ¿Es posible que no hayais podido velar una hora conmigo?

41 Velad, y orad para no caer en la tentacion. Que si bien el espíritu está pronto, mas la carne es flaca.

42 Volvióse de nuevo por segunda vez, y oró diciendo: Padre mio, si no puede pasar este cáliz sin que yo le beba, hágase tu voluntad.

43 Dió despues otra vuelta, y encontrólos dormidos; porque sus ojos estaban cargados de sueño.

44 Y dejándolos, se retiró aun á orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.

45 En seguida volvió á sus discípulos, y les dijo: Dormid ahora y descansad: he aquí que llegó ya la hora, y el Hijo del hombre va luego á ser entregado en manos de los pecadores.

46 Ea, levantaos, vamos de aqui: ya llega aquel que me ha de entregar.

47 Aun no habia acabado de decir esto, cuando llegó Júdas, uno de los doce, seguido de gran multitud de gentes armadas con espadas y con palos, que venian enviadas por los príncipes de los sacerdotes, y Ancianos ó senadores del pueblo.

48 El traidor les habia dado esta seña: Aquel á quien yo besáre, ese es, aseguradle.

49 Arrimándose pues luego á Jesus, dijo: Dios te guarde, maestro. Y le besó.

50 Díjole Jesus: ¡Oh amigo [171]! á qué has venido aquí? Llegáronse entónces los demas, y echaron la mano á Jesus, y le prendieron.

51 Y hé aquí que uno de los que estaban con Jesus, tirando de la espada, hirió á un criado del príncipe de los sacerdotes, cortándole una oreja.

52 Entónces Jesus le dijo: Vuelve tu espada á la vaina; porque todos los que se sirvieren de la espada por su propia autoridad, á espada morirán.

53 ¿Piensas que no puedo acudir á mi Padre, y pondrá en el momento á mi disposicion mas de doce legiones de ángeles?

54 Mas ¿cómo se cumplirán las Escrituras, segun las cuales conviene que suceda así?

55 En aquella hora dijo Jesus á aquel tropel de gentes: Como contra un ladron ó asesino habeis salido con espadas y con palos a prenderme: cada dia estaba sentado entre vosotros enseñándoos en el Templo, y nunca me prendísteis.

56 Verdad es que todo esto ha sucedido para que se cumplan las escrituras de los Profetas. Entónces todos los discípulos, abandonándole, se huyeron.

57 Y los que prendieron á Jesus le condujeron á casa de Caiphás [172], que era Sumo pontífice en aquel año, donde los Escribas y los Ancianos estaban congregados.

58 Y Pedro le iba siguiendo de léjos, hasta llegar al palacio del Sumo pontífice. Y habiendo entrado, se estaba sentado con los sirvientes, para ver el paradero de todo esto.

59 Los príncipes pues de los sacerdotes, y todo el concilio andaban buscando algun falso testimonio contra Jesus, para condenarle á muerte;

60 y no le hallaban suficiente para esto, como quiera que muchos falsos testigos se hubiesen presentado. Por último aparecieron dos falsos testigos,

61 y dijeron: Este dijo: Yo puedo destruir el Templo de Dios, y reedificarle en tres dias.

62 Entónces, poniéndose en pié el Sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada á lo que deponen contra tí?

63 Pero Jesus permanecía en silencio. Y díjole el Sumo sacerdote: Yo te conjuro de parte de Dios vivo, que nos digas, si tú eres el Christo ó Mesías el Hijo de Dios.

64 Respondióle Jesus: Tú lo has dicho [173], yo soy; y aun os declaro que veréis despues á este Hijo del hombre que teneis delante, sentado á la diestra de la magestad de Dios, venir sobre las nubes del cielo.

65 A tal respuesta, eÍ Sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: Blasfemado ha: ¿qué necesidad tenemos ya de testigos? vosotros mismos acabais de oir la blasfemia con que se hace hijo de Dios:

66 ¿qué os parece? A lo que respondieron ellos diciendo: Reo es de muerte.

67 Luego empezaron á escupirle en la cara y á maltratarle á puñadas, y otros despues de haberle vendado los ojos, le daban bofetadas.

68 diciendo: Christo, profetízanos, adivina ¿quien es el que te ha herido?

69 Mientras tanto Pedro estaba sentado fuera en el átrio, y arrimándose á él una criada, le dijo: Tambien tú andabas con Jesus el galileo.

70 Pero el le negó en presencia de todos, diciendo: Yo no sé de qué te hablas.

71 Y saliendo él al pórtico, le miró otra criada, y dijo a los que allí estaban: Este tambien se hallaba con Jesus nazareno.

72 Y negó segunda vez afirmando con juramento: No conozco á tal hombre.

73 Poco despues se acercaron los circunstantes, y dijeron á Pedro: Seguramente eres tú tambien de ellos; porque tu misma habla de galileo te descubre.

74 Entonces empezó a echarse sobre sí imprecaciones y á jurar que no habia conocido a tal hombre. Y al momento cantó el gallo.

