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Manuela estaba desconocida.
En aquel instante era ella misma.
— Quizá tengas razon, murmuró don Miguel bajando la cabeza.
Dolores salió en silencio de la habitacion.
Manuela calló, y sus ojos se empañaron.
Despues de vencer, se encontraba vencida á su vez, por un instante...
¡El amor puede tanto!