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...que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son!

— Un sueño! exclamó! ¡Ah! El poeta se equivoca; cuando la existencia es como la mia, no es sueño, es pesadilla horrorosa!... Un sueño? No! Que cuando yo sueño miro colmados mis deseos, y despierto sufro!...

Entonces levantóse de nuevo y comenzó á pasearse, agitado siempre, siempre sufriendo. La lámpara derramaba una viva claridad sobre la mesa, alumbrando los libros y papeles que sobre ella estaban. La vista de Ernesto se fijó en ellos.

— Sé lo que debo hacer! exclamó de pronto. El trabajo constante hace que las penas se olviden. Voy á trabajar, ¡Quiero llegar á la cumbre, por mas que estoy en el abismo, y lo conseguiré!...

Y volviendo á sentarse, tomó entre sus manos otro libro y se puso á leer, quedando por completo embebecido. Muy tarde era cuando terminó la lectura. La hora de comer habia pasado. Sintió hambre, pues, por mas fuerte que sea el espíritu siempre está encadenado á la materializacion de la debilidad: el cuerpo.