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EL TRABAJO DOMESTICO

Correnzamos este análisis por el tra- bajo doméstico, o sea, el que realiza la mujer en el seno de la familia, por ser el tipo de actividad que ocupa a la mayoría de las mujeres. También --y no en menor grado de importancia-- porque es en el ámbito familiar donde las relaciones de dominación se expresan con mayor cru- deza y por el carácter mistificador que reviste este tipo de trabajo, al considerár- selo inherente a la condición femenina.

En los orígenes de la familia —durante la economía doméstica— el hecho de que algunos miembros de la misma comien- cen a producir para el intercambio o ven- dan su fuerza de trabajo repercute den- tro del hogar, al aumentar la carga de trabajo doméstico para la mujer. Algunas de las tareas que anteriormente eran mas- culinas se transforman así en femeninas. Por ejemplo, el acarreo y la recolección de leña. De tal manera que la mujer con- tinúa produciendo para 'el autoconsumo familiar, permitiendo que sus miembros, al vender la fuerza de trabajo, lo hagan por un precio inferior al de su propia re-

"producción, que es garantizada en el ám-

bito.familiar.

No se considera que el trabajo realiza- do dentro del hogar para autoconsumo sea una forma de generar ingreso, ya que a mayor número de bienes y servicios producidos directamente por la mujer, menor será el ingreso monetarió que re- quiere la unidad familiar para mantener un nivel de consumo.

El tema es actualizado en un intere- sante debate teórico que gira en torno al valor que el trabajo doméstico tiene en el

NUEVA SOCIEDAD

Ae rruvU Peminisia

proceso de producción y el papel de la fa-* milia como ámbito clave de la opresión de la mujer.

El trabajo no pago realizado por la mujer —mecanismo por el cual tiene lu- gar la transferencia del trabajo doméstico al sector capitalista— posibilita el pago de salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo. La contribución de la mujer es así esencial en el actual proce- so de producción, como fuerza de tra- bajo subpagada y adicional y en tanto ejército laboral de reserva.

La discusión teórica abierta en el cam- po feminista no puede considerarse con- cluida. La riqueza del debate radica en el hecho mismo de que esté llevándose a ca- bo en la medida en que se incorpora al debate público un tema que la econo- mía política pretende mantener oculto. Es, en definitiva, un reconocimiento del trabajo de la mujer como ama de casa y la relación que este trabajo tiene con la producción.

Sin pretender ahondar en este debate, podemos señalar que desde el propio campo teórico donde se da --el marxis- mo— podrían. cuestionarse las categorías usadas en el análisis. La confusión' pare- cería derivarse de no considerar al valor de uso como categoría económica.

El trabajo doméstico oculta la“explo- tación de la mujer y principalmente de la mujer obrera y empleada, que des- pués de la jornadz en la fábrica o la tien- da realiza una segunda jornada en casa. Desjerarquizar el trabajo de la mujer, restarle importancia en la esfera de la economía política, porque produce va-

lores de uso y no está regido por los pre-

cios y el mercado es ocultar su verdadero carácter.

JULIO/AGOSTO 1985

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