75 Con lo que se acordó Pedro de la proposicion que Jesus le habia dicho: Antes de cantar el gallo [174], renegarás de mí tres veces. Y saliéndose fuera, lloró amargamente.

CAPÍTULO XXVII.
Júdas se ahorca. Jesus es azotado, escarnecido, crucificado y blasfemado. Prodigios que sucedieron en su muerte: es sepultado, y su sepulcro sellado, y custodiado.

1 Venida la mañana, todos los príncipes de los sacerdotes y los Ancianos del pueblo tuvieron consejo contra Jesus, para hacerle morir.

2 Y declarándole reo de muerte, le condujeron atado, y entregaron al presidente ó gobernador Poncio Piloto.

3 Entonces Júdas, el que le habia entregado, viendo á Jesus sentenciado, arrepentido de lo hecho, restituyó las treinta monedas de plata á los príncipes de los sacerdotes y a los Ancianos,

4 diciendo: Yo he pecado, pues he vendido la sangre inocente. A lo que dijeron ellos: A nosotros ¿que nos importa? allá te las hayas.

5 Mas él arrojando el dinero en el Templo, se fue, y echándose un lazo, desesperado, se ahorcó.

6 Pero los príncipes de los sacerdotes, recogidas las monedas, dijeron: No es lícito meterlas en el tesoro del Templo, siendo como son precio de sangre [175].

7 Y habiéndolo tratado en consejo, compraron con ellas el campo de un alfarero, para sepultura de los extrangeros.

8 Por lo cual se llamó dicho campo Hacéldama, esto es, campo de sangre, y así se llama hoy dia.

9 Con lo que vino á cumplirse lo que predijo el Profeta Jeremías, que dice [176]: Recibido han las treinta monedas de plata, precio del puesto en venta, segun que fue valuado por los hijos de Israel;

10 y empleáronlas en la compra del campo de un alfarero, como me lo ordenó el Señor.

11 Fue pues Jesus presentado ante el presidente, y el presidente le interrogó, diciendo: ¿Eres tú el rey de los judios [177]? Respondióle Jesus: Tú lo dices: lo soy.

12 Y por mas que le acusaban los príncipes de los sacerdotes, y los Ancianos, nada respondió.

13 Por lo que Pilato le dijo: ¿No oyes de cuántas cosas te acusan?

14 Pero él á nada contestó de cuanto le dijo; por manera que el presidente quedó en extremo maravillado.

15 Acostumbraba el presidente conceder por razon de la fiesta de la Pascua la libertad de un reo, á eleccion del pueblo;

16 y teniendo á la sazon en la cárcel á uno muy famoso, llamado Barrabás,

17 preguntó Pilato á los que habian concurrido: ¿A quién quereis que os suelte, á Barrabás, ó á Jesus, que es llamado el Christo ó Mesías?

18 porque sabia bien que se le habian entregado los príncipes de los sacerdotes por envidia.

19 Y estando él sentado en su tribunal, le envió á decir su muger: No te mezcles en las cosas de ese justo; porque son muchas las congojas que hoy he padecido en sueños por su causa.

20 Entre tanto los príncipes de los sacerdotes, y los Ancianos indujeron al pueblo á que pidiese la libertad de Barrabás, y la muerte de Jesus.

21 Así es que preguntándoles el presidente otra vez, y diciendo: ¿A quién de los dos quereis que os suelte? respondieron ellos: A Barrabás.

22 Replicóles Pilato: ¿Pues que he de hacer de Jesus, llamado el Christo?

23 Dicen todos: Sea crucificado. Y el presidente: Pero ¿que mal ha hecho? Mas ellos comenzaron á gritar mas, diciendo: Sea crucificado.

24 Con lo que viendo Pilato que nada adelantaba, antes bien que cada vez crecía el tumulto, mandando traer agua, se lavó las manos á vista del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo: allá os lo veais vosotros.

25 A lo cual respondiendo todo el pueblo, dijo: Recaiga su sangre sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.

26 Entonces les soltó á Barrabas: y á Jesus, despues de haberle hecho azotar, le entregó en sus manos para que fuese crucificado.

27 En seguida los soldados del presidente, cogiendo á Jesus y poniéndole en el pórtico del pretorio ó palacio de Pilato, juntaron alrededor de él la cohorte ó compañía toda entera;

28 y desnudándole, le cubrieron con un manto de grana [178];

29 y entretejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y una caña por cetro en su mano derecha. Y con la rodilla hincada en tierra, le escarnecian, diciendo: Dios te salve, rey de los judíos.

30 Y escupiéndole, tomaban la caña, y le herian en la cabeza.

31 Y despues que así se mofaron de él, le quitaron el manto, y habiéndole puesto otra vez sus propios vestidos, le sacaron á crucificar.

32 Al salir de la ciudad, encontraron á un hombre natural de Cyrene, llamado Simon, al cual obligaron a que cargase con la cruz de Jesus [179].

33 Y llegados al lugar que se llama Gólgotha [180], esto es, lugar del calvario ó de las calaveras,

34 allí le dieron á beber vino mezclado con hiel. Mas él, habiéndolo probado, no quiso beberlo [181].

