La fiesta del rey congo

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El Museo universal (1868)
La fiesta del rey congo
de Alfonso Calderón y Roca

Nota: Se ha conservado la ortografía original.
De la serie:

COSTUMBRES POPULARES.


LA FIESTA DEL REY CONGO.

En Santiago de Cuba, culta y poética capital del departamento oriental de la perla de las Antillas, conservan aun los negros muchas de las costumbres tradicionales de su raza. La mas estraña y chocante para el europeo, es la llamada Fiesta del rey Congo, que todos los años celebran pública y solemnemente el dia 6 de enero.

Halla el viajero tanta novedad y tanto contraste cuando ve representadas en las calles y plazas de la ciudad las ceremonias ó mogigangas de origen africano que constituyen dicha fiesta, mezcladas con la mas ridicula imitación de las que se usan en las córtes de Europa, que no puede menos de preguntarse atónito, ¿estoy en un pueblo civilizado, ó en el centro de Africa? ¿Es una grotesca mascarada lo que veo, ó una verdadera función Real?

Tal fue la impresión que esperimenté ante la característica y estupenda fiesta Real de los congos, que me sentí movido á adquirir datos históricos sobre su origen, y acerca de las razones que tiene el gobierno español para autorizarla, y dibujé inmediatamente un croquis del natural, que pudiera recordarme siempre aquellas escenas peregrinas representadas por negros de diversos tipos y naciones.

Reunidas ambas cosas, la reseña histórica y el dibujo, las dedico al ameno é ilustrado Museo Universal para su publicación, no dudando que los lectores de este periódico las verán con gusto, ya que tienen noticias de cómo se celebra el dia de Reyes en la Habana y en otras partes del departamento occidental de nuestra isla de Cuba.

Narraré sucintamente lo que con referencia al orígen de la citada fiesta he podido averiguar y consta en las crónicas del pais.

Hace muchos años se venia observando por los gobernadores de Cuba, que los negros esclavos formaban asambleas, reuniéndose en días festivos los de cada nación [1] para dar bailes y hacer ceremonias imitando las córtes de sus respectivos países. Los congos, que fueron siempre los mas numerosos, al par que los mas accesibles a civilizarse, llegaron á constituir cabildos [2] y á celebrar juntas, en las que elegían y nombraban un rey, príncipes y otras dignidades para gobernarse entre si. Estos altos funcionarios admitían y administraban los fondos con que hacían contribuir á los sócios para diversos objetos.

El 6 de enero de cada año era el dia en que celebraban la gran festividad clásica en honor de su patrono el santo rey Gaspar, empezando por tomar de sus fondos la cantidad necesaria para dar la libertad á un individuo de la congregación, lo cual verificaban por sorteo, y terminaban dando una función con las mismas ceremonias, bailes y regocijos de estilo en su pais. Esto se hacia por los congos; los carabalíes, los mandingas, macuas, gangas, lucumíes y en general los de todas las naciones, trataron de imitarlos bien pronto, pretendiendo competir y hasta superarlos en el lujo y ostentación de sus fiestas; lo cual vino á ocasionar cuestiones y hasta pleitos ruidosos, en términos de tener que intervenir la autoridad superior de la isla, para poner coto á los vuelos que iban tomando estas asociaciones; mas como por otra parte era necesario proceder con mucho tacto para no herir de frente las sencillas y tradicionales prácticas de una clase numerosa, que con su trabajo presta importantes servicios á las industrias de este suelo, oyendo antes la opinión de los hombres mas ilustrados y conocedores del pais, concedió dicha autoridad al bando congo la facultad de elegirse un jefe con el título honorífico de rey, y á su cabildo el privilegio de ocupar el lugar preferente en todas las funciones públicas. Este privilegio y aquel título, fueron confirmados por el rey don Cárlos IV, y como consecuencia de tan alta distinción, conservan todavía hoy la de ser los primeros que salen á saludar á la autoridad superior cuando visita á Santiago de Cuba.

El dia de Reyes fue siempre el fijado por la córte conga para celebrar la función regia que paso á describir, y lo haré á grandes rasgos, deteniéndome sólo en los detalles mas precisos para dar á conocer sus principales caracteres y para la mejor inteligencia del dibujo adjunto.

Desde la víspera del citado dia se reúnen los congos en el palacio de su soberano, donde tienen bailes que duran treinta y seis horas, lo cual no debe estrañarse sabiendo la estraordinaria afición de los negros á la danza, afición que raya en frenesí. El rey congo, engalanado con sus reales atavíos, preside estos bailes, sentado en su trono, que consiste en un sillón tosco, puesto sobre una mesa. Rodéanlo las princesas y damas de honor, que son otras tantas negras bembudas, caricaturescamente adornadas, las cuales abanican sin cesar á S. M. y le limpian el sudor.

Llegado el gran dia, y á la hora señalada, dispónese la comitiva y sale el rey de los congos procesionalmente de su palacio, precedido por su numerosa córte y seguido por su pueblo.

Forman la vanguardia las banderas de los cabildos con su correspondiente escolta de soldados, ridiculamente vestidos, precediendo á la comitiva de S. M. la bandera del rey congo, que es blanca con cintas rojas. Un funcionario, vestido de uniforme cerrado, sombrero tricornio y pantalón negro, hace las ceremonias de honor, volviéndose á menudo de cara al rey para saludarle con reverentes cortesías, al mismo tiempo que sostiene casi horizontalmente con ambas manos un bastón negro.

