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Recordación Florida/Parte I Libro V Capítulo IV

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


CAPÍTULO IV.

En que, continuando la misma material del pasado, se describe lo que pertenece á el aspecto material de la parte interior y principal de la ciudad de Goathemala.


El ilustre y decoroso centro de esta nobilísima república, se admira majestuoso, peregrinamente adornado de singulares, magníficas, elegantes fábricas, que autorizan y noblemente acreditan lo generoso y noble de su dichosa fundación; en que primariamente, con gallardía y ostentación, campea la augusta real basílica, con peregrina maravillosa material fábrica; en que, habiéndose empleado en su erección, para levantar su aspecto material, el venerable y reverendo obispo D. Francisco Marroquín, de clara memoria, en la Ciudad Vieja con orden y gasto de mi Cabildo,[1] siendo este apostólico, venerable y gran varón cura de esta ciudad, solicitó su fábrica de aquella parroquial desde el día 23 de Agosto de 1533. Y después de la transmigración de la ciudad á este sitio levantó á su propia costa, y la de los propios de esta ciudad en mayor y más crecida cantidad, la que gozábamos hasta el año de 1669,[2] que fué necesario y inexcusable demolerla hasta sus fundamentos, para reedificar la que hoy tenemos de sólida, singular y docta arquitectura, dedicada el año de 1681; y de cuya bella y cumplida simetría y rara arquitectura el bachiller Diego Félix Carranza de Córdoba, cura beneficiado y juez eclesiástico del partido de Jutiapa, y el doctor D. Antonio Dávila Quiñones, abogado de los reales estrados, tienen escritas copiosas, doctas descripciones, en quien sin duda en lo docto, conceptuoso, galante, metafórico y elegante de sus aciertos hallará enmienda para sus yerros la que yo tengo escrita en verso de arte mayor.

Consta la santa iglesia, por la distante mensura de longitud de ciento y cinco varas castellanas y dos tercios, y de latitud de cincuenta varas y dos tercios , repartida en cinco naves; la principal ó mayor, dos colaterales, que llaman procesionales, y dos á los costados, que dan formación á diez y ocho capillas. Respecto á lo que abre de costados por sus dos cruceros, dejando libres cuatro costados, dos de cada uno de los cruceros, que dan paso á dos de sus puertas colaterales, en la situación correspondiente á el crucero del cimborrio, y dos á la parte superior entre la capilla de los Reyes y la Mayor. El uno que da entrada para la bella, magnífica y elegante de la sacristía y casa del Sacristán mayor, y otro á la bizarra, despejada ostentación de la Sala capitular. Corre la maravillosa, real , peregrina fábrica de esta gran basílica de Oriente á Poniente, esto es, su cabecera á la parte clara del Levante, y sus puertas principales á el Ocaso; cuyas gradas y lonja se derraman á la plaza Mayor, quedando al Mediodía la iglesia del Sagrario con un penitenciario, con lonja y pórtico aparte, á la misma situación del Sur, y el baptisterio allí mismo, con dos suficientísimas capillas. Consta toda la magnífica augusta fábrica de sesenta y ocho bóvedas, con que se cubre y corona la majestuosa, elegante máquina de su decoro. Entrase á la hermosura decentísima de este templo por siete puertas, fuera de la que está destinada por iglesia aparte en el atrio del Sagrario, y son las puertas, tres que salen á la plaza Mayor, una al mismo atrio del Sagrario, otra que llaman del Obispo, y dos al Orienle á la calle antigua de las Campanas. Es su decoro de orden de arquitectura compósita, con basas áticas, columnas dóricas y cornisas corintias. Tiene, para recibir la claridad de las luces, sesenta y tres balcones, labrados por dentro y fuera de primorosa obra de compósito, que para dar razón me parece se ha cumplido con los preceptos más indispensables del arte. Erigió en catedral esta santa iglesia de Goathemala la Santidad de Paulo III, en el primer año de su pontificado, en el de 1534,[3] y fué su primer obispo el esclarecido varón D. Francisco Marroquín, que se presentó con su cédula y bulas en Cabildo de 2 de Marzo de 1535..

