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Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos: Capítulo XLVII

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Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos
Capítulo XLVII: Cláusulas distributivas

de Andrés Bello

1167 (393). Llamo cláusulas distributivas, alternativas o enumerativas, aquellas en que se contraponen acciones distribuidas entre varios agentes, lugares, tiempos; o se presentan varias suposiciones que recíprocamente se excluyen; o se enumeran las varias fases de un hecho; sentidos diferentes, que reunimos aquí, porque se exprimen muchas veces por unos mismos medios gramaticales.

1168 (394). Las suposiciones alternativas se indican naturalmente por la conjunción o, o por un verbo en el modo optativo: «No pudieron curarle los médicos, o porque fueron llamados tarde, o porque no conocieron la enfermedad»; lo que suele variarse diciendo, «Sea porque fueron... sea porque no conocieron»; o «Sea que fueron... sea que no conocieron». Pueden también combinarse ambos medios: «O fuese que se habían consumido las provisiones, y no había esperanzas de recibirlas de afuera, por la fuerza y vigilancia de los sitiadores, o fuese que después de tantos meses de sitio comenzase a desfallecer el ánimo de la guarnición, se determinó al fin», etc. Puede asimismo suprimirse el verbo de la segunda frase optiva: «O fuese que se habían consumido... o que comenzase». Y en todos casos es arbitrario callar o expresar la conjunción o en el primer miembro, o si hay muchos, en todos menos el último. Finalmente, en lugar de o se emplea también la frase conjuntiva o bien; y si en ésta se calla la conjunción se revestirá de su fuerza el adverbio: «Bien fuese la edad, bien el rigor de la disciplina lo que había debilitado sus fuerzas».

1169 (395). Las enumeraciones y distribuciones se expresan naturalmente por medio de los adjetivos uno, otro, y de varias palabras o frases que pueden hacer este oficio sin salir de su acepción propia: «Unos cantaban, otros tañían diversos instrumentos, otros bailaban»; «En una parte se oían tristes lamentos, en otra desesperadas imprecaciones»; «Parte venían armados de espadas y lanzas, parte solamente de palos y piedras, parte inermes»; «Perecieron casi todos; parte a filo de espada; parte a manos del hambre y de la miseria»; «Cerca sonaban las voces de los combatientes; lejos se reiteraban los lelilíes agarenos» (Cervantes).

1170 (396). Pero además de estos medios naturales y comunes, hay otros más expresivos, suministrados por palabras demostrativas e interrogativas.

«¿No has visto tú representar alguna comedia adonde289 se introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y otros diversos personajes? Uno hace el rufián, otro el embustero, éste el mercader, aquél el soldado, otro el discreto, otro el enamorado simple, y acabada la comedia, y desnudándose de los vestidos de ella, todos los recitantes quedan iguales» (Cervantes). «Quiénes viajaban a pretender beneficios, quiénes se encaminaban a recibir su educación en el colegio de Bolonia, quiénes militaban en los tercios», etc. (Navarrete, citado por Salvá). «Hombres y mujeres, viejos y niños, fueron desorejados o desollados vivos; a quiénes hacía quitar el cutis de los pies y caminar sobre vidrios o guijarros; a quiénes mandaba coser espalda con espalda; a quiénes hacía mutilar de uno o dos miembros o de las facciones del rostro» (Baralt y Díaz). «Descubrieron los rostros poblados de barbas; cuáles rubias, cuáles negras, cuáles blancas, y cuáles albarrazadas» (Cervantes). «Vieron un abrigo que podía llamarse puerto, y en él hasta diez o doce bajeles; dellos chicos, dellos medianos, y dellos grandes» (Cervantes): parte de ellos. «El campamento presentó luego una escena de espantosa confusión, donde todos, exagerándose el peligro, corrían desolados y sin saber a qué punto; cuáles, como valerosos, para hacer frente al mal, cuáles, como cobardes, para evitarlo huyendo» (Baralt y Díaz). «Éste la maldice y la llama antojadiza, varia y deshonesta; aquél la condena por fácil; tal la absuelve y perdona, y tal la vitupera, uno celebra su hermosura, otro reniega de su condición, y en fin, todos la deshonran y todos la adoran» (Cervantes). «Cuál buscaba al amanecer entre los montones de muertos horrendamente heridos o mutilados el cadáver de un padre; quién el de un hijo o de un hermano; aquélla el de un esposo o de un amante; otros los de sus amigos o protectores» (el duque de Rivas). «Aquí se queja un pastor, allí se desespera otro, acullá se oyen amorosas canciones» (Cervantes). «Aquí se pelea por la espada, allá por el caballo».

«El araucano ejército revuelto
Por acá y por allá se derramaba».

(Ercilla)

«El diablo me pone ante los ojos aquí, allá, acá no, sino acullá, un talego lleno de doblones, que me parece que a cada paso le toco», etc. (Cervantes). (Nótese que este adverbio acullá apenas se usa sino en oraciones distributivas, como las precedentes).

1171. Úsanse de la misma manera:

Ya... ya.

Ahora... ahora (que se sincopa frecuentemente en ora... ora).

Tal vez... tal vez (en el sentido de ya... ya).

Tan presto... tan presto (en el mismo sentido).

Cuándo... cuándo (en el mismo sentido).

Dónde... dónde (por aquí... allí), etc.

«Ahora estés atento sólo y dado
Al ínclito gobierno del Estado,
Albano, ahora vuelto a la otra parte,
Resplandeciente, armado,
Representando en tierra al fiero Marte;
Ahora de cuidados enojosos
Y de negocios libre, por ventura
Andes a caza», etc.

(Garcilaso)

«Su rueda plateada
La luna va subiendo;
Ora una débil nube
Que le salió al encuentro,
De trasparente gasa
Le cubre el rostro bello;
Ora en su solio augusto
Cubre de luz el suelo,
Tranquila y apacible
Como lo está mi pecho;
Ora finge en las ondas
Del líquido arroyuelo
Mil luces, que con ellas
Parecen ir corriendo».

(Meléndez)

«Graciosa palomita,
Ya licenciosa puedes
Empezar con tus juegos
Y picar libremente.
Ya te provoca Fili.
Ya en los brazos te mece,
Ya en su falda te pone,
Y el dedo te previene».

(El mismo)

«Almanzor tenía dispuestas sus gentes para hacer cada año dos entradas en tierra de Navarra, cuándo por una parte, cuándo por otra».

(Conde)

1172. Conviene advertir que si se trata de dos cosas, o de más de dos, pero reducidas a dos por el modo de presentarlas, es más propio emplear el uno y el otro con artículo definido, para designarlas consecutivamente: «De sus dos hijos el uno se dedicó a las armas y el otro a las letras»; «De sus cuatro hijos, los dos... y los otros dos». Pero si se habla de más de dos individuos o colecciones, lo más propio es suprimir el artículo, excepto cuando en la construcción se llega a la última de las cosas de que se trata, siendo determinado su número: «Había tres aldeas a la orilla del río; una antigua de numeroso vecindario, otra recién poblada, la otra arruinada y desierta».