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Compendio de la historia geográfica y natural del reyno de Chile/Prefacio

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PREFACIO DEL AUTOR.

LA Europa vuelve al presente toda su atencion hacia la América, deseando conocer con erudita curiosidad la diversidad de sus climas, la estructura de sus montes, la naturaleza de sus fosiles y la forma de sus vegetales y de sus animales, las lenguas de sus habitantes; y en suma, todo lo que puede empeñar su atencion en aquellas varias regiones, entre las quales, por testimonio de los autores que escriben de aquella parte de nuestro globo, es el Reyno de Chile una de las mas considerables, no tanto por su extension, quanto por haver salido dotado de las manos de la naturaleza con parcialidad, y con particular cuidado; y por que, sostenida y favorecida de las delicias del clima, ha esparcido alli con prodigalidad sus mejores dones, exentos por la mayor parte de aquellas incomodidades que suelen acompañarlos en otros parages.

Este pais es, por decirlo asi, la Italia, ó mas bien el jardin de la América meridional, en donde brilla con la misma perfeccion y abundancia que en la Europea todo quanto se puede apetecer para disfrutar una vida cómoda; pues hallandose situada la porcion mas considerable baxo los mismos grados de latitud, goza de los mismos climas; y extendiendose al modo de ésta mucho mas á lo largo que á lo ancho, tiene la proporcion necesaria para recibir y madurar todo genero de producciones apetecibles. Los Andes, llamados por otro nombre la Cordillera, que le circuyen por el oriente, hacen las veces de los Alpes y de los Apeninos, encaminandole igualmente que estos un gran numero de rios para que amenicen y fertilicen sus campos; y asi como la prosperidad de Italia se deriva sin duda de las dos predichas cadenas de montes, la del Reyno de Chile depende totalmente de sus cordilleras; estando tan intimamente persuadidos de esta verdad aquellos habitantes, que siempre que quieren dar la razón de algún fenomeno concerniente á su atmósfera ó á sus tierras, recurren á los influxos de aquella montaña como á su agente mas principal y mas inmediato.

Pero á pesar de esto, se conoce todavía con mucha superficialidad un pais tan apreciable, que no menos en la parte fisica que en la politica presenta varios hechos dignos de consideracion, y apenas se encuentra hecha mencion de alguna de sus producciones en las obras de los autores que tratan en la actualidad de las cosas criadas que yacen esparcidas en las varias regiones de toda la tierra: de manera, que la índole, las costumbres y el armonioso lenguage de sus antiguos habitantes, yacen tan ignorados como los maravillosos esfuerzos con que han procurado defender su libertad con tantas batallas como han dado desde el principio de la conquista hasta nuestros dias.

Es cierto que los viageros instruidos que han aportado en diferentes tiempos á sus playas, no han dexado de hablar de aquel Reyno; pero sus noticias son demasiado sucintas para que se pueda formar por ellas una justa idea de Chile. El Padre Luis Feuillé, religioso mínimo, y francés doctísimo, describió con extraordinaria exâctitud los principales vegetales que alli se crian, y algunos de los animales que alli se propagan, y esto con descripciones tan ciertas y tan conformes con los objetos que abrazan, que no he hallado el mas leve descuido en quanto escribió aquel grande hombre: pero su historia, impresa á expensas del Rey con grande aparato de finisimas laminas, no ha sido reimpresa de nuevo, y apenas es conocida de algunas personas.

Tampoco han descuidado los naturales ilustrar su pais con sus propios escritos, siendo muchas las relaciones formadas con esta mira tanto en el siglo pasado como en el presente, pero que por motivos que referiremos en su lugar, no han tenido la suerte de ser publicadas. Vivo persuadido de que tendrian una favorable acogida, siempre que saliesen á luz, las tres historias compuestas últimamente por Don Pedro de Figueroa, y por los Abates Don Miguel de Olivares y Don Felipe Vidaurre, de las quales las dos primeras tratan de los sucesos ocurridos en aquel Reyno desde la entrada de los Españoles hasta nuestros dias y pudiéndose llamar perfecta en este genero la historia del Abate Olivares segun la critica y exâctitud con que ha sabido presentar los hechos mas importantes de la guerra casi contínua entre los Españoles y los Araucanos. El Abate Vidaurre se dedicó principalmente á manifestar las producciones Chileñas, y los usos de aquellos naturales; dos cosas que ha desempeñado con suma inteligencia y acierto.