En el mismo tugar de su situación, al costado que del templo mira á la parte del Norte, está el episcopal palacio, con providente cercanía erigido, con un pasadizo del palacio á la iglesia; es también obra y donación que de ella hizo á su iglesia aquel varón ejemplarísimo y venerable D. Francisco Marroquín. Sus puertas salen á la plaza Mayor y quedan sobre la misma lonja de la santa iglesia, y en la misma plaza, al lienzo que corre de la parte del Sur, y se tiende en esta situación de Oriente á Poniente, está el Real palacio, con los tribunales Reales, del Acuerdo de Justicia, Audiencia, oficio de Provincia, Real capilla, sala del despacho del Real sello, escribanías de Cámara y sala de Armas, que es pieza digna de estimación; y á espaldas de esta, la casa del oidor más antiguo, y en el patio principal la Contaduría. Ocupa esto el contorno de las cuatro cuadras que caminan al Sur; y también fué dádiva en lo primitivo del ilustre y memorable prelado D. Francisco Marroquín, que habiéndola labrado para casa de su habitación, habiéndose de mudar la Real Audiencia á esta ciudad de Goathemala de la de Gracias á Dios, la donó á Su Majestad para vivienda del Presidente y tribunales por el año de 1563, que ya se trataba de la traslación de esta Audiencia. Queda embebida la cárcel de Corte entre el Real palacio y la tala de Armas y ceñida, por la parte del Sur, con la casa del oidor más antiguo, porque el palacio, cárcel y sala de armas tienen las puertas á la misma plaza mirando á el Norte.

A la verdad, este gran varón y prelado, primero pastor de esta santa iglesia, fué varón grande de espíritu y celo maravilloso, y que apenas hay obra grande en esta ciudad que no nos acuerde y proponga su ilustre y apostólica memoria; dejando para esta sazón á su hermano el regidor Francisco del Valle Marroquín, y á D. Bartolomé Marroquín y á sus sobrinos, hijos de este caballero Francisco del Valle, sumamente pobres y desacomodados. Y sobre este punto me es necesario desengañar la ignorancia ó malicia de algunos, que dicen que hay descendientes de este venerable varón, que desde su tierna edad se dedicó á la iglesia y pasó á estas partes por capellán de D. Pedro de Alvarado, como queda dicho en el capítulo II del libro IV, siendo muy mozo, y llegado á esta ciudad, fué cura de la parroquial, nombrado en 3 de Junio de 1530,[4] y juez eclesiástico por el reverendo obispo de Mexico, Zumarraga; siendo recibido como tal en cabildo de 30 de Julio de 1532: y según esto, no habiendo antes sido casado no pudo tener descendientes, y podrán tener desengaño los ignorantes que esto piensan.

A el otro lienzo, que corre también de Oriente á Poniente y está situado al otro ángulo de la plaza á la parte del Norte, está la Real casa de Cabildo, con la cárcel pública que está destinada á los presos de los alcaldes ordinarios, fiel ejecutor, alcalde provincial y alcaldes de la Santa hermandad; y á la otra parte, que queda á el Occidente, corriendo de Norte á Sur por frente de la santa primitiva catedral iglesia, está el portal que llaman de las Panaderas: todos tres portales se adornan bizarra y pulidamente de corredores altos y bajos. Es esta gran plaza, anfiteatro donde se lidian toros y la palestra de los lucidos y generosos combates de la caballería, en que en las fiestas Reales, y las demás del estilo y costumbre de esta ciudad, se compiten en lucimientos, en ocasiones de cañas, alcancías, sortijas y carreras de entrada y parejas; aunque hoy, por la grande inopia en que se ve envuelta la nobleza, omitido y olvidado este loable y útil ejercicio.

Tres maravillosas parroquiales iglesias son las que distribuyen el pasto espiritual á esta numerosa y católica ciudad de Goathemala, administrado á la fidelidad del rebaño por cuatro vigilantes y atentos curas, con tres ayudantes coadjutores, en las dos feligresías de la catedral iglesia y la de San Sebastián; y para esta se ha tratado, gobernando esta iglesia el esclarecido y gran prelado doctor D. Juan de Santo Matía Saenz de Mañozca y Murillo, de hacer ayuda de parroquia el curioso y rico oratorio de Espinosa, por el crecimiento considerable y aumento numeroso á que ha venido el cálculo de su feligresía; que aunque la de los Remedios también se ha aumentado en concurso más dilatado y lucido, le basta un solo párroco, y á la ilustre principal de la catedral le son suficientes sus dos suficientes doctos ejemplares curas y dos coadjutores.