35 Despues que le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes: con esto se cumplió la profecía que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, y sortearon mi túnica.

36 Y sentándose junto á él le guardaban.

37 Pusiéronle tambíen sobre la cabeza estas palabras que denotaban la causa de su condenacion: Este es Jesus el rey de los Judios.

38 Al mismo tiempo fueron crucificados con él dos ladrones, uno á la diestra, y otro á la siniestra.

39 Y los que pasaban por allí, le blasfemaban y escarnecian meneando la cabeza, y diciendo:

40 Hola, tú que derribas el Templo de Dios, y en tres dias le reedificas, sálvate á tí mismo: si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz.

41 De la misma manera tambien los príncipes de los sacerdotes, á una con los Escribas y los Ancianos, insultándole, decian:

42 A otros ha salvado, y no puede salvarse á sí mismo: si es el rey de Israél, baje ahora de la cruz, y creerémos en él:

43 él pone su confianza en Dios: pues si Dios te ama tanto, líbrele ahora, ya que el mismo decia: Yo soy el Hijo de Dios.

44 Y eso mismo le echaban en cara aun los ladrones [182] que estaban crucificados en su compañía.

45 Mas desde la hora sexta hasta la hora de nona quedó toda la tierra cubierta de tinieblas.

46 Y cerca de la hora nona esclamó Jesus con una gran voz, diciendo: Elí, Elí, lamma sabacthani? esto es: Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has desamparado?

47 Lo que oyendo algunos de los circunstantes, decian: A Elías llama este.

48 Y luego corriendo uno de ellos tomó una esponja, empapóla en vinagre, y puesta en la punta de una caña, dábasela á chupar.

49 Los otros decian: Dejad, veamos si viene Elías á librarle.

50 Entonces Jesus, clamando de nuevo con una voz grande y sonora, entregó su espíritu.

51 Y al momento el velo del Templo se rasgó en dos partes de alto á bajo, y la tierra tembló, y se partieron las piedras,

52 y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos, que habian muerto, resucitaron.

53 Y saliendo de los sepulcros deSpues de la resurreccion de Jesus, vinieron á la ciudad santa, y se aparecieron á muchos.

54 Entre tanto el centurion y los que con él estaban guardando á Jesus, visto el terremoto, y las cosas que sucedian, se llenaron de grande temor, y decian: Verdaderamente este hombre era hijo de Dios.

55 Estaban tambien allí á lo lejos muchas mugeres, que habian seguido á Jesus desde Galilea para cuidar de su asistencia;

56 de las cuales eran María Magdalena y María madre de Santiago y de Joseph, y la madre de los hijos de Zebedeo.

57 Siendo ya tarde, compareció un hombre rico natural de Arimathea, llamado Joseph, el cual era tambien discípulo de Jesus.

58 Este se presentó á Pilato, y le pidió el cuerpo de Jesus, el cual mandó Pilato que se le entregase.

59 Joseph pu, tomando el cuerpo de Jesus, envolvióle en una sábana limpia,

60 y le colocó en un sepulcro suyo que habia hecho abrir en una peña, y no habia servido todavía; y arrimando una gran piedra, cerró la puerta del sepulcro, y fuése.

61 Estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas en frente del sepulcro.

62 Al dia siguiente, que era el de despues de la preparacion del sábado, ó el sábado mismo, acudieron juntos á Pilato los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos,

63 diciendo: Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando todavía en vida, dijo: Despues de tres dias resucitaré.

64 Manda pues que se guarde el sepulcro hasta el tercero dia, porque no vayan quizá de noche sus discípulos, y le hurten, y digan á la plebe: Ha resucitado de entre los muertos; y sea el postrer engaño mas pernicioso que el primero.

65 Respondióles Pilato: Ahí teneis la guardia, id, y ponedla cómo os parezca.

66 Con eso yendo allá, aseguraron bien el sepulcro, sellando la piedra, y poniendo guardas de vista.

CAPÍTULO XXVIII.
Resurreccion de Jesus: su aparicion a las santas mugeres: aparecese tambien á los apóstoles, y les promete su proteccion.
1 Avanzada ya la noche del sábado, al amanecer el primer dia de la semana ó domingo, vino María Magdalena, con la otra María, á visitar el sepulcro.

2 A este tiempo se sintió un gran terremoto, porque bajó del cielo un ángel del Señor; y llegándose al sepulcro removió la piedra, y sentóse encima.

3 Su semblante brillaba como el relámpago, y era su vestidura blanca como la nieve.

4 De lo cual quedaron los guardas tan aterrados, que estaban como muertos.

5 Mas el ángel, dirigiéndose á las mugeres, les dijo: Vosotras no teneis que temer; que bien sé que venís en busca de Jesus, que fue crucificado:

6 ya no está aquí, porque ha resucitado, segun predijo. Venid, y mirad el lugar donde estaba sepultado el Señor.

