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Desfile de dioses

De Wikisource, la biblioteca libre.
Desfile de dioses (1921)
de Teófilo V. Méndez Ramos
Fuente: http://teofilomendezramos.netne.net/poesia.html (véase autorización)

(28/7/1921)

Es desfile de dioses... La epopeya grandiosa
que escribieran con sangre los titanes de ayer,
nos parece leyenda... leyenda prodigiosa
que misteriosamente nos hace estremecer.

Allá... por la meseta de legendaria historia,
al sol, para admirarse, de un pedazo de cielo
formó un inmenso espejo refulgente de gloria;
y al contemplarse en su obra, como si fuera anhelo
su imagen rutilante quedó perpetuamente
estampada en el lago que él infundiera vida;

y nació Manco Capac genial, omnipotente
y surgió Mama Ocllo, la reina bendecida...
y comenzó la historia de un vasto Continente.

Al vibrar sonoroso del clarín de la fama
prosiguieron los pueblos su carrera triunfal,
enardecidos todos por esa sacra llama
que hizo la Esparta grande y de Roma inmortal.

Levantaron palacios enjoyados con oro,
y gemas brilladoras... fantástico tesoro!
Templos maravillosos desafiando a los siglos,
fortalezas enormes retando a los vestigios,
ciclópeos caminos, evocación a Roma,
canales milagrosos fecundado la tierra
estéril de la costa y de la empinada sierra;
y crearon la vida por el llano y la loma.

¿Detener quien podía los pasos del coloso
invencible en la guerra, magnánimo en la paz?
¿Qué poder sobre humano guiaba al poderoso
monarca de un imperio do reinaba solaz?
ya la enseña sagrada, la enseña del Arco-iris
tremula victoriosa de uno al otro confín
desde el Maule apacible hasta la opulenta Shiria
enardecen las notas del triunfante clarín.
Se estremecen los Andes... ¡Huayna Capac ha muerto!
El pueblo inconsolable de desventura llora
y fervorosamente del padre Sol implora
piedad para el imperio de porvenir incierto.

Se descorre el misterio fratricida contienda
preludia el cataclismo qua se deja entrever.
Mientras Pizarro heroico su alma, a Dios encomienda
pone en ristre su lanza y arremete a vencer.

La hidra estaba dócil; Viracocha ordenaba.....
(¿Su blonda cabellera no es el oro del Sol?)
¡OH, dioses implacables, el Inca se inclinaba
ante la gesta magna del soldado español!
¿Por qué abandono tanto de las huestes guerreras
mesnadas victoriosas, que en épicas jornadas
supieron bravamente dejar aniquiladas
legiones sanguinarias con instinto de fieras?
¿Dónde está Rumiñahui, Calcuchima altanero,
Quisquis el valeroso, temibles generales

Que, en torneos dichosos, mostraron el acero
de sus brazos potentes, trocados en puñales?
Cae el Sol prisionero... ¿Más ninguno lo impide?
¡No; el valor de la raza sorprendente fulmina,
y es cuando surge su alma gigante de Cahuide
que, cual furioso monstruo, sin piedad extermina!

Se siente batir de alas; el cóndor está herido...
Las zarpas afiladas del águila imperial
se incrustan en sus carnes... Hay una voz glorial:
¡son usos de la guerra vencer o ser vencido!
Enmudece el tumulto; se funden las dos razas:
la ñusta senadora con los hijos del Cid,
que arrojan sus adargas, se quitan las corazas
después de haber reñido en caballerosa lid.

Madre España nos trajo desde playas distantes
Esa cruz redentora del vicio, agua lustral;
La lengua en que escribiera don Miguel de Cervantes
la historia del Manchego, caballero inmortal.
¡OH raza quimerista, florecen tus rosales
Don Quijote, maestro, nos enseña a soñar,
a correr locamente tras divinos ideales,
por ellos luchar... y tener la ilusión de triunfar
¡Madre España, tus hijos admiran la leyenda que
tejieran bizarros por las tierras del Sol
tus armados troveros, levantando su tienda,
y arrojando a los siglos el ensueño español!

La espada que blandiera Bolívar en Junín,
y Sucre en Ayacucho, con toda heroicidad,
fue tu espada que un día se hiciera eternidad
en Bailén y Numancia, Lepanto y San Quintín!
San Martín, tiene el gesto del Cid Campeador,
Luzuriaga estupendo, de Pelayo el valor.

Es desfile de dioses... La epopeya grandiosa
que escribieran con sangre a titanes de ayer,
nos parece leyenda... leyenda prodigiosa
que misteriosamente nos hace estremecer.