Página:13 Cartas del Famoso Conquistador Hernán Cortés.pdf/544

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nuestro Señor puede ser servido y las reales ren- tas de vuestra majestad acrecentadas suplico á vuestra majestad las ntantle mirar, y do aquello que más vuestra alteza fuere servido me envié á man- dar la orden que debo tener, así en el cumplimien- to destas dichas ordenanzas, como en las que mas vuestra majestad fuere servido que se guardan y cumplan; y siempre tendré cuidad de añadir lo que nías me pareciere que conviene, porque como por la grandeza y diversidad de las tieras que cada dia se descubren, y por muchos secretos qué cada

que viene á Indias se socorren muchas familias de allá, y lo que más es, hay para loa gastos de guerra. Cuánto mas pobladas de gente estén las Américas, ten- dirá nuestro rey mas tropa de los nacidos en ellas, y aun pa- ra envair á España y socorrer otras islas; pasarán más po- hileras á España con tráfico, con haciendas y con familias, y poco a poco se irá reemplazando la falla de gente que al principio de la conquista se experimentó. Últimamente, todas las naciones entres tienen otrán de po- ser más y más en las Américas, y se despueblan aca más que nosotros; con que el partido es igual, la causa es indis- pensable, la utilidad notoria, la defensa destas provincias pre- cisa, la variedad del mundo natural á nuestra condición, y las razones de Estado idénticas porque en á instante en que un soberano permitiera otro en la América, correríanigual riesgo todas las provincias; esto supuesto, el mandar que to- dos los españoles ricos en las Indias se volviesen con sus hi- jos criollos á España era impráctico dara y de gran per- juicio para los intereses reales y de particulares; el obligar á todos los españoles á guardar castidad en las Américas me- ralmente imposible; con que se pueden interpretar muy bien las razones de los eruditos que vienen la despoblación de Es- paña en los principios que dudaren de las riquezas, que lo visto estas provincias americanas, que no trataron á los in- dios; y finalmente, la propagación de la fe y la extirpacion