»Prudencio Estrada, Natalio Herrera, José Pío »Ramos, Pedro Antonio de Aguirre, Carlos Agui»rre, secretario.» —L —Está bien—dijo Rosas volviendo el acta al escribiente. Bajo qué rótulo va usted á pcner esto?
—«Comunicaciones de las provincias dominadas por los unitarios», como Vuecelencia lo ha dispuesto.
—Yo no he dispuesto eso; vuelva usted á repetirlo.
—Comunicaciones de las provincias dominadas por los traidores unitarios»—dijo el joven empalideciendo hasta los ojos.
—Yo no he dicho eso; vuelva usted & repetirlo.
—Pero, señor...
—¡Qué señor! á ver, diga usted fuerte para que no so le olvide más: «Comunicaciones de las provincias dominadas por los salvajes unitarios.»» —«Comunicaciones de las provincias dominadas por los salvajes unitarios»—repitió el joven con un acento nervioso y metálico que hizo abrir los ojos al viejecito de la casaca colorada, que en aquel momento se había dormido profundamente.
—Así quiero que se llamen en adelante; así lo he mandado ya, esalvajes», goye usted?
—S1, Excelentísimo señor, salvajes.
—¿Concluyó usted?—preguntó Rosas dirigiendose al tercer escribiente, —Ya está, Excelentísimo señor.
—Lea usted.
Y el escribiente leyó:
«¡Viva la Confederación Argentina!
» Mueran los salvajes unitarios!