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¡Sacrificio!

A otro día los caritativos amigos de Pedro pudieron saciar la sed de emociones contemplando su cadáver ensangrentado.

Es este un cuento sencillo y verdadero: nada hay en él de imaginativo. Es sólo uno de los muchos casos producidos por la maledicencia, que goza clavando su garra y manchando con su baba impura los sentimientos nobles, que no es capaz de comprender; y por las estúpidas leyes que condenan á vivir unidos dos seres que se repelen, dos existencias entre las cuales no podia haber nunca ni afinidad orgánica, ni afinidad moral, y que se ven imposibilitados de romper el lazo que han hecho indisoluble el egoismo y la barbarie.