Esta página ha sido validada
— 77 —
diatamente los ojos, y murmuró con voz apenas inteligible:
— ¿Porqué.... no me dejan .... en paz?... ¡Abrirme los.... ojos!
Luego volvió á permanecer silenciosa. Dos horas despues su rostro se contrajo, sus ojos se abrieron de nuevo y un ronquido se escapó de su pecho. Despues.... silencio! Los párpados entornados dejaron ver sus ojos vidriosos. Habia muerto ....
D. Miguel se arrojó sollozando en brazos de su hija.
— Eugenia! .... rugió, mordiendo el pañuelo.
— Madre mía, suspiró Manuela cayendo de rodillas ante el lecho, anonadada por su desgracia inmensa.
Luego el silencio de la muerte volvió á reinar en la habitacion.