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A la muerte de Adolfo Berro

De Wikisource, la biblioteca libre.
Poesías (1884)
de Adolfo Berro
A la muerte de Adolfo Berro de Bartolomé Mitre
Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CONCLUYE

LA GUIRNALDA POÉTICA

POR

A. MAGARIÑOS CERVANTES,

BARTOLOMÉ MITRE, JUAN C. GOMEZ.



Á LA MUERTE DE ADOLFO BERRO




Theat live to weep, and sing their fall.
Grey. X.


Yertos están sus lábios generosos
Sellados por la muerte y la quietud;
Mudos están sus écos dolorosos,
Mudo tambien su armónico laud.

Mústios están los ojos que abatía
Al contemplar un libro amarillento,
Como se inclina ante la fuente fría
Para beber el viajador sediento.
 
Marchita está su frente luminosa
Sellada por el génio del dolor,
Pero aun brilla la chispa misteriosa
Que estampó con su dedo el Hacedor.

Y en vano bramarán las tempestades
En álas del furioso vendabal,
Relucirá de edades en edades
La llama de su génio celestial.

Llorad, llorad, en torno de la fosa
Del bardo fiel que su mision llenó,
Y que las plantas de su patria hermosa
Con versos aromáticos bañó.

Llore tambien el mísero mendigo,
Y el desvalido en miserable lecho;
Cayó sin vida el que con voz de amigo
Defendiera su pan y su derecho.

Llorad, llorad, poetas orientales,
Al que cantó las penas del esclavo,
Al que en la Cruz, con versos inmortales
Cantó, pendiendo del sangriento clavo;

Que como Job sobre la tierra dura
Inflamado de espiritú inmortal,
Su alma brillaba trasparente y pura
Tendido sobre inmundo lodazal.

Pasagero en el valle de la vida
Clavó su tienda en medio del desierto,
Y en busca de una linfa apetecida
Dejó á su espalda el arenal incierto.

Y al percibir en su cabeza ardiente
Del génio de la muerte helada brisa,
En su rostro de luz resplandeciente
Brilló inefable y plácida sonrisa.
 
Y era por que su mente se adormia
Sobre la almohada de la eterna fé,
Y era que el desterrado sonreía
Al estampar sobre su pátria el pié.

Y al apagarse en su fulgor naciente
La purísima aurora de su edad,
Brilló sobre su tumba, refulgente,
La aurora de la inmensa eternidad.

Envuelto por el humo del combate
Su canto fué de paz y bendicion,
Y de la lucha entre el feral embate
Puro permaneció su corazon.
 
El génio lo ciñó con sus espinas,
Su herencia, fué su lágrima de hiel,
Pero de sus creaciones peregrinas,
Brotan torrentes de armonía y miel.
 
Descendió como un mártir á la arena
Atleta de la Paz y la Igualdad:
Destrozando del hombre la cadena
Dió consuelo á la triste humanidad.

Con el audácia del apostol fuerte
De la verdad la antorcha reanimó,
Y al caer en el abismo de la muerte
Encendida á su borde la dejó.




 
(Rimas)