Historia II:Imperio de Carlos V

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Capítulo 2 - Política europea (1498 - 1559)
Imperio de Carlos V

de Charles Seignobos


Carlos, nombrado emperador, se llamó Carlos V (en latín Quintus). Poseía los dominios de cuatro familias.

El dominio de Austria, es decir, los "países hereditarios" de los Alpes al Sur del Danubio, que cedió en 1521 a su hermano Fernando.

El dominio de Borgoña, es decir, los Países Bajos y el Franco Condado.

El dominio de Castilla, que comprendía la mayor parte de España y las nuevas posesiones de América.

La herencia de Aragón, es decir, las provincias del Este de España, y en Italia la Cerdeña, Sicilia y el reino de Nápoles.



Carlos V reinaba en un territorio mucho más vasto que ningún otro príncipe de su época; sus dominios se extendían por toda Europa y el Nuevo Mundo. Decíase que "en ellos no se ponía nunca el sol".

Su hermano Fernando, en posesión de los dominios austriacos, adquirió pronto también los reinos de Hungría y de Bohemia (1526), lo cual hizo parecer más grande aun el poderío de la casa de Austria, cuya cabeza era Carlos V.

Este, considerado en adelante superior a los demás reyes cristianos, se condujo como Jefe del Imperio y de la cristiandad. No se limitó a que le obedecieran los príncipes de Alemania, quiso obligar a los restantes soberanos de Europa a que reconocieran su superioridad.

Se le creía muy poderoso porque poseía un grande Imperio, pero este Imperio tenía varias causas de debilidad.

1) No formaba un territorio continuo. Los Estados de Carlos V estaban separados, divididos en tres trozos (sin contar Alemania) que no podían comunicarse más que por mar. Carlos no podía enviar tropas de uno a otro, y él mismo no podía ir desde los Países Bajos a España, de España a Italia, sino por mar, viaje siempre peligroso en aquella época.



2) Cada uno de aquellos países estaba habitado por un pueblo diferente, que hablaba distinto idioma, español, italiano, flamenco o francés. No era fácil gobernar a la vez a todos aquellos pueblos que se consideraban como extranjeros entre sí.

3) Teniendo Carlos, Estados en todas partes de Europa, tenía enemigos que combatir por todos lados. En calidad de heredero de la casa de Borgoña, estaba en pugna con el rey de Francia. Sus posesiones de Italia le hacían rival de varios príncipes italianos y del Papa. Como emperador, tenía conflictos con los príncipes alemanes, y se veía obligado a rechazar a los turcos que comenzaban a invadir Alemania. Tenía que combatir a los piratas musulmanes que hacían destrozos en las costas de Italia y de España. Necesitaba, pues, hacer la guerra por varios lados a la vez, y, como sus tropas no podían trasladarse de un país a otro, en cada país había de mantener un ejército.



4) Aquel vasto Imperio daba poco dinero. España seguía siendo un país pobre, en ella se encontraban muy pocas ciudades, la mayor parte miserables, y entre una y otra apenas una casa. Aun en Andalucía, el campo no estaba cultivado más que en los alrededores de las ciudades, y eso mal. "Los españoles, decía un viajero italiano, prefieren ser soldados con corta soldada, o bandoleros en los caminos, a trabajar en el comercio o en la industria". Los campesinos cultivaban la menor cantidad de tierra que podía. Los artesanos no sabían trabajar, casi todos los obreros de la Corte eran extranjeros. Las posesiones de América no daban más que una pequeña renta; todavía no habían sido descubiertas las grandes minas de plata del Perú. Las provincias de Italia costaban casi como producían. Casi todos los ingresos procedían de los tributos de los Países Bajos. Carlos V tenía que hacer grandes gastos para mantener sus ejércitos y sus flotas, y siempre anduvo escaso de dinero, jamás tuvo el suficiente para pagar con regularidad el sueldo de sus tropas.

Francisco I tenía Estados mucho menos extensos que los de su rival. Pero el reino de Francia formaba un territorio continuo, de suerte que se podía enviar el mismo ejército sucesivamente a varios lados. Los franceses estaban habituados a los tributos y Francia era más rica que España. Era más fácil al rey sacar dinero de sus Estados. Francisco conocía sus ventajas, y decía de Carlos V: "Sus países están dispersos y alejados unos de otros; le costará bastante trabajo conservarlos". Escribía en 1523: "No temo al emperador, porque no tiene dinero".