Las historias, ó mas bien las relaciones que se han publicado á demas de los quatro Poemas que corren impresos sobre la guerra Araucana, son la de Ovalle, la de Fray Gregorio de León, la de Santiago Tesillo, la de Don Melchor del Aguila, y un compendio anónimo que se publicó en lengua Italiana en el año 1776, y que en cierto modo nos dá una noticia mas completa de Chile que la que nos han dado las demas obras impresas, singularmente en quanto á la geografía y á la historia natural. Mas como quiera que este compendio es tambien demasiadamente conciso, esto mismo me ha hecho pensar que haria un obsequio útil á las personas que gustan de las cosas Americanas, presentandoles otro compendio en que se traten mas á la larga y con mas individualidad las producciones y los sucesos mas notables de aquel pais. Con esta mira me habia dedicado desde mi juventud á observar sus riquezas naturales, y á instruirme en sus acaecimientos, con intención de publicar sus resultas para beneficio comun de mis compatriotas. Las criticas situaciones en que me he hallado, y que interrumpieron mis tareas, me privaron aun hasta de la esperanza de que pudiese llegar el dia en que los continuase de nuevo: pero haviendo venido á mis manos por una feliz casualidad varios materiales de los mas necesarios para mi empresa, me dediqué á formar el presente ensayo de mis interrumpidas tareas sobre la historia natural de aquella parte de América, al qual seguirá dentro de poco tiempo otro ensayo ó compendio sobre la historia civil.

Este que ahora publico, vá dividido en quatro libros: en el primero, después de dar una sucinta descripción del Reyno de Chile, que sirve de oportuna introduccion á lo demás de la obra, trato de sus estaciones, de sus lluvias y demas meteoros aqueos; de sus vientos, de sus exhalaciones igneas, de los volcanes que se encuentran en sus montes y sierras, de los terremotos que alli se sienten, y de la salubridad de su clima. En los otros tres libros, destinados para individualizar los cuerpos pertenecientes á los tres reynos de la naturaleza, esto es, al mineral, al vegetable, y al animal, hablo por grados, y pasando de las cosas mas sencillas á las mas compuestas: I.° de las aguas comunes y de las minerales, de la estructura de los montes, de la qualidad de los terrenos, de las varias especies de tierra, de las piedras y sales, de los betunes y de los metales que se han descubierto, y del modo de extraer estos últimos del seno de la tierra, y de purgarlos de las materias eterogéneas: II.° de las yerbas, de los arbustos y de los árboles mas útiles que allí se crian: III.° de los testáceos, de los crustáceos, de los insectos, reptiles, peces, páxaros, y de los quadrúpedos singulares que he podido observar: concluyendo mi narrativa, formando una idea ligera del hombre, considerado como habitante de Chile, en cuyas montañas coloco igualmente los famosos Patagones, reputados por gigantes de la especie humana, reservando el hablar de ellos mas largamente, para mi segundo compendio.

He acomodado todos estos seres y cosas á los géneros establecidos por el célebre Caballero Linnéo, y quando ha sido del caso he formado otros nuevos siguiendo su método; pero he tenido por conveniente no adoptar su modo de distribuirlos, pareciendome poco adaptable á la naturaleza de esta obra: bien que para reparar esta falta, he puesto al fin un catalogo, en el qual se encontrarán todos; los seres y cosas colocados por las clases y por los órdenes de aquel gran naturalista: pero prevengo que en lugar de sus divisiones me he valido de otras mas familiares y mas acomodadas al corto numero de objetos que yo describo, y que no sirven para otra cosa que para dar algún orden á mi narracion.

He seguido los pasos del naturalista Sueco, no porque esté yo persuadido de que su sistema sea superior á todos los otros, sino porque veo que en el el día es el mas generalmente seguido; pues á pesar de la grande estimacion que profeso á su sabiduría, no puedo dexar de decir que me desagrada en muchos puntos muy esenciales su ingeniosisima nomenclatura, y que con mayor gusto mio habría seguido á Waller ó á Bomare en la mineralogia, al gran Tournefort en la botánica, y á Brísson en la zoología, porque me parecen mas fáciles y mas acomodados á la inteligencia comun.

Por esto mismo he usado parcamente de términos técnicos ó facultativos en las descripciones, que quiero sean entendidas de aquellas personas que no se hallen iniciadas en el estudio de la historia natural; y quando me ha sido preciso usarlos con alguna freqüencia, los he puesto al fin de la pagina, acompañandolos con las frases ó definiciones latinas de las nuevas especies que refiero y describo: bien que no olvidandome de la brevedad que me he propuesto seguir, me he ceñido á explicar únicamente aquellos atributos que bastan para caracterizar los objetos, omitiendo todos los demas, ya como menos necesarios, ó ya por comunes á todas las especies del mismo genero.

Tal es el motivo que he tenido tambien para contentarme con exponer sencillamente las cosas, sin internarme en la investigación de sus causas, ni difundirme en reflexiones que tendrían su lugar oportuno en el plan de una historia natural, circunstanciada y completa, pero que contradecirian el titulo de mi obra. Es verdad que cito á cada paso los autores extraños que tratan del Reyno de Chile, y que esta freqüencia podrá fastidiar la delicadez de algunas personas: pero yo he tenido por absolutamente necesaria esta repeticion, asi porque no pretendo que se crea sobre mi palabra lo que escribo de un pais tan remoto, como para poner de bulto que no solamente no exâgero las cosas, sino que digo menos que lo que ellos afirman.

