Página:El diario de Satanás.djvu/10

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Este trabajo es lento, difícil, desconcertante para quien está habituado a comprender todo con un... no sé cómo llamarlo...: con un relámpago único y con él mismo expresarlo. No en balde los pensadores son unos infelices que, si resultan honrados y no engañan durante las construcciones, son considerados por vosotros como verdaderos ingenieros y acaban en el manicomio.

Más de una vez sus muros amarillos[1] se han cruzado en Mi camino, y también más de una vez su puerta se Me abrió hospitalariamente, y eso que llevo tan sólo unos cuantos días en la tierra.

Sí. Es extraordinariamente difícil y pone los nervios de punta. Aquí me tenéis, ahora, que para explicar un pensamiento pequeño y común, por la insuficiencia de vuestras palabras y de la lógica, estoy obligado a echar a perder, a estropear hojas y más hojas de este magnífico papel de a bordo...

¿Y cuánto no será necesario para expresar alguna cosa grandiosa o sobrenatural?

He de decirte en seguida, para dejarte, ¡oh mi terrestre lector!, con la boca abierta de par en par, que lo sobrenatural es inexpresable en tu lenguaje de alaridos. Si no Me crees, haz una visita a los huéspedes del manicomio más cercano y escúchalos: todos ellos han aprendido algo, lo han querido expresar..., y oye cómo silban y cómo dan vueltas en el vacío las ruedas de estas locomotoras panza arriba. Observa con cuánta dificultad tratan de


  1. En Rusia los manicomios tienen pintadas las paredes exteriores de amarillo.— N. del T.