7 Y ahora id sin deteneros á decir á sus discípulos que ha resucitado; y hé aquí que va delante de vosotros á Galilea: allí le veréis: ya os lo prevengo de antemano.

8 Ellas salieron al instante del sepulcro con miedo y con gozo grande, y fueron corriendo á dar la nueva á los discípulos.

9 Cuando hé aquí que Jesus les sale al encuentro, diciendo: Dios os guarde; y acercándose ellas, postradas en tierra, abrazaron sus pies, y le adoraron.

10 Entonces Jesus les dice: No temais: id, avisad á mis hermanos para que vayan á Galilea, que alli me verán.

11 Mientras ellas iban, algunos de los guardas vinieron á la ciudad, y contaron á los príncipes de los sacerdotes todo lo que habia pasado.

12 Y congregados estos con los Ancianos, teniendo su consejo, dieron una grande cantidad de dinero a los soldados,

13 con esta instruccion: Habeis de decir: Estando nosotros durmiendo, vinieron de noche sus discípulos, y le hurtaron.

14 Que si eso llegare á oidos del presidente, nosotros le aplacarémos, y os sacarémos á paz y á salvo.

15 Ellos, recibido el dinero, hicieron segun estaban instruidos; y esta voz ha corrido entre los judios hasta el dia de hoy.

16 Mas los once discípulos partieron para Galilea, al monte que Jesus les habia señalado.

17 Y allí al verle le adoraron: si bien algunos tuvieron sus dudas [183].

18 Entonces Jesus acercándose les habló en estos términos: A mí se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra:

19 id pues, é instruid á todas las naciones en el camino de la salud, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu santo [184];

20 enseñandolas á observar todas las cosas que yo os he mandado. Y estad ciertos, que yo mismo estaré continuamente con vosotros hasta la consumacion de los siglos.


