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Los duendes (Gómez de Avellaneda)

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Los duendes
de Gertrudis Gómez de Avellaneda


Imitación de Víctor Hugo

E como i gru van cantando lor lai
Facendo in aer di se lunga riga;
Cosi vid'io venir traendo guai
Ombra portate d'aIla de-tta briga.

DANTE


    Palacios y chozas,
 Campos y ciudad,
 Brutos, aves, hombres,
 Todo duerme ya;
    
    Que cubren las sombras
 Del cielo la faz,
 Y guardan silencio
 Los vientos y el mar.
    
    Sólo un rumor se percibe,
 Vago, débil y fugaz
 El aliento de la noche,
 Que llena la inmensidad;
    
    Y cual un alma se queja
 Perseguida sin cesar
 Por una llama invisible
 De la región infernal.
    
    Mas crece el rumor... sí, ¡crece,
 Y ninguno fue jamás
 Tan importuno y extraño,
 Tan pavoroso y tenaz!
    
    Ya parece de los búhos
 La horrible voz sepulcral;
 Ya de un inmenso gentío
 El confuso respirar;
    
    Ya fatídica campana
 vibrando en la oscuridad,
 Cuyos sonidos mil ecos
 Repitiendo en torno van.
    
    Pero no; cual cascabeles
 Que mueve mano vivaz,
 Que inarmónicos sones
 Oigo en los aires vagar.
    
    Ora se cambian... podría
 Presumirse, que a compás
 Bailan niños juguetones
 Sobre rollos de cristal,
    
    Que se chocan, que se quiebran,
 Que saltan acá y allá,
 Revolviéndose en fragmentos
 Con un ruido sin igual.
    
    Son, ¡oh cielo! son los duendes,
 Que enemigos de mi paz
 Cada noche, en turba inmensa,
 Visitan mi soledad.
    
    Son los duendes, que mi insomnio
 Parece siempre evocar,
 Para burlarme, aturdirme,
 Volverme loca quizás.
    
    ¡Ay! mi lámpara se extingue,
 Y oigo al enjambre fatal
 Que en confuso tropel cruza,
 Surcando la inmensidad!
    
       ¡El techo retiembla
    Sobre mí agitado!
    ¡Cual pino quemado
    Lo escucho crujir!
       ¡La viga se dobla
    Como junco blando!
    ¡La puerta, girando,
    Se comienza a abrir!
       ¡Los goznes mohosos
    Rechinan con ruido!
    ¡Con bronco estallido
    Se parte el dintel!
       ¡Y veo entre nubes
    De impuros vapores,
    De extraños colores
    Confuso tropel!
    
       La horrible falange
    Forma batallones.
    Vampiros, dragones
    Vuelan en montón,
       Y pasan lanzando
    Gemidos dolientes
    ¡Sus alas rugientes
    Les presta Aquilón!
    
       Acaso ¡ay! se posen
    Sobre mi morada,
    Ceda desquiciada
    La antigua pared,
       Y al impulso ruede
    De la horda maldita,
    Cual hoja marchita
    Del viento a merced.
    
       ¡Oh Musa! si tu mano
    Me ofrece libertad,
    Prosternaré mi frente
    Delante de tu altar.
       De estos hijos impuros
    De la noche fatal,
    Sálvame compasiva,
    Sálvame por piedad!
    
       Haz que en vano sus alas,
    Con capricho tenaz,
    De mis viejos balcones
    Azoten el cristal,
       Y cerradas mis puertas
    No dejen penetrar
    El aliento maldito
    De su boca infernal.
    
       ¡Ah! pasaron! las cohortes
    Huyen ya, de furor llenas
    Mas en los aires cadenas
    Aún me parecen crujir.
       Allá al remoto horizonte
    La horrible cuadrilla avanza,
    Y se escucha en lontananza
    De sus alas el batir.
    
       Bajo su vuelo impetuoso
    Tiemblan las selvas vecinas,
    Doblándose las encinas,
    Removida su raíz.
       ¡Cómo en torno de la luna
    Dibujan faja sangrienta,
    Y en las nubes, que ella argenta,
    Forman extraño matiz!
    
       Mas ya las rasgan -huyendo-
    Mis enemigos veloces...
    Ya sus discordantes voces
    Apenas puedo escuchar;
       Siendo el ruido tan confuso,
    A proporción que se aleja,
    Que imita de la corneja
    El fatídico graznar,
     
       Y del granizo el sonido
    Cayendo en un viejo techo,
    O bien rodando deshecho
    Desde elevada canal.
       Pero más dulce se torna
    Ya es de una fuente el murmullo
    Ya el melancólico arrullo
    De la tórtola leal
       
       Ya de piadosa plegaria
    Es la sílaba postrera...
    Ya de la ola, en la ribera,
    El espirante rumor
       O es el aura -que en las ramas
    Juega con vuelo liviano-
    O acaso el eco lejano
    Del insomne ruiseñor.
    
          Todo cesa...
       Ningún ruido
       A mi oído
       Llega ya;
          Todo calla,
       Y el reposo
       Silencioso
       Tornará.
             Ya benigno
       Vierte el sueño
       Su beleño
       Por mi sien,
             Y en sosiego
       Tan profundo
       Duerme el mundo...
       ¡Y yo también!