Rodean á S. M. los altos funcionarios ó ministros en trage de etiqueta, que consiste, en frac y pantalón negro, corbata blanca, cuello á la inglesa, sombrero de copa muy alto, banda generalmente de Cárlos III y una gran cruz de hoja de lata en el costado izquierdo. Sigue inmediato á ellos un grupo de mujeres indistintamente negras y mulatas, representando á las damas de honor. Entre éstas se distinguen algunas con bandas, que son las esposas de los ministros, á las que preside la reina conga, mujer de mas edad que sus compañeras y mas grave en su porte. Al grupo femenino precede también una bandera, distintivo del gremio, con muchos colorines y gallardetes.

En estremo animado es el séquito de damas, por el gracioso contoneo con que van bailando en todo el trayecto que recorren y la característica y monótona cantinela con que se acompañan en «loor de su soberano y á fin de regalar sus régios oídos.

Esta comparsa de faldas es también muy vistosa por los adornos con que se atavian las bronceadas ó ebúrneas matronas, no careciendo de cierto buen gusto el tocado de algunas. Gracias á las bellas cubanas que á porfía adornan á sus ahijadas con coronas de llores, lazos, anchos cinturones, cintas, bandas rojas, pañuelos de seda y puchas [3] en la mano.

El último rey congo vestia chaleco de seda morado, calzón color de rosa á media pierna, capa corta de un azul claro con borla de oro, zapatos de seda blancos con lazo y hebilla, encajes en la orilla del calzón, guantes blancos, espada ceñida, cetro dorado y una gran corona de farol dorada. Era bajo de cuerpo, grueso y algo viejo [4]. Su semblante sério, paciente y característicamente estúpido, parecía en esta última procesión muy preocupado del gran papel que iba representando. Cerrando la comitiva van las demás banderas y grupos de gente de color, que bulle y se agita ansiosa por acompañar el festejo. Dos filas de acompañantes con levita ó frac van formando calle, y la población blanca pulula aquí y allí, dirigiendo al cortejo Real miradas ya asombradas, ya risueñas y burlonas. Está el cuadro en medio de las calles de Cuba.

La música de tan singular procesión la forman los tambores llamados tumbas, hechos con troncos de árboles, á manera de colmenas; las pailas y cazuelas cubiertas con pellejo como las zambombas, y finalmente los cencerros y las marugas. Con tales instrumentos producen un ruido estridente y satánico, acompañado de aullidos salvajes.

El rey con su comitiva recorre asi las principales calles de la ciudad, dirigiéndose á la Plaza de Armas para saludar al gobernador. Este le hace entrar en la casa de gobierno y le dirige la palabra para cumplimentarlo por su fiesta, á lo que responde su magostad conga en un discurso pronunciado con la mas ceremoniosa y ridicula gravedad, pero como de un soberano á otro. El gobernador, después de obsequiarlo con refrescos, presencia desde los balcones los bailes que tienen lugar delante de palacio, y recibe las salutaciones de fórmula que le son dirigidas por la comitiva, que sigue luego su carrera triunfal sin detenerse ya hasta el palacio de su rey. Una vez allí, vuelve el congo á ocupar su trono y continúan los bailes y los cantos con nuevo vigor y de la manera mas desaforada que puede imaginarse, siguiendo las princesas en su tarea de echar fresco y limpiar el sudor grasiento que corre, sin cesar, por las mejillas del soberano: tan pesada y sofocante es la atmósfera de aquel cocito, á que dan los negros muy formalmente el nombre de estrados del palacio real. El congo soporta tranquilo las fatigas consiguientes á tanta ceremonia, tanta danza en torno suyo y tan infernal barahunda.

Mas que una fiesta de seres humanos, parece aquella una función de demonios.

La fiesta termina á la una de la noche con un banquete á usanza de los negros y la asamblea, y se disuelve al amanecer hasta otro año.

Para completar estos apuntes, diré que al morir el rey congo hacen sus funcionarios una parodia de lo. que se hacia á la muerte de un rey de Castilla. El justicia mayor, después de examinar atentamente el cadáver de su magestad, rompe el bastón de mando y lo arroja á los pies del féretro esclamando: «¡El rey ha muerto, viva el rey!»

Alfonso Calderón y Roca.


  1. Nación llaman los negros de Africa a la provincia 6 departamento en que han nacido, y así se comprende que procediendo todos de un mismo pais haya entre ellos tantas nacionalidades. Cada nación pertenece a una raza y a una tribu diferentes, lo que está demostrado en la diversidad de tipos, en sus distintas costumbres domésticas y hasta en las maneras de su cuerpo.
  2. Llaman los negros cabildo á la reunión de altos funcionarios elegidos por ellos para representar sus tribus ó nacionalidades. Estos personajes visten para asistir a sus juntas y funciones, uniformes ridiculamente adornados con galones, placas, cruces y bandas.
  3. En la isla de Cuba llaman pachas a los ramilletes A bouquets de mano.
  4. Al remitir estas lineas he sabido que acaba de morir el ultimo rey congo que figurilla cu ln üVsLrqUe describen.