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Mamboretá

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MAMBORETA


I


Así la llaman todos los chicos de Palermo.
Es la risa del barrio con su rostro feucho
y su andar azorado de animalito enfermo.
Tiene apenas diez años, pero ha sufrido mucho...

Los domingos temprano, de regreso de misa
la encuentran los muchachos vendedores de diarios,
y en seguida comienza la jarana, la risa,
y las zafadurías de los más perdularios.

Como cuando la gritan su apodo no responde,
la corren, la rodean y «Mamboretá ¿en dónde
está Dios?», la preguntan los muchachos traviesos.

Mamboretá suspira, y si es que alguno insiste:
— «¿Dónde está Dios?»—, le mira mansamente
sus ojos pensativos de animalito triste, [con esos


II


Una viuda sin hijos la sacó de la cuna,
y alguien dice, con mucha razón, que lo hizo adrede,
de bruja, de perversa no más, pues le da una
vida tan arrastrada que ni contar se puede.

Mamboretá trabaja desde por la mañana;
sin embargo, no falta quienes la llaman floja,
la viuda, sobre todo, la trata de haragana,
y si está con la luna de cuanto se le antoja:

—«La inútil, la abriboca, la horrible, la tolola...»
Mamboretá no ha oído todavía una sola
palabra de cariño. ¡Pobre Mamboretá!

Todo el mundo la grita, todos la manosean,
y las mujeres mismas a veces la golpean...
¡Ah, cómo se conoce que no tiene mamá!