  1. Véase Libro.
  2. Vease Nombre
  3. Véase Genealogía.
  4. O tambien puede traducirse: y no queriendo exponerla á la infamia, etc. Y segun otros expositores, y no queriendo delatarla. En esta última traduccion se alude á la obligacion que los maridos tenian de delatar á sus mugeres adúlteras. Véase Adulterio.
  5. Is. VII. v. 14.
  6. Véase Primogénito.
  7. Véase Magos.
  8. Oriente no se refiere á la estrella, sino á los magos.
  9. Véase Sacerdotes, Escribas.
  10. Micheas, cap. V. v.2,—Joann. cap. VII. v. 42. "Oh Bethlehem, eres pequeña (mínima) en poblacion entre las ciudades cabezas de partido ó capitales de Judá, pero eres grande, porque de tí ha de nacer el Mesías." Es de saber que las ciudades ó capitales subalternas se distinguian por χιλιάδαζ, voz griega que significa millares, por tener un capitan de mil hombres; por eso en Michèas se lee in millibus Juda.
  11. Oseæ: XI. v. l.
  12. Jer. XXXI. v. 15.
  13. Esto es, la tierra de Bethlehem donde está sepultada.
  14. Véase Nazareo.
  15. Véase Desierto.
  16. Véase la profecía del establecimiento de este reino de Jesu-Christo en Daniel, cap. VII. v. 14. Véase Reino de los cielos.
  17. Is. XL. v. 3. Donde con la libertad concedida á los cautivos de Babylonia, se significa la que nos trajo nuestro divino redentor Jesu-Christo.
  18. El sábio y juicioso Bochart demuestra con testimonios evidentes que entre los parthos, griegos, y entre los mismos hebreos usaba de esta comida la gente pobre. Guillermo Dampier refiere lo mismo de los pueblos del reino de Tunquin en la China.
  19. La frase griega ὲπὶ τὸ ϐάπτισμα ἁυτοῦ puede significar: que los Fariseos se oponian al bautismo que daba Juan. Y así lo persuade el carácter y vicios de dicha secta; la severa reprension que les dió Jesu-Christo luego que los vió venir; lo que dice S. Luc, cap. VII. v. 30, y lo que se lee mas abajo en este Evangelio, cap. XXI. v. 25. Tal vez aquí la preposicion griega ἐπί significa lo mismo que contra, como se vé despues, cap. XII. v. 26, donde en la Vulgata se traduce adversus se, y tambien en S. Luc. XI. v. 17, donde se traduce in con el sentido de contra. Véase Fariseos, Sadduceos.
  20. El que se manifestará despues de mí:
  21. O de llevar su calzado. Solea significa un calzado que solo defiende la planta del pié; calceus el que cubre el pié; y la misma diferencia se vé en las voces griegas ὑποδήμα y ςανδάλιον. Entre los orientales hay la costumbre de que el criado lleve el calzado con que su amo entra en las casas ó en el templo, quitándole el otro, por si ha tocado alguna cosa sucia.
  22. Aquí hay la figura endiade. El substantívo igne hace las veces del adjetivo igneo, es lo mismo que decir, con el fuego del Espíritu santo, esto es, con el fuego de su amor, etc. Véase Marc. 1. v. 8.—Luc. I. v. 33.
  23. Véase Justicia.
  24. En el texto griego se lee antes el articulo ὁ que υιός; ουτός ἐςιν ὁ υἱός μου ὁ ἀγαπητὸς; y así puede traducirse: Este es aquel hijo mio querido.
  25. En el texto griego se vé claramente que se habla del Espíritu que, segun se acaba de decir, bajó sobre Jesus á manera de paloma.
  26. Deut. VIII. v. 3.
  27. Psalm. XC. v. 11.
  28. Deut. VI. v. 16.
  29. Deut. VI. v. 13.
  30. Is. IX. v. l.
  31. Esto es, al lago de Tiberiades ó Genezareth. Véase Mar.
  32. Se ha puesto el adjetivo divina que, aunque ya está de letra cursiva á fin de denotar que no se halla expreso en el texto, parece no hay necesidad de añadirle para expresar el sentido literal del Evangelista, ni evitar algun error ó mala inteligencia. Sin embargo, como semejante expresion ó modismo de la lengua hebrea no esta en uso en la nuestra, seria redundante, á no ser cuando á la palabra boca se le añade algun adjetivo, como divina, dulce, sonora, etc. Pudiera haberse traducido: Y abriendo su boca, los adoctrinaba, diciendo; á no creer conveniente prevenir á los lectores sencillos contra la sátira ó impia mofa que un incrédulo de nuestros dias, cuyo veneno se ha esparcido por España, ha hecho contra la divinidad de los Evangelios. Esta frase hebrea, ó circunloquio, muy propio y de mucha energía y dignidad en el estilo oriental, se propone como locucion pueril y ridícula, por la sola razon de que es por demas advertir que, para hablar ó predicar un sermon el predicador, abrió la boca. Ya hubo un antiguo filósofo que objetaba lo mismo á los cristianos; y ya entónces S. Agustin, Theodoreto y otros deshacian esta insulsa y necia objecion, diciendo, que aquel modismo de que usó S. Matheo, denota en el estilo y genio de la lengua hebrea y otras del Oriente la importancia de lo que va á decirse, la extension del discurso, y tambien la autoridad y dignidad de la persona que habla: modismo que vemos usado por Homero varias veces, y aun por algunos escritores castellanos antiguos, y hasta por nuestros poetas modernos. Con el mismo fin de prevenir á los lectores contra otras semejantes impias sátiras, se han puesto las mas de las palabras que se ven intercaladas con letra cursiva, que á primera vista parecerán supérfluas á los lectores instruidos, los cuales realmente no necesitan de ellas.
  33. Véase Pobres.
  34. En especial la de los vivientes, que es la gloria.
