Historia general del Perú, o Comentarios reales de los incas (Tomo I)/Capítulo XXXIII

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CAPÍTULO XXXIII

Alcanzaron la inmortalidad del anima y la resurreccion universal.

Tuvieron los Incas Amautas que el hombre era compuesto de cuerpo y anima, que el anima era espíritu inmortal, y que el cuerpo era hecho de tierra, porque le veian convertirse en ella, y así lo llaman allpacamasca, que quiere decir tierra animada; y para diferenciarle de los brutos le llaman runa, que es hombre de entendimiento y razon, y á los brutos en comun dicen llama, que quiere decir bestia. Dieronles lo que llaman anima vegetativa y sensitiva, porque les veian crecer y sentir, pero no la racional. Creian que habia otra vida despues de ésta, con pena para los malos y descanso para los buenos. Dividian el universo en tres mundos: llaman al cielo hanan pacha, que quiere decir mundo alto, donde decian que iban los buenos á ser premiados de sus virtudes: llamaban hurin pacha á este mundo de la generacion y corrupcion, que quiere decir mundo baxo; llamaban ucu pacha al centro de la tierra, que quiere decir mundo inferior de allá abaxo, donde decian que iban á parar los malos; y para declararlo mas le daban otro nombre, que es cupaypa huacin, que quiere decir casa del demonio. No entendian que la otra vida era espiritual sino corporal como esta misma. Decian que el descanso del mundo alto era vivir una vida quieta, libre de los trabajos y pesadumbres que en esta se pasan. Y por el contrario, tenian que la vida del mundo inferior, que llamamos infierno, era llena de todas las enfermedades, dolores, pesadumbres y trabajos que acá se padecen, sin descanso ni contento alguno. De manera que esta misma vida presente dividian en dos partes: daban todo el regalo, descanso y contento de ella á los que habian sido buenos, y las penas y trabajos á los que habian sido malos. No nombraban los deleytes carnales ni otros vicios entre los gozos de la otra vida, sino la quietud del animo sin cuidados, y el descanso del cuerpo sin los trabajos corporales.

Tuvieron asimismo los Incas la resurreccion universal, no para gloria ni pena, sino para la misma vida temporal, que no levantaron el entendimiento á mas que esta vida presente. Tenian grandisimo cuidado de poner en cobro los cabellos y uñas que se cortaban, tresquilaban ó arrancaban con el peyne: ponianlos en los agujeros ó resquicios de las paredes; y si con el tiempo se caian, qualquiera otro Indio que los veia los alzaba y ponia á recaudo. Muchas veces, por ver lo que decian, pregunté á diversos Indios y en diversos tiempos para qué hacian aquello, y todos me respondian unas mismas palabras, diciendo: sabete que todos los que hemos nacido hemos de volver á vivir en el mundo, no tuvieron verbo para decir resucitar, y las animas se han de levantar de las sepulturas con todo lo que fue de sus cuerpos, y porque las nuestras no se detengan buscando sus cabellos y uñas, que ha de haber aquel dia gran bullicio y mucha priesa, se las ponemos aquí juntas para que se levanten mas ayna; y aun si fuera posible habiamos de escupir siempre en un lugar. Francisco Lopez de Gomara, capítulo ciento veinte y cinco, hablando de los entierros que á los reyes y á los grandes señores hacian en el Perú, dice estas palabras, sacadas á la letra: Quando Españoles abrian estas sepulturas y desparcian los huesos, les rogaban los Indios que no lo hiciesen, porque juntos estuviesen al resucitar: cá bien creen la resurreccion de los cuerpos y la inmortalidad de las almas &c. Pruebase claro lo que vamos diciendo, pues este autor con escribir en España sin haber ido á Indias, alcanzó la misma relacion. El Contador Agustin de Zarate, libro prinero, capítulo doce, dice en esto casi las mismas palabras de Gomara, y Pedro de Cieza, capítulo sesenta y dos, dice: que aquellos Indios tuvieron la inmortalidad del anima y la resurreccion de los cuerpos. Estas autoridades y la de Gomara hallé leyendo estos autores, despues de haber escrito yo lo que en este particular tuvieron mis parientes en su gentilidad: holgué muy mucho con ellas, porque cosa tan agena de gentiles como la resurreccion pareceria invencion mia no habiéndola escrito algun Español. Y certifico que las hallé despues de haberlo yo escrito; porque se crea que en ninguna cosa de estas sigo á los Españoles, sino que quando los hallo huelgo de alegarlos en confirmacion de lo que oí á los mios de su antigua tradicion. Lo mismo me acaeció en la ley que habia contra los sacrílegos y adúlteros con las mugeres del Inca ó del sol, que adelante verémos, que despues de haberla yo escrito la hallé acaso leyendo la historia del contador general Agustin de Zarate, con que recibi mucho contento por alegar á un caso tan grave un historiador Español. Como ó por qué tradicion tuviesen los Incas la resurreccion de los cuerpos, siendo artículo de fe, no lo sé, ni es de un soldado como yo inquirirlo, ni creo que se pueda averiguar con certidumbre hasta que el Sumo Dios sea servido manifestarlo: solo puedo afirmar con verdad que lo tenian. Todo este cuento escribí en nuestra historia de la Florida, sacándola de su lugar por obedecer a los de la Compañía de Jesus, Miguel Vazquez de Padilla, natural de Sevilla, y Geronimo de Prado, natural de Ubeda que me lo mandaron así, y de allí lo quite, aunque tarde, por ciertas causas tiránicas, ahora lo vuelvo a poner en su puesto porque no falte del edificio piedra tan principal: y así iremos poniendo otras como se fueren ofreciendo, que no es posible contar de una vez las niñerías ó burlerias que aquellos Indios tuvieron, que una de ellas fue tener que el alma salia del cuerpo mientras él dormía; porque decian que ella no podia dormir, y que lo que veia por el mundo eran las cosas que decimos haber soñado. Por esta vana creencia miraban tanto en los sueños y los interpretaban, diciendo que eran agüeros y pronósticos para conforme á ellos temer mucho mal ó esperar mucho bien.