El soldado arqueólogo

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


El soldado arqueólogo.

En la pared de una catedral leian dos literatos una inscripción latina, pero en voz tan baja que nadie lo oia.

Por casualidad pasaba un soldado y se paró detrás de ellos, y no sabiendo leer, ni menos enten der lo que decia, al ver la curiosidad con que todos miraban, se puso á hablar de este modo:

— ¡Oh! ¡qué bueno! ¡qué lindo por cierto!

Uno de los literatos volvió la cara, y dijo:

— Hola, buen militar, ¿con que V. entiende de esto?

— ¡Ah! señor: nada, nada, y por eso creo que es tan bueno; porque á fé que si yo lo entendiese, muy poco es lo que debia valer.