  35. Los oprimidos y afligidos, y los que llevan una vida penitente.
  36. O de ser justos y santos.
  37. Los que viven en paz, y la procuran á los otros.
  38. Véase Nombre.
  39. Por ser justos.
  40. Véase Sal.
  41. Jesu-Christo dió cumplimiento á la Ley con su doctrina, con sus obras y con sus preceptos: dió cumplimiento á las leyes ceremoniales, verificando el objeto y el fin de ellas, que era el mismo Jesu-Christo: á las morales, vindicando su integridad é inteligencia contra los Escribas y Fariseos que las habian corrompido con sus tradiciones y falsa interpretacion; y á las judiciales, dando cumplimiento á lo que ellas significaban, y confirmando lo que tenian de derecho comun y perpetuo.
  42. S. August. Tract. 122. in Joann.
  43. Véase Raca.
  44. Mentecato ó impío.
  45. Véase Escándalo.
  46. Porque todavía es muger del otro, aunque dejada ó divorciada de él.
  47. Proviene ó de la desconfianza de aquel que exige el juramento, ó de la malicia de aquel á quien se exige, ó de la ligereza ó irreverencia de alguno ó de ambos.
  48. Exod. XXI. v. 24.—Lev. XXIV. v. 20.—Deut. XIX. v. 21.
  49. Deut. XV. v. 8
  50. Lev. XIX. v. 18.
  51. En el texto griego se lee: ἐν τᾷ φανερῳ, en público: y así lo tradujo el V. Granada.
  52. Luc. XI. v. 2.
  53. El Sr. Arzobispo Martini traduce: per sostentamento, para el sustento. En S. Luc. XI. v. 2. en lugar de supersubstantiatem, que es como se traduce aquí al latin la palabra griega ἐπιούσιον, usó el traductor de la palabra quotidianum, de cada dia: ambos sentidos están admitidos por la Iglesia. Si ἐπιούσιον trae la etimología del ουςία, quiere decir sobresustancial: y si la trae del verbo έπειμι significa de cada dia, esto es, el pan que basta para hoy, y viene de dia en dia. Porque ἔπειμι significa, entre otra cosas, venir despues, succeder, seguir, y así leemos en Demóstenes ἕπιον μήν el mes que entra. Véase el Diccionario de E cápula verbo Eo.
  54. Véase Uncion.
  55. La palabra soberana mírese como si fuera del texto; porque realmente así lo exige la rigorosa y exacta significacion de la voz griega ἐξουςία, que en la Vulgata se traduce potestas.
  56. Lev. XIII.
  57. Véase Muchacho
  58. Véase Tinieblas.
  59. Is LIII. v. 4.
  60. Es una frase proverbial, en la cual, por la elegante figura que los griegos llaman antanáclasis, se repite una misrna voz en una cláusula, pero en un sentido diferente.
  61. Gergesenos ó gadarenos
  62. Véase Sepulcros, Endemoniados.
  63. No es de admirar que hubiese allí piaras de cerdos, pues gran parte de los moradores del pais no eran judíos. Josepho cuenta á Gadasa entre las ciudades que Pompeya quitó á los judíos.
  64. La fé de los que le presentaban el paraiitico, y tambien la de este, como se vé de lo que sigue. No se traduce su fé de ellos, para no escluir la fé del paralitico. El manuscrito del padre Petisco dice, la fé de los portadores.
  65. Oseæ VI. v. 6.
  66. La partícula modo de que se usa en el texto latino, tiene aquí el sentid) de propé: así lo indica la grieg ἄρτι, la cual significa muchas veces lo que está próximo á suceder; y que realmente no habia muerto, consta del cap V. de S. Marc. v. 23, y del cap. VIII. v. 42. de S. Luc.
  67. La palabra griega χωφὸς significa sordo, aunque denota tambien el ser mudo. Véase el Diccionario de Escápula.
  68. El verbo griego ἐσπλαγχνίσθη tiene mas energía que el latino misertus, porque denota una compasion salida de lo mas íntimo del corazon.
  69. Véase Paz.
  70. Algun dia se verá vuestra inocencia.
  71. Véase Paz, Causa.
  72. Frase hebrea que usamos tambien nosotros, para denotar un beneficio pequeño, ó que nos cuesta poco.
  73. Malach. III. v. 1IV. 5.
  74. Segun se vé en S. Luc. cap. VII. v. 28, la comparacion no se hace aquí de persona á persona, sino del ministerio, ó profecía de la antigua Ley, con el sacerdocio, ó profecía de la Ley de gracia: in regno es cælorum quiere decir en la Iglesia de Christo. Véase Reino de los cielos.
  75. Véase Reino de los cielos. Otros traducen: desde los dias ó predicacion de Juan Bautista hasta hoy, el reino de los cielos, ó el Evangelio, es arrebatado con ímpetu por los hombres que vienen en tropas á oir la predicacion de Juan: ya no pertenece exclusixamente á los judíos.
  76. Ni aprobais la aspereza del Bautista, ni la vida regular del Hijo del hombre.
  77. Véase Cilicio.
  78. Esta frase no denota que lo que se va á referir, pertenezca á un mismo tiempo que lo anteriormente dicho. Es solamente una mera transicion, como las que usamos en castellano al comenzar á contar un suceso diciendo: En cierta ocasion sucedió que, etc.
  79. Véase Pan.
  80. Oseæ VI. v. 6.
  81. Is. XLII v. l.
  82. Véase Endemoniados.
  83. Vuestros exorcistas ó tambien mis discípulos.
  84. Porque en esta blasfemia tiene mucha parte la ignorancia.
  85. A no ser por un gran milagro de Dios; pues él mismo rechaza de si la gracia del Espíritu santo.
  86. Es un hipérbole. Quiere decir, de regiones muy distantes; esto es, de la Ethiopia.
  87. Véase Siete. Todo esto es como una parábola ó enigma para denotar lo que sucede á los que, habiendo salido por la gracia de Dios del estado del pecado, vuelven á caer en él por su criminal indolencia ó temeraria presuncion.
