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APUNTES

tomadas por los nuestros cuatro banderas, armas, caballos, arneses y dinero, y algunos moros cautivos. Hallóse, por último, una carta de un mercader inglés establecido en Tetuán, en que éste pedía que se le pagasen las municiones suministradas desde Inglaterra á los moros para aquella guerra; cosa sabida con extrañeza y cólera en España[1]. Esta derrota, dando al traste con todos los proyectos de Abdallah, socabó también la privanza que con él había obtenido Ripperdá. La ruina de éste fué segura, cuando después de varios proyectos osados, y entre otros el de levantar para él un trono en África, perdió el apoyo que su familiaridad con Leila Yanet le ofrecía. Esta, según afirman unos, fué envenenada por orden de la sultana, favorita de su hijo, llamada Leila Genax, celosa tiempo hacía del influjo que ejercía en el gobierno; y, según otros, por librarse de la cólera de Abdallah, indispuesto ya con ella, se ausentó del imperio so pretexto de ir á la Meca. Más autorizada parece la primera versión, y es de todos modos indudable que Ripperdá no pudo sobrevivir á la caída de la sultana madre, y despechado y solo vino á morir en Tetuán, corriendo el mes de Noviembre de 1737.

Entretanto Abdallah se hacía cada vez más cruel y más odioso á sus vasallos. Rebeláronse contra él los alarbes, y lo derrotaron en campal batalla cerca de Fez. Abdallah, refugiado en aquella antigua capital del imperio, se vengó de la derrota en los inquietos fecenos, ejecutando, casi sin motivo, terribles suplicios. Al fin los alarbes fueron vencidos por los alcaides de Abda-

  1. Campo-Raso: Memorias políticas y militares.