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Anduve largo trecho del camino

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ANDUVE LARGO TRECHO DEL CAMINO


A

nduve largo trecho del camino.

Señor, no estoy ya lejos de tu casa
cuyas puertas de par en par abiertas
llamándonos señalas.

Me miro en el espejo de la fuente:
de andrajos es mi traje; estoy descalza;
tengo desordenados los cabellos,
y polvo del camino hay en mi cara...

Señor, es que al comienzo de mi viaje,
mi cántaro vertiendo, con el agua
que debía beber regué los cardos
y en mi sed bebí lágrimas;

Sefior, es que mi pan desmigajando
hice que hambrientas aves se saciaran,
y tuve que probar silvestres frutas
que amargas me supieron, muy amargas;

Señor, y anduve errante y fui mendiga,
y mis sienes tuvieron por almohada
sólo piedras, que en pago me pidieron
la sangre de cien llagas;

y anduve largo trecho del camino...
y hoy, Señor, ya no lejos de tu casa,
me miro en el espejo de la fuente
y mi imagen apéname mirarla...

¿Me reconocerás, Señor, cuando a las puertas
de tu casa me acerque? ¿Tus miradas
se fijarán en mí como en tu imagen?...
¿Podré besar tus plantas?...

¡Cuán grande es tu bondad que me permite
mirarme en el espejo de estas aguas!
¡Canten salmos los pájaros salvajes
y el cardo floreciendo haga guirnaldas!

Me lavaré en el agua de la fuente;
con el blanco vestido de tu Gracia
me adornaré, Señor, y tendré nuevas
y sólidas sandalias.

Y haré lo que me resta del camino
y cantando lo haré... Y una mañana
me encontraré, Señor, ante las puertas
que amoroso llamándonos señalas.

Me reconocerás, y la clemencia
y el amor brillarán en tu mirada
cuando diga a tus pies confiadamente:
Sefior, ¡he aquí tu esclava!

Y tus plantas besar será mi gloria,
y por la gloria de besar tus plantas.
Señor, bendito seas en las piedras
que sangre me quitaron por cien llagas!