  88. Véase Parábola.
  89. Véase Hermanos.
  90. O lo que cree tener. Luc. VIII. v. 18. A los ingratos á la gracia ó beneficio de Dios, se les quitará en castigo aun lo que han recibido.
  91. Si les propusiera la verdad desnuda, la despreciarian: por eso les hablo en parábolas; pero ni aun así hacen caso de mi doctrina.
  92. Is. VI. v. 9. Véase Profetas, Maldiciones.
  93. Psal. LXXVII v. 2.
  94. Esto es, de Capharnaum á Nazareth, donde se crió.
  95. La palabra griega τέχτον parece que debe traducirse aquí carpintero, como la entendió S. Justino Mártir, escritor del siglo segundo, que pudo haberlo oido de boca de los que trataron á S. Juan Evangelista, y otros discípulos del Señor.
  96. Las sobrinas de S. Joseph, creido padre de Jesus, como notó S. Agustin.
  97. Habían dividido los romanos aquellos dominios en cuatro partes, y á los soberanos que ponian allí como feudatarios, no les permitían á veces el nombre de rey, sino que les daban el de tetrarchâ, voz tomada de los griegos que significa príncipe de una cuarta parte.
  98. Queriendo añadir la impiedad de cumplirlo á la temeridad de hacerlo, por creer que de lo contrario se desacreditaba con los convidados, delante de quienes habia hecho la promesa.
  99. Queriendo añadir la impiedad de cumplirlo á la temeridad de hacerlo, por creer que de lo contrario se desacreditaba con los convidados, delante de quienes habia hecho la promesa.
  100. Véase Noche.
  101. Así llamaban los judíos al Mesías. Cap. XXVI. v. 63.
  102. Is. XXIX. v. 13.
  103. Que ó bien son contrarios á la santidad de mi Ley, ó bien inútiles para su salvacion.
  104. Esta muger, que S. Marcos dice que era gentil, y no fenicia de nacion, era del linage de Chânam, cuyos descendientes habitaban en la Phenicia de Syria; y por consiguiente era de un pueblo ó linage enemigo de los hijos de Israél.
  105. Habla el Señor segun el modo con que los judíos despreciaban á los gentiles; y esta respuesta de la muger descubrió mas su viva fé y humildad, mas admirable á los judios por lo mismo que era mirada como gentil y chânanea.
  106. Véase Fariseos, Sadduceos.
  107. Pues debia antes padecer la muerte, y así; entrar en su gloria.
  108. Véase Anciano, Escriba, Sacerdote.
  109. Véase Escándalo.
  110. Segun muchos santos Padres, habla aquí de la trasfiguracion; segun otros de la resurreccion, ascension, ó venida del Espíritu santo.
  111. Seis dias completos; pero ocho incompletos, como cuenta san Lúcas IX v. 28, incluyendo el dia en que Jesus dijo esto, y el otro en que subió al monte.
  112. Las palabras de letra cursiva que siguen á estas, son necesarias para declarar el sentido literal en la respuesta que dió Jesus; la que por el modo y tono de la voz con que el Señor la daria, seria bien clara para los oyentes.
  113. Haciendo entrar á los judíos en el reino del Mesías. Apoc. XI. v. 3.
  114. Tributo que se pagaba por los judíos al Templo. Véase Dracma.
  115. Atendida la malicia de los hombres.
  116. Véase Escándalo, Figura.
  117. Este precepto de la correccion fraterna obliga siempre que, habida razon de la persona, lugar y tiempo, se espere que servirá de provecho al prójimo. Es menester, consultar tambien, para el modo de corregir, al decoro y fama del pecador en cuanto sea posible.
  118. Véase Iglesia, Gentiles, Publicanos.
  119. Esto es, algunos pocos: no precisamente dos ni tres. Los judíos suelen exigir que sean diez personas.
  120. Tal era la costumbre de los judíos, como dice Josepho. IV. Reg. IV. v. l.
  121. Véase Denario.
  122. El verbo griego προσκολληθήσηται significa agglutinabitur, se engrudará ó encolará ó pegará. El verbo viene de la raiz κολλα, que significa en latin gluten, en castellano engrudo, liga, etc. Es una metáfora que denota la estrechísima é indisoluble union entre marido y muger, que no forman ya sino un solo cuerpo.
  123. Véase Divorcio.
  124. Tal vez se traduciria mejor: Aquel que se sienta capaz de esa resolucion, tómela.
  125. Véase Manos.
  126. Segun la opinion del mozo, el cual le miraba como á puro hombre.
  127. Frase hiperbólica para pintar la dificultad de alguna cosa. La voz griega κάμηλος Significa un animal, y κάμιλος un cable ó maroma: como entre los árabes solia usarse de un adagio semejante, poniendo al elefante en vez del camello, es probable que entre los judíos que tenian mas á la vista los camellos, se usase del nombre de este animal, cuya joroba extraordinaria es un impedimento claro para poder pasar por un lugar angosto, etc. Marc. X. v. 25.
  128. Con la gracia de Dios pueden los hombres no usar mal de las riquezas, y ganar con ellas el cielo.
  129. La voz griega κρίνοντες, que la Vulgata traduce judicantes, significa tambíen gobernando. Véase Jueces.
  130. Véase Denario.
  131. Véase Hora.
  132. Véase Elegidos.
  133. Para entrar en su gloria.
  134. Véase Is. LIV. v. 10. La palabra griega λύτρον significa propiamente el precio que se da por el rescate de los cautivos.
  135. Nombre que daban los judios al Mesías.
  136. Este monte estaba cerca del de Sion, entre el cual y la ciudad de Jerusalem estaba el valle de Josaphat.
