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muy bien. Toda aquella gente se apresura y se empuja entre los gritos de los cazadores y los ladridos de la recova, y pasa al galope arrastrada por un viento de locura.

¿Qué bestia fantástica persiguen así esos cazadores desatentados? ¿Para qué aquel ataque? Bella no lo sabe, y, curiosa, sigue á la multitud por los paseos familiares del bosque.

Pero de pronto, delante de los caballeros y de las amazonas falta la tierra y se descubre un abismo profundo é insondable; nadie parece verle siquiera... Toda la tropa se dirige hacia allí, caballos, coches, picadores y perros, hombres y mujeres, y todos se precipitan en el abismo tumultuosamente y con descuido.

Arabela, á la cabeza de su cuadrilla, va como los demás, sin volver la vista; y, en su sueño, creyendo estar despierta y lúcida, ve distintamente aquella demente cabalgata precipitarse en el abismo, rodar por el barranco y repartirse en el vacío, mientras la armonía belicosa que viene de Reteuil (era un símbolo) con nuevo vigor y casi enfado, activa su estrépito y prodiga su amplitud y sus sonoridades en un hurra supremo...

En este momento, con el alma vencida, la mujer de los ojos verdes, que siempre ha mentido,, se plantea una pregunta: Le he amado ?»

V

El día de su vuelta á Reteuil fué lúgubre para Jacobo.

En vano su criado, llegado el día anterior, había sacudido el polvo de los años y abierto las ventanas;