Higiene (DEIE)/Secreciones y excreciones

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HIGIENE : SECRECIONES Y EXCRECIONES

Se entiende por estas expresiones la acción por la que la naturaleza se desprende de todos los humores que pudieran perjudicarla.

La sangre es el manantial de todos los humores; estos filtran por nuestros diferentes órganos. La saliva, por su calidad jabonosa y disolvente, facilita la digestión. Se ha de cuidar de no escupir con mucha frecuencia. Las personas que se desprenden de mucha saliva pierden pronto el apetito y enflaquecen. La mocosidad ó humor de la nariz, la de los bronquios y del canal alimenticio, son igualmente indispensables para la salud; impiden que se sequen estas partes. El exceso de estos humores es también temible. Nada mas perjudicial que la supresión ó el desarreglo de las evacuaciones de los intestinos. Puede evitarse este mal no haciendo uso de alimentos muy estimulantes y entregándose á un ejercicio moderado. Los purgantes y las lavativas frecuentes, lejos de ayudar á la naturaleza en estas funciones, le oponen obstáculo y debilitan los órganos secretores.

La falta ó exceso de secreción ó de excreción de la orina es el origen de una porción de males; por lo que hay que favorecerlas con un ejercicio moderado y buen régimen, cuidando particularmente de no detener este fluido y de evitar todo lo que podría oponerse á su excreción.

La traspiración que nos lleva siempre 3/8 del peso de nuestros alimentos, no puede perjudicar mas que cuando es demasiado débil ó excesiva; si es insuficiente, causa infartaciones ú obstrucciones; si excesiva, debilita y extenúa. Para obtener una buena traspiración, el ejercicio que la ha de promover ha de hacerse al aire libre, evitando la humedad y las afecciones tristes del alma. La traspiración aumenta ó disminuye según estas afecciones sean agradables ó desagradables.

Las fricciones secas y el uso habitual de los baños, tan saludables en general, contribuyen á mantenerla traspiración y fortifican el cuerpo.

Hay otro humor, que da al hombre y á la mujer toda su hermosura, que mantiene su salud y su frescura, del que emana toda la fuerza del cuerpo y del alma, por cuyas razones se debe evitar su profusión. Su destino solo puede legitimar el uso que de él se hace; si se conociese bien toda la importancia de este principio de vida, se sentiría mas abusar de este elemento de hermosura y poder. La languidez, la consunción, la pérdida de todas las facultades y muchas veces la muerte son las consecuencias ordinarias de la ignorancia que disipa lo que debía conservar con el mayor cuidado.





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