  137. Is. LXII. v. II.—Zachar. IX. v. 9.
  138. Puede ser que Jesu-Christo anduviese un rato sobre cada uno. Véase Hebraísmos.
  139. Esto es en el átrio.
  140. Is. LVI. v. 7.—Jerem. VII. v. 11.—Luc. XIX. v. 46.
  141. Psalm. VIII. v. 3.
  142. Véase Higuera.
  143. Frase griega elegantísima, por la cual se une el adjetivo con el adverbio nacido de él: Κακοὺς κακῶς ἀπολέσει.
  144. Ps. CXVII. v. 22.—Act. IV. v. 11,
  145. Véase Herodianos.
  146. Príncipe extrangero é idólatra, ilegítimo y violento.
  147. Los judíos solían llamar padre al Rabino ó doctor principal de la synagoga.
  148. Porque abusais de las cosas santas para vuestra avaricia.
  149. Sea puro tu corazon, y lo serán las acciones.
  150. Véase Infierno.
  151. Como al apóstol Santiago, a quien hicieron cortar la cabeza, Act. XII. v. 2; á san Esteban, VII. v. 57, á san Juan y san Pedro, v. 40; á san Pablo y san Bernabé, XIII. v. 50.
  152. S. Juan Chrysóstomo cree que este Zachárías es aquel de quien se habla II. Par. v. 20. Véase Templo, Altar.
  153. Cerca de 40 años despues sucedió la entera destruccion de Jerusalem.
  154. Ciudad y Templo serán arruinados.
  155. Los judios creían que el Mesías ó enviado de Dios habia de librarlos del yugo ó dominacion extrangera; y así es que llamaban libertadores de Israél á todos los que creían enviados de Dios.
  156. Proverbio vulgar con que los hebreos denotaban una repentina desolacion. Parece que por cuerpo entendió Jesu-Christo la poblacion de Jerusalem, y por águila al ejército romano. Es de advertir que el nombre de águila significa, segun el texto griego toda ave de rapiña.
  157. Semejantes expresiones son metafóricas, ó emblemáticas, y suelen usarse por vários Profetas para significar alguna horrenda calamidad de un pais. Véase Tinieblas, Figura.
  158. En la destruccion de Jerusalem, figura del fin del mundo.
  159. Como brutos animales. El verbo griego τρώγω de que se usa aquí, denota el comer de los brutos: de donde viene el verbo castellano tragar.
  160. Donde la Vulgata dice, et dividet eum, dice el texto griego διχοτομήσει, que significa tambien será serrado: suplicio que se daba á los violadores de los contratos. Estos, se ratificaban dividiendo en partes la víctima. Véase Sacrificio.
  161. Ezech. XXXIV. v. 17.
  162. Fórmula vulgar de que usan los escritores sagrados para comenzar á tomar otra vez el hilo de su narracion.
  163. La voz griega πτωχός mas bien significa aquí necesitado que pordiosero.
  164. Treinta siclos era el precio de un esclavo. Exod. XXI v. 32. Véase Siclo.
  165. Es probable que siendo trecelos convidados, habría muchas fuentes ó platos, en latin patina ó catina, de cada una de las cuales tomarían comida tres ó cuatro, segun el estilo de comer los orientales. Y de esto se infiere que Jesus tenía cerca de sí al traidor Júdas.
  166. Tal vez sin que lo oyeran los demas.
  167. Zach. XIII. v. 7. Véase Muchos.
  168. San Márcos XIV. v. 30 dice que la negacion de Pedro seria despues de cantar el gallo una vez; pero los otros evangelistas hablan del canto del gallo al amanecer, no del primer canto.
  169. Permitiendo que su alma bienaventurada sintiese la amargura que inspira naturalmente la proximidad de la muerte.
  170. El verbo griego θέλω está aquí en lugar de θέλοιμς ó ἔθελον, esto es, vellem, quisiera. Téngase presente que la lengua hebrea no tiene optativo ni subjuntivo en los verbos.
  171. Con la palabra amigo le echa Jesus en rostro irónicamente su horrorosa ingratitud ó felonía
  172. Despues de haberle pasado por la de Anás.
  173. Tú lo dices, era fórmula modesta de responder que , muy usada entre los hebreos y otras naciones orientales.
  174. Habla del canto del gallo al amanecer, que es el que se entiende siempre, si no se expresa otra cosa.
  175. Nótese la union de la hipocresía con la mas horrenda y solapada malicia.
  176. Tal vez se lee ahora Jeremías en lugar de Zachârias por error de los copiantes. Pero otros con mas fundamento opinan, que es una de las profecías de Jeremías que se conservaban por tradicion, y escribió despues Zachârías, del cual decian los judíos que tenia el espíritu de Jeremías. Finalmente puede decirse que esta profecía está tomada parte de Jeremías y parte de Zachârías. Jerem. XXXII. v. 7.—Zach. XI. v. 12.
  177. El que ellos esperan tanto tiempo hace.
  178. O una capa de color carmesí, á manera de púrpura real.
  179. Ayudándole á llevarla.
  180. Gólgotha es voz hebreo-syríaca que viene de גלגלת, y significa el lugar donde solian ajusticiar á los facinerosos.
  181. No por su amargura, sino por ser un calmante que se daba á los ajusticiados.
  182. Aquí se usa la figura enálage; y así el sentido es, uno de los dos ladrones.
  183. Sobre la realidad del cuerpo. El verbo griego ἐδίςασαν es tiempo pretérito aoristo, que tiene la significacion de tiempo perfecto, imperfecto y pluscuam perfecto; y asi puede traducirse: Si bien algunos habian dudado, refiriéndose principalmente al apóstol santo Thomás. 20:25.
  184. De estas palabras deducen los SS. PP. una prueba de la Trinidad de las Personas divinas, y de la unidad de su naturaleza.