Las ejemplares, sagradas religiones que la ilustran, autorizan y instantáneamente á Dios la recomiendan, viven en diez ostentativos, suntuosos conventos: tres de ellos, de religiosas sagradas vírgenes con el de la Concepción, convento no solamente numeroso y ilustre, pero venerable y cuidadosamente atendido del Cabildo de esta ilustre y noble ciudad de Goathemala, por ser fundación suya y de su patronato, y el más antiguo que destos monasterios de vírgenes religiosas hay en esta ciudad y sus provincias; que habiendo venido de la imperial y nobilísima ciudad de Mexico, con intervención del reverendo Arzobispo de aquella catedral iglesia metropolitana y de la del fiscal de la Audiencia Real, á cargo de! secretario Francisco de Santiago, llegaron á fundar á esta devota, atenta y noble ciudad de Goathemala por los fines de Enero del año de 1578;[5] terminando el tiempo de la presidencia y gobierno del doctor Pedro de Villalobos, y siendo obispo desta santa iglesia D. Fr. Gómez Fernández de Córdoba, y alcaldes ordinarios de esta ciudad Sancho de Barahona y Hernando de Guzmán; á cuyo cargo corrió el que el Cabildo, como patrón, enviase persona que en su nombre fuese ocho jornadas de Goathemala á recibir las cuatro fundadoras, y se eligió á Juan Rodríguez Cabrillo de Medrano, que había sido alcalde ordinario el año antecedente de 1577; perfeccionando y cumpliendo esta jornada de comisión con el punto y autorizada bizarría que siempre acostumbraba. Y los siete, de religiosos ejemplares de Mendicantes; y de ellos los cuatro, suntuosos y autorizados conventos, son provinciales , con número crecido y lustroso de magníficos decorosos conventos subordinados, y cada uno de ellos con lucido número de sujetos y súbditos conventuales: en cuyo orden y número de conventos se incluye el de los caritativos religiosos de la compañía de Nuestra Señora de Belén, instituídos y fundados en esta ciudad de Goathemala por aquel ejemplarísimo, caritativo, venerable varón, el hermano Pedro de San José Betancour; cuya notoria virtud, excelente caridad y heroica penitente vida aun no está bastantemente conocida, hasta que la suma y santa providencia señale el tiempo para sus merecidos inmortales elogios. Y por el aumento y el lustre de esta casa, primera fundación suya, el excelentísimo D. Fernando Francisco de Escobedo, gran prior de Castilla en la religión de San Juan, gastó liberalmente devoto más suma de ochenta mil pesos en la ostentosa, peregrina, excelente fábrica de su pulido y admirable templo, y en el cumplido decentísimo adorno de sus altares, riqueza y primorosa fábrica de sus lámparas, y dulce composición de sus templados órganos, y numerosa consonancia de sus armoniosas campanas. Este caballero, sin disputa, grande y sin igual generoso, es á quien únicamente Goathemala, entre todos sus presidentes, reconoce beneficios y paternales afectos.

Hay en esta corte de Goathemala veinticuatro magnífimagníficos ostentativos templos, con elegantes descolladas torres, y sonoras numerosas campanas, adornados de pulidos y maravillosos retablos, ricos, majestuosos ornamentos, aseadas y primorosas capillas, con ilustres y crecidas capellanías y especiales católicas memorias dotadas, en que resplandece lo pío, católico y generoso de sus ilustres patronos; cuya suma de situaciones importa un crecidísimo y maravilloso cálculo, que cede en beneficio y descanso de las almas de sus instituyentes, y en mayor honra y gloria de Dios.

Hay también en esta república de Goathemala cuatro devotos beaterios, con los títulos ó advocaciones de Santa Clara, Nuestra Señora de Belén, Santa Rosa y Santa Catarina de Sena; y éste, fundado de principales y virtuosas indias, cuya regular, modesta vida puede ser pauta y norma de los más puntuales religiosos. Y es cierto que no sólo admiran con lo claro y heroico de sus preciosas virtudes, sino que son confusión de los católicos más puntuales, y que, á los que por la misericordia de Dios lo somos, y nacimos cristianos viejos, nos sirven de estímulo á la virtud; y creo que si Su Majestad fuera informado, como debía serlo, del modo ejemplar de vida de estas nuevas y cándidas ovejas del rebaño de Cristo, nuestra vida, y que de tanto agrado suyo me parecen, que sin duda aplicara piadoso y benigno su generosa y Real mano al fomento y conservación provechosa de este aprisco doméstico. Críanse en esta reclusión edificativa con todo esmero de doctrina católica, donde se les ensena á leer y escribir perfectamente , y el arte y ciencia de la música, en que salen provectas y aventajadas en la inteligencia de la solfa, en cuyo punto ofician las misas de su iglesia. Hacen profesión y voto de castidad y obediencia, en manos de su vicario, que lo es, para administrarles, un religioso del orden sagrado de Predicadores.

