— Ocupan en ella dos piezas solamente.
— Ah!
— ¿Qué más quieres saber?
— Eso me basta. Puedes irte.
— Si no puedo entrar á esa casa por otro medio, trataré de vivir en ella, pensó al quedarse solo. Tengo que tener contento á Lindoro: me conviene que asi sea.
Al ir á pasar por quinta vez delante de la casa de Manuela vió salir á Gonzalez.
— Vivirá este aquí? se preguntó examinándole con cuidado. Si así fuera me alegraria infinito.
Ernesto caminaba en direccion contraria, de modo que pronto estuvo cerca de Dupont.
— Gonzalez! exclamó este.
— Caballero?
— ¿No te acuerdas de mí?
— No, señor, dijo el jóven despues de mirarle atentamente.
— Soy Dupont. No recuerdas que estuvimos juntos en el Colegio Nacional?
— Es verdad! Como hace ya diez años de eso! Cómo estás? Dónde te has metido que hace tanto tiempo que no te veo?