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Correo de Comercio: 17 de marzo de 1810/2

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Correo de Comercio

Número 3

Del Sábado 17 de marzo de 1810

EDUCACIÓN

No es fácil comprehender en que ha podido consistir, ni en que consista que el fundamento mas sólido, la base digámoslo así, y el origen verdadero de la felicidad pública, qual es la educación, se halla en un estado tan miserable, que aun las mismas Capitales se resienten de su falta.

Hemos visto exercitarse la piedad cristiana con la mayor generosidad, y acaso ningún Pueblo como Buenos Ayres podrá presentar monumentos mas ciertos de esta verdad, hacia otros establecimientos, bien que también importantes; y los mas principales para la educación general, se han dexado á la suerte.

Mas es; los ha habido, los hay es á saber, escuelas de primeras letras, pero sin unas constituciones formales, sin una inspección del Gobierno, y entregadas acaso, acaso, á la ignorancia misma, y quien sabe, si á los vicios: es preciso lastimarse de esta situación; la deben saber nuestras Autoridades constituidas; la debe saber todo Magistrado, todo ciudadano para reunirse á poner remedio á tamaño mal, y prevenir las conseqüencias funestas que deben resultar de estado tan lamentable, y que tiempo há la estamos tocando.

A la falta de estos establecimientos debemos atribuir los horrores que observamos, casi sin salir de poblado, y todavía mucho mas en las poblaciones cortas; y sin límites en los campos, donde, estamos por atrevernos á decirlo, se vive sin Ley, Rey ni Religión. Sí; porque no han oído esas voces magestuosas, ni siquiera han tenido quien les pueda haber hecho formar la idea de ellas.

Casi se podrá asegurar que los Pampas viven mejor; porque al fin tienen sus reglas con que gobernarse, conocen una autoridad que los ha de premiar ó castigar si faltan á ellas, y el ojo celador del Cacique está sobre ellos: no así los nuestros, entregados á sí mismos, sin haber oido acaso la voz de su Pastor Eclesiástico; dexan obrar sus pasiones, y viven en la decantada vida natural en que todo es un abandono y un desastre perpetuo.

El quadro es horroroso, y aunque su asunto es cierto, es positivo, su colorido no está todavía con la energía que se desea, para que no haya uno que dexe de convencerse de la necesidad en que estamos de los mas principales establecimientos de educación.

¿Cómo, cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean arregladas, que haya copia de ciudadanos honrados, que las virtudes ahuyenten los vicios, y que el Gobierno reciba el fruto de sus cuidados, sino hay enseñanza, y si la ignorancia vá pasando de generación en generación con mayores y mas grandes aumentos?

Hubo un tiempo de desgracia para la humanidad en que se creía que debía mantenerse al Pueblo en la ignorancia, y por consiguiente en la pobreza, para conservarlo en el mayor grado de sujeción; pero esa máxima injuriosa al genero humano se proscribió como una producción de la barbarie mas cruel, y nuestra sabia legislación jamas, jamas lo conoció.

Nuestros Reyes constantemente se han empeñado en la ilustración de sus Pueblos: con profusión han distinguido los establecimientos de educación, y no ha habido Colonias en todo el universo, á quienes sus Conquistadores hayan proporcionado tantos beneficios, y particularmente de la clase de que tratamos, como los han dispensado los Monarcas de España, á las Canarias, Américas, é Islas Filipinas.

Universidades, Estudios, Colegios, Escuelas, establecimientos de enseñanza, Conventos con obligación de que doctrinen los Religiosos; Misiones de estos para desterrar la ignorancia, y plantar la Ley Evangélica, origen el mas cierto y verdadero de la sabiduría, han sido siempre objetos de la primera atención de nuestros amados Príncipes.

Solo en la época desgraciada que acabamos de correr, y sobre la qual mejor es echar un velo para no conmover mas nuestros corazones con el resultado de la ambición y codicia de un vasallo favorecido de la Magestad del Solio, cuyo nombre mejor es no traerlo á la memoria, es quando hemos visto mirar con el mayor abandono este ramo de la felicidad pública en estos Payses, ya destruyendo lo establecido, ya negando los nuevos establecimientos de educación que se proponían, de que esta misma Capital puede dar un testimonio bastante auténtico.

Pero, gracias al Cielo, desapareció ese tiempo, y el celo por el bien público, y la sabiduría han venido á subrogar esos rayos de barbarie; promoviendo todo lo útil, todo lo ventajoso, y en particular la propagación de los conocimientos para que la virtud ocupe el lugar que le corresponde, y la Nación en todos los puntos de la Monarquía que ya se miran por distantes que estén de su centro como partes integrales de ella, adquiera la ilustración de que es capaz en beneficio general y particular de los que la componemos.

Así pues debemos tratar de atender á una necesidad tan urgente, como en la que estamos de establecimientos de enseñanza, para cooperar con las ideas de nuestro sabio Gobierno á la propagación de los conocimientos, y formar el hombre moral, al menos con aquellas nociones mas generales y precisas con que en adelante pueda ser útil al Estado, y seguir á mayores fomentos en ramos tan preciosos. [Se concluirá.]



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