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formas graciosas, y con una fisonomía que podría llamarse bella, si la palabra «intéresante» no fuese más análoga para clasificarla.

El color de su tez era ese pálido obscuro que distingue comúnmente á las personas de tempera mento nervioso, y en cuyos seres la vida vive más en el espíritu que en el cuerpo. Su frente, poco espaciosa, era, sin embargo, fina, descarnada y redonda; y su cabello castaño obscuro, tirado tras de la oreja, dejaba descubrir los perfiles de una cabeza inteligente y bella. Sus ojos, algo más obseuros que su cabello, eran pequeños pero animados é inquietos. Su nariz, recta y perfilada; su boca, grande pero fresca y bien rasgada; y, por último, una expresión picante en la animada fisonomía de esta joven, hacía de ella una de esas mujeros á cuyo lado los hombres tienen menos prudencia que amor, y más placer que entusiasmo.

Se ha observado, generalmente, que las mujeres delgadas, pálidas, de formas ligeramente pronunciadas, y de temperamento nervioso, poseen cierto secreto de voluptuosidad instintiva que impresiona fácilmente la sangre y la imaginación de los hombres; en contrario de esa impresión puramente espiritual, que reciben de las mujeres en quienos su tez blanca y rosada, sus ojos tranquilos, y su fisonomía cándida, revelan cierta lasitud de espíritu, por lo cual los profanos las llaman indiferentes, y los poetas ángeles.

Su vestido de merino, color guinda, perfectamente ceñido al cuerpo, le delineaba un talle redondo y fino, y le dejaba descubiertos unos hombros que, sin ser los hombros poetizados de Maria Stuart, bien pudieran pasar por hombros tan suavos y redondos, que la sien del más altivo unitaria