Abrojo XXXV (Rubén Darío)

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Niña hermosa que me humillas con tus ojos grandes, bellos: son para ellos, son para ellos estas suaves redondillas. Son dos soles, son dos llamas, son la luz del claro día; con su fuego, niña mía, los corazones inflamas. Y autores contemporáneos dicen que hay ojos que prenden ciertos chispazos que encienden pistolas que rompen cráneos.