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VII
AL ROSARIO!....
Lindoro Acuña habíase dirijido á su casa, inmediatamente despues de la entrevista que tuvo con Dupont en la de este último.
Púsose á reflexionar, una vez que estuvo cómodamente arrellenado en un sillon, sobre la mejor manera de acercarse á la dueña de sus melancólicos y románticos pensamientos.
— Lo de la carta, pensaba, no está mal urdido, pero ¡qué diablos! puedo encontrar un medio mas fácil y sencillo. Esto de esponerse á que le den á uno una negativa rotunda, no es diplomático!...
El jóven miró su reloj.
— Las once, murmuró. Es aún muy temprano. ¿Qué puedo hacer en casa? Vamos! A la calle!
Y saliendo de su casa dirijióse al teatro Colon.