El mañana efímero
Apariencia
- A Roberto Castrovido
La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y de alma quieta, ha de tener su mármol y su día, su inefable mañana y su poeta. El vano ayer engendrará un mañana vacío y ¡por ventura! pasajero. Serán un joven lechuzo y tarambana, un sayón con hechuras de bolero: a la moda de Francia, realista; un poco al uso de París, pagano, y al estilo de España, especialista en el vicio al alcance de la mano. Esa España inferior que ora y bosteza, vieja y tahúr, zaragatera y triste; esa España inferior que ora y embiste cuando se digna usar de la cabeza, aun tendrá luengo parto de varones amantes de sagradas tradiciones y de sagradas formas y maneras; florecerán las barbas apostòlicas, y otras calvas en otras calaveras brillarán, venerables y católicas. El vano ayer engendrará un mañana vacío y ¡por ventura! pasajero, la sombra de un lechuzo tarambana, de un sayón con hechuras de bolero. El vacuo ayer dará un mañana huero. Como la náusea de un borracho ahíto de vino malo, un rojo sol corona de heces turbias las cumbres de granito; hay un mañana estomagante escrito en la tarde pragmática y dulzona. Mas otra España nace, la España del cincel y de la maza, con esa eterna juventud que se hace del pasado macizo de la raza. Una España implacable y redentora, España que alborea con un hacha en la mano vengadora, España de la rabia y de la idea. 1913