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Electra: 45

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Escena II

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ELECTRA, MÁXIMO, después el MARQUÉS.


MÁXIMO.- (A distancia, abriendo un poco los brazos.) ¡Niña!


ELECTRA.- (Lo mismo.) ¡Maestro!


MÁXIMO.- Estamos avergonzados... No sabemos qué decirnos.


ELECTRA.- Avergonzadísimos. Empieza tú.


MÁXIMO.- Tú... Para que se te quite la vergüenza, dime una gran mentira: que no me quieres.


ELECTRA.- Dime tú primero una gran verdad.


MÁXIMO.- Que te adoro. (Se aproximan.)


ELECTRA.- ¡Falso, traidor! Toma esta rosa que ha cogido para ti. Es pequeñita y modesta. Así quisiera ser siempre para ti tu chiquilla. (Se la pone en el ojal.)


MÁXIMO.- (Con admiración.) ¡Corazón grande, inteligencia superior!


ELECTRA.- Aumenta corazón y rebaja inteligencia.


MÁXIMO.- No rebajo nada.


ELECTRA.- ¿Sabes? Quisiera yo ser muy bruta, muy cerril, para llegar a ti en la mayor ignorancia, y que pudieras tú enseñarme las primeras ideas. No quiero tener nada que no sea tuyo.

Ideas hermosas y sentimientos nobles te sobran. Dios te ha dotado generosamente colmándote de preciosidades, y ahora te pone en mis manos para que este obrero cachazudo te perfile, te remate, te pulimente.


ELECTRA.- Te vas a lucir, maestro: yo te digo que te lucirás.


MÁXIMO.- Haré una mujer buena, juiciosa, amantes... ¡Vaya si me luciré! (Mira su reloj.)


ELECTRA.- No te detengas por mí. Miremos ante todo a las obligaciones. ¿Tardarás mucho?


MÁXIMO.- No creo... Estaré aquí cuando Evarista vuelva de misa.


ELECTRA.- ¿Y nuestro Marqués ha venido, como nos prometió?


MÁXIMO.- En casa le dejo, escribiendo una carta para su notario. ¡Incomparable amigo!... ¡Ah! ¿no sabes? Anoche, cuando volvimos a casa? le referí tu novela paterna... la novela de dos capítulos. Está el hombre indignado... pero en ello vamos ganando, que así la tenemos a nuestra completa devoción, y con más alma y cariño nos defiende.


ELECTRA.- (Sorprendida.) ¿Pero necesitamos defensa todavía?


MÁXIMO.- En lo esencial, claro es que no... ¿Pero quién te asegura que los rivales de nuestro amigo no, nos molestarán con dificultades, con entorpecimientos de un orden secundario?


ELECTRA.- (Tranquilizándose.) De eso nos reiríamos.


MÁXIMO.- Pero riéndonos... debemos prevenir...


MARQUÉS.- (Presuroso por el foro.) ¿Aquí todavía?


MÁXIMO.- Marqués, en sus manos encomiendo mi alma.


MARQUÉS.- (Riñéndole cariñoso.) ¡Que llegas tarde!


MÁXIMO.- Ya me voy. Hasta muy luego.


ELECTRA.- (Viéndole salir.) Corre... Ven pronto.