También, decorosamente, con bizarría de arte primoroso, la ilustran y adornan cinco primorosas y devotas ermitas, dedicadas, la una á la heroica virgen triunfante santa mártir Lucía, y que fué iglesia catedral en el principio de esta segunda fundación, y por haberlo sido asiste en ella el docto, ejemplar, venerable Dean y Cabildo de esta santa iglesia catedral á la solemnidad de las vísperas y día de la coronada gloriosa virgen mártir. La otra ermita está ofrecida de el mérito á el sufragio de las dichosas santas ánimas del Purgatorio, á devoción del venerable hermano Pedro de San José erigida. La tercera está, por antigua singular devoción, dedicada á Nuestra Señora del Carmen. La cuarta es la que llaman el Oratorio de Espinosa, dedicada á Nuestra Señora del Rosario, dotada en grande suma de capellanías, que, con el gasto de su excelente, aunque recogida breve fábrica, y lo especial decente de sus adornos, llegó á sesenta mil pesos, que en ella, liberal y devota, generosamente distribuyó Antonio de Espinosa, sin más inteligencia ni renta, para allegar y conseguir tan gruesa suma, que la de su ejercicio de cerero. Y últimamente, la ermita de Santiago, tan corta y de pobre aparato, como el barrio á quien da conocido nombre, y antes queda señalado entre los demás sejos ó barrios de quien hago individual memoria.

En varios sitios de esta ciudad hay seis hospitales de ilustre y cumplida fábrica: los tres que corren á el cuidado de los fervorosos hijos del padre de los pobres San Juan de Dios; siendo el principal el hospital Real de Santiago, el de San Lázaro, extramuros, donde se curan los tocados del fuego que llaman de su nombre, y el de San Alejo, erigido y únicamente destinado á la curación de los indios del Valle, y los que llegan enfermos de las provincias: y este no es poco útil á tan desvalida y pobre nación, que faltos de curación y regalo, mueren más de la necesidad extrema antes que de lo grave y molesto de las enfermedades. De los demas, el uno de ellos es el de la ilustrísima hermandad del Apóstol príncipe de la Iglesia San Pedro, destinado á la curación y regalo de clérigos, sacerdotes, diáconos y subdiáconos pobres, que son hermanos de ella; y los dos restantes de pobres convalecientes, uno para hombres y otro para mujeres, con título de Nuestra Señora de Belén ; que, en especial el uno de ellos, es excelente esmero del arte, no sólo por el decoro de su admirable material fábrica, pero por el singular adorno de su peregrino templo, cultura y extremado, primoroso aseo de sus florecientes y matizados jardines, y feracidad y sazonado esmero de sus maravillosas huertas.

