la última moda. El bigote rubio muy perfumado, las manos, que jugaban con un rico baston, cubiertas de fino guante, los pantalones angostos, cayendo sobre el botin de media vara, y eljaquet muy corto, é imitando atrás las alas de un pato recien nacido.
— Creía que no ibas á venir, dijo Dupont.
— Son las nueve y media tan solo.
— Siéntate y pide alguna cosa.
El jóven, sentándose, pidió. chartreuse.
— Me has citado para un asunto importante. dijo Dupont. ¿Qué asunto es ese?
— Ya te lo diré. ¿Estás pronto para ayudarme?
— En todo y por todo. ¿Qué es lo que deseas?
— El hecho es que estoy enamorado.
— Sí. Pues ahórcate!
— Déjate de bromas.
— No bromeo sinó cuando es necesario.
— Es que ahora las chuscadas están demás.
— Las suprimiremos, entonces.
— Puedes encontrar el medio de que yo entre á casa de ella, tú, el hombre de los espedientes?