Estancias: XV

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    Como el aire se aroma con tu carne bendita,
mi corazón comprende por el lugar que pasas
omnipotente como la divina Afrodita,
entre la ola sutil de flores y de gasas.

    Y al mirarte parece que miro a Anadyomena,
pues, como ella, al influjo de tu mirar, fascinas;
-sembradora impasible de mi angustia y mi pena,
por quien mi alma es un Cristo coronado de espinas!-