A el fomento del generoso celo y piadoso cariño de aquel ilustre varón candidado de la fama, aquel primer prelado D. Francisco Marroquín, digno de eterna memoria, obispo de esta primitiva iglesia, y á el beneficio y celo del correo mayor Pedro Crespo Juárez, debe esta noble república la erección de la pontificia y Real Universidad de San Carlos, que se erigió feliz por el año de 1679, con general aplauso y festivo regocijo, y venerable memoria de sus ilustres y generosos instituyentes; que, por los crecidos legados que para su fundación piadosos y memorables dejaron á el rédito y pupilar usura, que se fincaron y crecieron hasta el año de su erección á el maravilloso cálculo de ciento setenta y tres mil pesos; cuyo admirable y florido principio juzgo no ha logrado ninguna de las ilustres pontificias Reales Universidades de cuantas ennoblecen y adornan la monarquía española, así por el ya referido seguro cúmulo de su principal y rentas de tan crecido patrimonio, como por el crecido número de cátedras con que se dio á su erección el principio, que fueron nueve como las más necesarias: las cinco de Prima de Teología, Cánones y Leyes, Filosofía y Medicina, Instituta, y la de Vísperas de Teología moral, y las dos restantes de Escoto y lengua Mexicana, que es la Pipil, que tan útil y necesaria es á la administración de los indios con los naturales españoles de este Reino, que sin este cultivo, antes de erigirse esta Real Academia se ostentaban águilas caudalosas de habilidad y prudencia, de aquí adelante serán fénix ó monstruos de sabiduría, como de ello lo afirma una docta, desapasionada pluma aragonesa y guzmana:[6] que habiendo estado muchos años en estas partes, y experimentado lo pronto y delgado de los ingenios indianos, y vuelto á España, escribió allá lo que no siendo adulación es prueba de su desapasionado y loable juicio, y de lo mucho que reconoció en lo prestante de los ingenios y fecundidad juntamente de los países de esta América. La primera pompa que admiró Goathemala fué el día 11 de Setiembre del año de 1689 en el grado del doctor D. Juan de Oviedo y Baños, criollo de estas partes, que se vió graduado de bachiller en Filosofía, licenciado y doctor en Teología escolástica; siendo admiración y crédito de ambos mondos, por lo corto de su edad, pues sólo rayaba en los diez y nueve años; y Manuel de Miranda, niño de edad de diez años en este de 1689, no sólo dibuja perfectamente, pero pinta y mete de colores con general admiración.

Adórnanla, con desahogado y grave despejo, once capaces y miravillosas plazas, que no sólo sirven de excelente desenfadado adorno, pero se extiende el servicio de sus anchurosos sitios á otros útiles provechosos fines, en beneficio común de la república: es la más adornada, bella y despejada de todas la plaza Mayor, grave, decente sitio, de los más severos majestuosos tronos, para los más superiores autorizados y primeros tribunales; teatro de decorosas lucidas representaciones y anfiteatro de indómitas lunadas fieras. Corre su dilatada capacidad, en cuadro, por distancia de ciento setenta pasos geométricos, que reducidos á la de su espaciosa alegre circunferencia, camina á la crecida y bella mensura, en la alegre capacidad que la rodea, por seiscientos ochenta pasos; y así por este bello desenfadado despejo, como por su admirable igual llanura, es la más famosa y bella que sin exagerable pasión goza alguna ciudad en las Indias occidentales. Tiene en la parte occidental, á pocos pasos del portal de las Panaderas, una fuente, de esmerada y pulida arquitectura, que de las tazas principales de su alto derrama á el pavimento (que forma la figura octógona) varias piletas, que sirven para bañar y dar de beber á las cabalgaduras de los vecinos de la plaza y aquella cercanía. Las demás proporcionadas plazas son la de San Pedro, la de la Escuela de Cristo, las tres que guarnecen y hermosean el hospital de Belén, la de la Candelaria, la de las Carmelitas descalzas, la de San Sebastián, la de San Jerónimo y la de el Espíritu Santo.

Para la administración de la justicia y seguridad de sus presos, tiene esta ciudad, en lo interior y ceñido de sus muros, ocho fuertes, seguras cárceles: las dos que obtienen el asiento de su bastante y suficiente sitio en la plaza Mayor, la una de corte y la cárcel pública, al arbitrio, como queda dicho, de los alcaldes ordinarios y jurisdicción de hermandad; y las otras, sitas en las plazas de la Escuela de Cristo, en la de la Candelaria, en la de Santa Cruz, en la del Espíritu Santo, en la de San Jerónimo, y la última en la plaza de Santiago , todas á la Real jurisdicción sujetas. Y es advertencia, y creo que especial providencia de la edificación, que no se halle, en lo extendido de la gran capacidad de esta república, sitio conocido con el título de cárcel de clérigos; porque á la verdad la gran modestia, compostura y ejemplo del clero de Goathemala, como admiran y publican los más extranjeros, no la necesita; pues todos velan sobre la obligación de su estado y el cumplimiento de las órdenes superiores del Prelado: pues como decía aquel gran obispo y varón de Dios D. Juan de Mañozca y Murillo, los defectos del clero de Goathemala se castigan con el amago de un papirote .

