Abrojo IX (Rubén Darío)

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Primero, una mirada;

luego, el toque de fuego

de las manos; y luego,

la sangre acelerada

y el beso que subyuga.

Después, noche y placer; después, la fuga

de aquel malsín cobarde

que otra víctima elige.

Bien haces en llorar, pero ¡ya es tarde!...

¡Ya ves! ¿No te lo dije?