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que no sabe cómo alejarle... Lo tratado es lo tratado, y es muy natural que todo esto me ponga rabioso...

Piscop, que era débil con Gervasio porque le recordaba su juventud, le habló de nuevo con voz menos ruda: —Puede que tengas razón; pero piensa que cada día que pasa aumenta su deuda y los arruina un poco más... Luego, hay los plazos legales... Dentro de un año serás satisfecho.

—De modo que tengo que sufrir durante un año...

Sé yo lo que hacen allá arriba? No estoy seguro de ella... Me desprecia en sus adentros como os desprécia á todos... Después tendremos nuestro desquite... si no se escapa con él..

—No—dijo Piscop ;—son míos. Además, si esa joven no te ama, tampoco á él. No ama á nadie más que á sí misma. Quiere ser rica. Tú tienes dinero porque eres mi hijo.

—Ya puedes correr detrás de ella—dijo Anselmo, el más celoso y envidioso de todos.—Si la atrapas éstarás arreglado. A pesar de tus humos, te llevará con un látigo, amigo.

Gervasio miró á su hermano de reojo.

—Eso ya lo veremos; ya sé que deseas mi desgracia, porque querrías mi puesto á pesar de tus dieciocho afos.

—Ya creceré—respondió Anselmo en tono tranquilo.

—Haya paz, hijos—exclamó Piscop, que no permitía las querellas.

La tocata se prolongaba, unas veces triunfante y otras triste, por los bosques taciturnospipa Gervasio rompió entre los dientes el tubo de su de barro, escupió los pedazos en las losas y salió furioso. Los viejos se encogieron de hombros; Anselmo,