El abasto de la carne de vaca y carnero se dispende y distribuye, en el peso cotidiano, á innumerable pueblo, en cinco carnicerías públicas; en que, fuera de las de los conventos y carne de marrano y de las carnicerías de los pueblos del contorno de la ciudad, se consumen más de nueve mil reses cada año en solas las cinco carnicerías, destinadas y repartidas en diferentes sitios de la ciudad para este público beneficio; estando abiertas, y en corriente, desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde. Y aunque para su orden y buen gobierno hay particulares y expresas ordenanzas que, fuera de las que se hicieron en el tiempo primitivo, hay otras más recientes del año de 1584,[7] ni aquellas primeras ni estas posteriores están en aquella observancia que deben tener las cosas que tocan á el beneficio común, porque muchas veces los magistrados que componen el cuerpo del Cabildo tratan de sus particulares conveniencias y no del alivio universal; culpando con poca razón á aquella venerable y ilustre ancianidad, sin haber visto libro ni papel del Archivo, juzgando de ellos que no hicieron cosa alguna y que no eran para algo; como si lo que tenemos y gozamos con quieta posesión se les debiera á otros, que no fueron aquellos que nos precedieron: y si vieran los libros del Archivo, tuvieran mucho que aprender, mucho que admirar y mucho que agradecer.

Dentro del dilatado espacio y desenfadado ámbito de la ciudad, hay veintidos fuentes públicas, de aseada, pulida, decorosa arquitectura, en firme, singular esmero, de cantería talladas y á el público beneficio erigidas; unas que están levantadas en el despejo de las públicas plazas, y otras en calles particulares, dipuestas de tal arte, que dan sin embarazo paso libre á las carrozas con mucha sobra de terreno.

Diformes y voladas puentes dan paso desenfadado y seguro á algunas calles y encrucijadas de impenetrable tránsito, por los profundos, pantanosos y á veces rebalsados canales que reciben, con previa disposición y cuidadosa providencia, los desagües de la común poblazón de las habitaciones, en lo que las fuentes y pilas de ellas vierten y causan las vertientes hibernizas y acequias de los arroyos, que se introducen á lo preciso de los riegos de jardines y huertas, y sirven juntamente de admirable adorno por la belleza de sus airosas fábricas, fuera de la segura comodidad que ofrecen á lo numeroso del tragín popular.

Dos ilustres, útiles colegios, también la dan lustroso adorno, así por lo antiguo de su anciana y firme material fábrica, cuanto por el piadoso y cristiano fin de sus generosos y católicos instituyentes. Es el uno de ellos SeminaSeminario para la crianza de niños nobles y desvalidos, destinados á el culto y servicio de la primitiva santa catedral iglesia, fundado por la piedad, celo y liberalidad del ilustre y reverendo obispo D. Gómez Fernández de Córdoba, de venerable y feliz memoria para esta santa iglesia, dichosa en esclarecidos y admirables prelados. El otro colegio es depósito y casa para nobles huérfanas doncellas, que en él cristiana y atentamente se crían con educación ejemplar, hasta que llega el tiempo oportuno de darlas proporcionado estado. Débese esta piadosa y excelente fundación á el generoso ánimo y liberales manos de los piadosos caballeros D. Francisco de Santiago, Juan de Cueto y Cristóbal de Solís, quienes dotaron esta casa y obra pía con lucido número de rentas; siendo la voluntad de estos ilustres instituyentes, el que en ella se recogiesen doncellas beneméritas nobles, que por quedar huérfanas, como llevo declarado, y sin parientes que las recojan y amparen, se hallaren desvalidas y sin otro recurso que el de un tutor, que, no siendo su deudo, no puede tenerlas consigo.

Para el registro y regular cuenta de la frangotería, tercios y otras innumerables cargas que entran de fuera y salen por instantes para fuera del Reino, está la casa de la Real aduana, donde, con rigurosa y dura mano, exactamente se reconocen, y sin esta diligencia no salen; porque de ella resulta el cuantioso crecimiento que ha tenido la administración suya en beneficio del Real haber, aunque con detrimento y ruina de las provincias; porque hasta la sal, que es libre y un condimento que debe mirarse como si fuera un quinto elemento, y sin cuyo beneficio y sazón no se vive, paga derechos con precisión, sacándose con rigoroso, duro y áspero apremio; que se hace más sensible, reparable y penoso por ser trato de los miserables y pobres indios, en cuyo beneficio revientan y sudan lo mejor de su sangre, como se verá en la Segunda parte de esta historia. Y aunque por ahora parezca útil y favorable á el Real patrimonio, el tiempo, que es incorruptible maestro, dirá de cuánto daño y perjuicio ha de ser á la propia Real administración; pues la elevación del punto á que ha subido, con daño y desolación de los súbditos y las provincias, ha de resultar en descaecimiento de los Reales intereses; porque en tanto son poderosos los príncipes en cuanto tienen ricos y descansados vasallos. Y este consejo severo, que se abrazó por elección, habrá de omitirse en algún tiempo por desengaño de la necesidad.