El mismo titulo de la obra anuncia lo que ella es en sí: conviene á saber, un compendio, una breve memoria de algunos de los seres y de las cosas naturales que contiene el Reyno de Chile, y por lo misma tendrán á bien las personas inteligentes no exîgir ni esperar de ella lo que solo conviene á una historia natural, cosa que no me he propuesto: porque ademas de que un plan tan grande requeriria otras muchas circunstancias, sería imposible de desempeñarlo na teniendo á mano los objetos para consultar con ellos á cada paso, repetir experiencias, y formar con ellas infinitas ideas que no se pueden adquirir de otro modo.

Los lectores á cuya noticia hayan llegado las Investigaciones filosoficas sobre los Americanos, escritas por Mr. Paw, se maravillarán de ver describir un pais de la América muy distintamente de como este autor quiere hacer creer que sean todas las partes de aquel gran continente: pero ¿qué hemos de hacer, ni cómo deberé yo faltar á la verdad por no exponerme á los sarcasmos y mofa poco decente con que acomete Paw á todas aquellas personas que se oponen á sus raras ideas? Yo he visto, y he observado con suma atencion quantas cosas escribo; y no satisfecho con mi parecer, he consultado los escritores mas imparciales y mas apreciables que han reconocido las mismas cosas, y los quales, de acuerdo total con mis propias observaciones, son otros tantos apoyos irrefragables de quanto digo. Paw no solo no ha visto nada de lo que escribe y divulga, pero ni aun ha querido verlo en los autores que dice haber leído para formar su obra, pues sin embargo de que Frezier y Ulloa, á quienes cita con freqüencia siempre que le acomoda, hablan de la maravillosa fecundidad con que el grano fructifica en el Reyno de Chile, él se atreve á decir á presencia de todo el mundo que el trigo nace únicamente en algunos ángulos del norte de la América.

Deslumbrado de las conseqüencias del sistema ideal que se propuso seguir por motivos fáciles de adivinar, lleva las cosas á tal extremo, que su obra queda en la clase de una inverosímil novela. Ni tampoco dá mucho honor á sus luces y á sus talentos la lógica con que pretende probar sus decisivas aserciones, pues basta que haya en el inmenso continente de toda la América un islote ó un cantón con algún defecto, para que participen de él todas sus provincias, bastándole para calificar tantas y tan innumerables naciones una miserable tribu de los mas desconocidos salvages. Sería no acabar si quisiese exponer una por una las incongruentes premisas de donde deduce sus conclusiones anti-americanas, y con cuyo método se podria desacreditar igualmente qualquiera otra región de la tierra: pero ni la razon ni la filosofia aprobarán jamas semejante modo de proceder.

En suma, Paw ha escrito de las Américas y de sus habitantes con la misma libertad que pudiera haber escrito de la luna y de los Selenitas: pero quiere su desgracia que la América no diste tanto de nosotros como la luna, y asi muchos sabios Europeos que han estado en aquellas regiones, y que han visto lo que son con sus propios ojos, afirman lo contrario de lo que afirma Paw; y hay otros también que bien instruidos en la historia de las varias provincias de aquel continente, desprecian unas tan voluntarias cavilaciones: no faltando sabios, que guiados unicamente del amor á la verdad, han emprendido manifestar en sus escritos la insuficiencia de las razones de Paw, entre las quales merece particular atención el Conde Juan Reynaldos Carli, bien conocido de los literatos por varias obras impresas, y últimamente por sus apreciabilisimas Cartas Americanas [1], en las quales ha sabido recopilar como sabio filosofo y como critico erudito todo lo que conduce para dar una idea verdadera de ambas Américas.

Debo prevenir últimamente que la carta geográfica que acompaña á este Compendio, es la misma que se encuentra en el que se publicó el año 1776: que es puntual y exâcta, aunque formada contra el método comun de los Geografos, pues se ha puesto en la parte superior el Oriente; lo qual se ha hecho asi porque siendo el Reyno de Chile demasiado largo de Septentrion á Mediodia, y demasiado estrecho de Levante á Poniente, sería muy incomodo un mapa de formacion comun para las personas que hubiesen de manejarle. Yo quise formar otro mas amplio y circunstanciado: pero no habiendo llegado á tiempo los documentos necesarios, he suspendido por ahora su formacion. Ad- vierto asimismo que el breve Diccionario de vocablos Chileños relativos á los objetos descriptos en esta obra, y que va á continuación del libro quarto, le he formado para la ilustración de la Historia y para complacer á las personas que gustan de las lenguas extrañas, y las quales hallarán notados al margen los términos genéricos del idioma Chileño.


  1. Es de creer que se publicará muy pronto el primer tomo de las Cartas Americanas, al qual seguirán los otros dos, porque esta preciosa obra consta de tres partes. Los eruditos que á conocer perfectamente la América, harán muy bien en consultar esta obrita. (Nota del Traductor).