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»muy serio envuelve este asunto para mí; y tus »enojos de anoche, tus caprichos de niña, no dc»ben tener parte en lo que importa al destino de»Daniel.» — —Mi pobre Florencia—exclamó el joven después de leer esta carta. ¡Oh, pero ella es viva como la luz, y nadie penetra en su pensamiento cuando ella no quiero! Vamos á otra cartacontinuó, pero para ésta es necesario que el reloj esté adelantado algunas horas. Y escribió y leyó lo que sigue:

5 de mayo de 1810, á las nueve de la mañana.

«Señor don Felipe Arana, etc., etc.

»Mi distinguido amigo y señor: Mientras usted »se desvela, y arrostra, con la energía propia do »su carácter, todos los peligros de que está ro»deado el Gobierno, por la oposición y la intriga »de sus enemigcs, ciertas autoridades que, estando bajo la dependencia de usted no dejan, sin >embargo, de hacerle una guerra disfrazada, des»cuidan el cumplimiento de sus deberes.

»La policia, por ejemplo, tiene más empeño »en catentar independencia de usted, que en ve»lar aquello que únicamente lo compete.

»Sabe usted que en la semana anterior han omi»grado cuarenta y tantos individuos, sin que la »policía lo haya estorbado, á pesar de sus pode»rosos medios; y que S. E. el Restaurador lo ha >sabido por avisos de usted, á quien tuve el honor »de comunicarle tal suceso. Pero basta que fuese »nsted quien lo comunicó á S. E. para que el se»ñor Victorica se manifiesto indolente.

»Anoche, & las diez y media, me retiraba de la