Antes que los indios se dieran, con daño de sus frutos y no menos perjuicio del comercio de los mercaderes, á la ocupación de los telares, había dentro de la ciudad cinco obrajes de fábricas de paños, palmillas, rajas, jergas y jerguetas, que son géneros que sirven á la gente de trabajo de las haciendas de campo; y su reclusa y laboriosa ocupación servía de freno y pena temporal á hombres vagabundos, ladrones y esclavos fugitivos, y inobedientes á sus dueños, que poniéndolos en ellos servía de enmendar, con la frecuencia del trabajo, lo duro de sus inclinaciones y escandaloso de sus costumbres. Pero ya hoy se han extinguido, porque el descuido y permisión del gobierno ha dado lugar á todo lo que es libertad nociva, y tanta mano y amparo á los indios, que será milagro si el fomento que se les ha aplicado no nos sale á los ojos: y ¡ojalá que mi discurso se engañe!

Tiene esta ciudad, para el remedio y alivio de los hombres en sus enfermedades, tres boticas públicas, sin dos secretas en dos conventos de religiosos, que de limosna distribuyen gran cantidad de simples y compuestos, y importan al año una gran suma de pesos, fuera aparte de la copiosa limosna de cada semana, que en medicinas y reales se reparte en la botica del convento de mi señor Santo Domingo; que uno y otro es de grande alivio y socorro á los pobres.

Corre la cuerda, por la derechura de sus despejadas calles, de Norte á Sur y de Oriente á Poniente, con que en todos los tiempos del año la baña de alegres y claras luces el sol, desde que joven de resplandores registra en el Oriente el orbe, hasta que con desmayados brillos sepulta sus lucimientos en piras de cristal que le previene el Océano; bañándola el viento por cualquiera parte que sopla, por cuya causa es muy pocas veces castigada de pestilencias: y desde su fundación sólo se cuentan, la del año de 1647, que siendo á los principios catarro, pasaba después á dolor de corazón, de que morían en tres días; pero pasando á la inspección y anotomía, se reconoció ser unos gusanos rojos, que mordiendo el corazón ocasionaban la muerte; y haciendo en ellos experiencias prolijas de aguas fuertes, sólo morían con zumo de limones, y usando después de solo este remedio en los enfermos, en viandas y en poción, se remediaron todos y cesó la dolencia. Pero después se experimentó la penalidad de otra epidemia de dolor de costado, por los últimos tercios del año de 1686, de que murieron muchas personas, aunque es verdad que los más fallecieron de necesidad y falta de medicina.

Hállase, por los padrones parroquiales y el encabezamiento secular para el cobro y recaudación de los Reales derechos de barlovento, que tiene esta ciudad de Goathemala el número de seis mil vecinos , y que á estos les corresponde el cálculo maravilloso de sesenta mil habitadores, en que se incluyen, el que joven de floreciente edad no llega á catorce años, y el que, en la anciana de fríos y helados lustros, no pasa de sesenta; que unos y otros, en concurso atropado y tragín frecuente de comercio, vistosamente llenan, ilustran y alegran el difícil número de sus dilatadas, anchas, derechas calles.

  1. Libro II de Cabildo, fols. 56 vuelto y 57.
  2. Libro III de Cabildo, fol. 38 vuelto.
  3. Gil González Dávila. Teatro eclesiástico, fol. 142.— Libro II de Cabildo, fol 76.
  4. Libro II de Cabildo, fols. 2 y 35.
  5. Libro V de Cabildo, fols. 40, 43 vuelto y 63.
  6. Baldecebro (Ferrer de). Gobierno general moral y político, fol. 71.
  7. Libro II de Cabildo, desde el folio 171 hasta el 173 vuelto. (Véase la nota A.)