Cuando digo a Lucinda que me mata
Apariencia
- Soneto 135
Cuando digo a Lucinda que me mata y que me hiela y juntamente enciende, libre responde que mi mal no entiende, como quien ya de no pagarme trata. ¡Ay de mi amor satisfacción ingrata! pues lo que un monte, un árbol comprende, niega Lucinda, que mi mal pretende, y la esperanza de mi bien dilata. Montes que de mi mal testigos fuistes, piedras donde lloré corrientes ríos, que con mis tiernas lágrimas crecistes: decidle mis confusos desvaríos, declaradle mi mal, paredes tristes, pues alma os dieron los suspiros míos.